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PARÍS 2024 | TAEKOWNDO

La hora de los ‘Adrianes’: “He visualizado dos oros seguidos”

Adrián Vicente, bronce mundial, y Adriana Cerezo, plata en Tokio, lideran el taekwondo. Este miércoles, compiten ambos con muchas opciones.

París
La hora de los ‘Adrianes’: “He visualizado dos oros seguidos”

Uno tras otro a lo largo de todo el día, este miércoles, Adriana Cerezo (-49 kg) y Adrián Vicente (-58 kg) pueden repartir alegría a patadas. De Alcalá de Henares los dos, son los líderes del taekwondo español, que también cuenta con Javier Pérez Polo (-68 kg, el jueves) y Cecilia Castro (-67 kg, el viernes) como representantes en los Juegos. Son los encargados de tirar la primera pieza del dominó. “Siempre van ellos primero, compiten, ganan y el resto quiere ir detrás. Animan al equipo”, dice la directora técnica de la Real Federación Española de Taekwondo (RFET), Elena Benítez. En este ciclo olímpico, rara ha sido la competición en la que los ‘Adrianes’ no hayan mordido metal. Vicente, con el bronce mundial como guinda, logró nueve medallas internacionales el año pasado; Cerezo, plata en Tokio, diez. En París, “sólo” tienen que seguir su rutina.

“Yo ya me he visualizado. Veo eso, veo dos finales. Primero, Adriana (empieza a las 11:11) gana el oro y luego, yo (desde las 11:24). Como en los Juegos Europeos, que hicimos tres oros seguidos (con Pérez Polo). ¡Pum, pum, pum! La verdad es que me lo he imaginado así”, dice Adrián Vicente en conversación con AS. “Ojalá se cree ese efecto como en competiciones estas anteriores que hemos tenido, que hemos sacado medalla a Adriana y yo, o solo Adriana, o solo yo, pero siempre dando esa fuerza al equipo para estar activados y motivados y querer también conseguir esa medalla como los compañeros. Ojalá sea así”, añade.

Vicente empezó relativamente tarde en el taekwondo, con 12 años. A raíz de una exhibición en su instituto, se enamoró del deporte. “Salí dando patadas y saltos y le dije a mi madre que quería practicar aquello”, recuerda. Siempre al lado de Miguel Ángel Herranz, a quien llama “Michael” de forma cariñosa, su ascenso fue meteórico. Ya estuvo en Tokio, donde cayó en cuartos de final tras un proceso de selección muy ruidoso (le eligieron a él por delante de Jesús Tortosa, que había logrado la plaza). Ahora, con 25 años, ha pasado de ser una apuesta a ser uno de los fijos en todas las quinielas de medallas para España. No le asusta. “Sí, siento que soy una de esas opciones”, no duda en ratificar. “La gente me mete presión, pero yo también. Si hemos estado arriba o siempre subidos en el cajón durante estos últimos tres años, ¿por qué no vamos a estar en el podio, no?”, pregunta retóricamente.

Javier Pérez Polo, Adrián Vicente, Adriana Cerezo y Cecilia Castro, en este orden.
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Javier Pérez Polo, Adrián Vicente, Adriana Cerezo y Cecilia Castro, en este orden.

Un niño “pegón” más frío

La gran explosión de Adrián se produjo entre mayo y junio del año pasado, cuando encadenó el bronce mundial con el oro en los Juegos Europeos y en el Grand Prix de Roma, el día de su cumpleaños. “No sé si me he sentido imparable, pero sí que he sentido lo bien que estaba compitiendo. En cuanto a rendimiento, en cuanto a elegir las mejores opciones. Sobre todo, en la elección de esas opciones que se plantean durante el combate. Y sentirme con una confianza tremenda, la verdad. En octubre o noviembre estaba prácticamente clasificado y eso me dio una confianza tremenda”, explica el madrileño, que este mayo, en su última competición antes de los Juegos, se colgó su quinto metal en unos Europeos.

A París, llegará un taekwondista mucho más hecho que en Tokio, “más frío y menos pegón”. “Antes, los rivales no me conocían. Entonces, metía mucho ritmo, porque tengo mucho ritmo. Es un punto fuerte que tengo, pero estos últimos años hemos ido puliendo la tranquilidad, porque lo de arriba ya me tienen estudiado al milímetro y pueden contraatacar en cualquier momento”, revela. El físico, al que da forma con el preparador Antonio Expósito, como Pérez Polo, es otra de sus mayores virtudes. “Trabajamos esa explosividad, esa frescura de tener las piernas y aguantar”, desgrana. Sobre el tapiz, desarrolla un “efecto túnel” en el que sólo escucha a su “Michael”. “Cuando vamos perdiendo, me dice: ‘Sigue metiendo ritmo, que ya nos lo cargaremos en el siguiente asalto’. Me da mucha confianza”, explica. Llega la hora de los ‘Adrianes’.

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