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JUEGOS OLÍMPICOS

Los Juegos Olímpicos se visten desde un pueblo de Toledo

Joma, cuya sede central continúa en Portillo de Toledo, de menos de 3.000 habitantes, vestirá a más del 15% de los deportistas en París 2024.

Ana Peleteiro y Fátima Diame, tras Glasgow 2024, con ropa de Joma.
DANI SANCHEZDiarioAS

Cuando dentro de menos de dos meses den comienzo los Juegos Olímpicos de París (26 de julio al 11 de agosto), algo más de uno de cada siete deportistas que vea por la tele estará equipado por una marca de un pueblo español de poco más de 2.000 habitantes. Joma, la empresa nacida en Portillo de Toledo, donde continúa teniendo su sede central a pesar de su expansión internacional, crece a pasos agigantados en el mundo del deporte. No sólo en España, donde equipos y deportistas como el Comité Olímpico Español, el Villarreal, el Inter Movistar, la Selección de balonmano, la Real Federación Española de Atletismo (cuya equipación para París causó revuelo) o Pablo Carreño, entre muchos otros, reciben el equipamiento de la marca toledana.

En París, nueve comités olímpicos y más de 20 federaciones, como la de atletismo italiana, estarán vestidos por Joma, patrocinador también de equipos como el Atalanta o la selección croata balonmano. Tal es el protagonismo que ha ganado la marca toledana que se la puede ver en sitios tan ‘remotos’ como en las equipaciones de recogepelotas y jueces del Masters y WTA 1.000 de Roma, por ejemplo. Y, para honrar a sus raíces, Joma presentará la equipación del COE para este verano en Toledo el próximo 10 de junio. Otro dato que habla por sí solo del crecimiento de esta empresa, fundada en 1965 por Fructuoso López, es que en los pasados Mundiales de atletismo de Budapest fue la marca con más federaciones patrocinadas. Más incluso que Nike o Adidas, los gigantes del sector.

“Esto es fruto del trabajo de muchos años, no es casualidad. La marca empezó sin inversión y sin recursos, con una sola persona”, recuerda Marina López, hija de Fructuoso, consejera delegada y directora de marketing de Joma. Con apenas 8 años, en Portillo de Toledo, Fructuoso aprendió la profesión de zapatero, y poco más tarde empezó a hacer zapatillas de fútbol. Así, en la casa de sus padres, nació Fructuoso López S.A., que cuatro años más tarde pasó a llamarse Joma por el acrónimo del primogénito de Fructuoso, José Manuel.

Con su primera cadena de montaje instalada en Fuensalida, municipio colindante a Portillo de Toledo, Joma mostró enseguida su ambición por crecer. Fueron innovadores a la hora de aplicar nailon en el calzado de fútbol y al hacer zapatillas resistentes al agua, y a finales de los 80 consiguieron firmar a Martín Vázquez y Emilio Butragueño. Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fueron un punto de inflexión para la marca, que tuvo en el oro de Fermín Cacho un gran escaparate, y tras ello se lanzó a hacer textil. Aunque el gran boom llegó en 1996, cuando fabricaron para Alfonso las primeras botas de fútbol que no eran negras para acabar convirtiéndose un año más tarde en líderes mundiales en calzado futbolístico. “Recibimos muchas críticas porque era algo rompedor, pero todo el mundo habló de ello y fue un éxito”, cuenta un trabajador de la fábrica de Portillo.

De ser una empresa humilde a contar en la actualidad con más de 300 empleados, 500 sponsors individuales y colectivos y presencia en más de 130 países. A pesar de tener filiales en Estados Unidos, Italia, México, Alemania, China o Brasil, entre otros, el corazón de Joma continúa donde todo empezó, en Portillo de Toledo. Allí, la marca cuenta con una sede central de 70.000 metros cuadrados donde se comienza el desarrollo de todos los productos que acaban saliendo al mercado, más los que son descartados. “Aquí se lleva a cabo en su totalidad la vida completa del producto hasta su fabricación, que es en Asia, la mayoría en China. No podemos producir aquí porque no podemos contar con algunas materias primas necesarias”, explica Marina durante una visita de varios medios de comunicación a las instalaciones toledanas.

Una vez los productos son fabricados, el 90% de ellos regresan al centro logístico de Portillo de Toledo, un monstruo de la ingeniería: tiene capacidad para ocho millones de productos, sus robots mueven hasta 30.000 artículos a la hora, el sistema de almacenamiento es de 4,5 millones de unidades y el objetivo es duplicar la producción de la empresa en nueve años. Es palpable el interés que hay en la empresa por el i+D, con más de 40 diseñadores en constante búsqueda de la innovación. Y es que Joma abarca la gran mayoría de deportes: fútbol, balonmano, fútbol sala, pádel, tenis, rugby, atletismo, trail, baloncesto... Hace poco, además, consiguió el certificado de sostenibilidad, y el 60% de su línea textil se realiza con materiales reciclados.

Cuando se pregunta sobre qué caracteriza a Joma en comparación con la competencia, desde la empresa lo tienen claro: sus raíces. “Los colectivos nos eligen porque trabajamos muy de la mano con ellos. No dejamos de ser una empresa familiar, que empezó de cero, y ven que la comunicación con nosotros es constante. Escuchamos siempre las peticiones que se nos hacen, y nuestra capacidad de flexibilidad siempre está presente”, explica Marina sobre un imperio que, desde un pequeño pueblo de Toledo, no deja de crecer en el deporte de todo el planeta. Y en los Juegos Olímpicos de París estará la prueba.

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