Ayoub Ghadfa, el consejo de un padre que vale una plata
El español, nacido en Marbella, empezó en los deportes de contacto para aprender a defenderse. Graduado en INEF, su ascenso ha sido meteórico.
Un ascenso imparable. La confirmación definitiva de una fuerza de la naturaleza que, desde este sábado, ya es plata olímpica. Ayoub Ghadfa (25 años), en Roland Garros, plantando cara al uzbeko Bakhodir Jalolov, que logró su segundo oro olímpico, demostró que nada había sido casualidad. Después de colgarse el bronce mundial en 2023 y la medalla de oro en los Campeonatos de Europa Élite de Belgrado, este año, el marbellí, en París, donde se deshizo de Kamshybek Kunkabayev, Davit Chaloyan y Djamel-Dini Aboudou, confirmó un ascenso que parce no tener fin y con una persona concreta como punto de partida.
El boxeo apareció en la vida de Ayoub por recomendación de su padre. Fue él quien le animó a apuntarse a clases y, con 10 años, empezó kickboxing con un vecino. “Me lo propuso porque quería que me defendiera. Me dijo: ‘¿Quieres aprender a defenderte? ¿Te gusta?’ Porque a mí siempre me ha gustado luchar, ver la lucha libre, la WWE”, recordaba en AS Ghadfa antes de volar hasta tierras francesas. Al mismo tiempo, Ayoub también probó otros deportes, como el fútbol, el básquet o la natación, pero no le cautivaron. Las disciplinas de contacto eran lo suyo y, con 14 años, se dio cuenta de ello.
No fue hasta un tiempo después cuando, sin embargo, el boxeo se instaló en su vida. Fue ya en su época universitaria, no hace tanto, cuando se instaló en Madrid para cursar Ciencias de la Actividad Física en la Universidad Autónoma, donde se graduó. Entonces, aún practicaba kickboxing como deporte principal. En su búsqueda de gimnasios donde entrenar, sin embargo, se topó con el Club José Valenciano, en el que le animaron a cambiar. Un punto de inflexión. Sólo unos meses después, el seleccionador español, Rafa Lozano, le vio y se quedó impresionado. Le invitó a entrenar con el equipo nacional y, desde entonces, su carrera sólo ha ido hacia arriba.
“Había visto las los Juegos de Río, la gimnasia, el atletismo, la natación... Me gustaban mucho los deportes. El boxeo no lo veía mucho porque tampoco lo echaban en la televisión. Al final dije, el boxeo es un deporte olímpico, voy a probar. Empecé, me gustó y hasta ahora”, recordaba antes de su primera experiencia olímpica. “Es un sueño hecho realidad. Te emocionas, te llena de satisfacción y sabes que las cosas que estabas haciendo bien las cosas”, remarcaba ya en ella. Ahora, ese niño que aprendió a boxear por recomendación de su padre ya es leyenda del deporte español.