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PARIS 2024 | BALONCESTO

Meesseman, una estrella gigante con audífonos

La pívot (31 años y 1,93) tiene una deficiencia auditiva de más del 50%. Es una de las mejores jugadoras del mundo y el gran peligro para España.

Meesseman, una estrella gigante con audífonos
-AFP

El baloncesto belga comenzó con Emma Meesseman. Hasta la irrupción de la ala-pívot (30 años y 1,93 metros) y la generación del 93, la selección centroeuropeo luchaba, pero no llegaba. Un quiero y no puedo que cambió radicalmente con una de las mejores jugadoras europeas de la historia. Con ella, Bélgica ha alcanzado sus mayores cotas: en los Eurobaskets de 2017 y de 2021 fue un bronce, el año pasado (2023) dio el salto al oro continental después de derrotar a España, su rival hoy en los cuartos olímpicos, en una final muy igualada que no se rompió hasta los últimos minutos. En los diez torneos continentales anteriores a estos en los que habían participado las belgas, su mejor posición era una sexta plaza. En 2018 llegó la primera presencia en un Mundial de su historia y en 2021, en unos Juegos. Ahora han repetido y han conseguido meterse en cuartos pese a estar en un grupo terrorífico (junto a Estados Unidos, Alemania y Japón) y gracias a un milagro en la última jornada.

Las gatas de Bélgica forman un bloque temible, para muchos el mejor del mundo si se deja a un lado al intocable Team USA. Siempre con esta jugadora especial, Meesseman, a los mandos. Que fue capaz el pasado verano de lograr el primer triple-doble de la historia en un Europeo con sus 15 puntos, 13 rebotes y 10 asistencias en los cuartos frente a Serbia, la campeona caída. Una capacidad sobrehumana para hacer números que está replicando, como siempre, en estos Juegos. Promedia 26,3 puntos, 5,7 rebotes y 4 asistencias con un 63% en tiros de campo. En el día de la proeza contra Japón dirigió un inolvidable ejercicio de fe y baloncesto: 30+11+4, 13/19 en tiros de dos... y 40 de valoración. España ya sabe lo que le espera, tal y como le reconoció Leo Rodríguez a AS. Sí, es tan buena como parece.... y más: “Es una jugadora diferencial. Tiene visión de base e inteligencia de entrenador. Siempre está bien colocada, sabe cuándo hacer sus tiros y hace mejores a sus compañeras”.

Meesseman, una de las referentes de un temible Fenerbahçe con el que ha ganado las dos últimas Euroligas (ella tiene seis en su palmarés) hace todo eso (y más) con una deficiencia auditiva de más del 50% que la obliga usar audífonos en los partidos y estar pendiente de los labios de entrenadores y sus compañeras si hay mucho ruido. “Solo soy una chica normal”, asegura la belga, que en el Ekaterimburgo coincidió con Alba Torrens. “Para mí no es nada especial. Nunca ha sido una barrera ni me ha frenado. Siempre he hecho lo que he querido hacer. Solo tienes que seguir tus sueños”. Esos sueños incluyen un palmarés de leyenda, que corona (por ahora) ese oro con MVP en el pasado Eurobasket. También ha ganado la WNBA y ha sido MVP de las Finales (2019), dos veces all-star en la liga estadounidense y tiene las citadas seis Euroligas, cuatro Supercopas de Europa FIBA, dos MVP seguidos en la Euroliga (2023 y 2024)...

Nacida y crecida en Ypres, donde se produjo una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial, esta devoradora de mundos lleva el baloncesto en la sangre. Su madre, Sonja Tankrey, fue la mejor jugadora belga en 1983. Un hecho que no condicionó su futuro: “Lo principal para mi hermano y para mí era practicar un deporte. Pero a medida que crecía, creo que mi talento para el baloncesto comenzó a mostrarse cada vez más, así que hacerme jugador de baloncesto fue una elección fácil para mí”, asegura. “Pero no fue porque mi mamá me empujara a jugar baloncesto, ella siempre me dejaba elegir. Y luego, después de un tiempo, ¡solo quería ser mejor que mi mamá!”.

Su potencial llamó la atención al otro lado del Atlántico. La WNBA y Washington Mystics la reclutaron en el número 19 de 2013. Y su explosión fue total, con ese anillo y el MVP de las Finales con las capitalinas, la primera europea en conseguirlo. “No estaba seguro de ir, tenía 19 años en ese momento y estaba un poco asustado”, señala. “¿Por tus problemas de audición?”, le preguntaron. “No, por mis problemas con el inglés”.

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