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PARÍS 2024 | BOXEO

El motivo por el que los boxeadores ya no usan casco en los Juegos Olímpicos

El Comité Olímpico Internacional decidió suprimir el casco en la categoría masculina en los Juegos de Río de Janeiro 2016. La decisión fue muy polémica.

El mexicano Rogelio Torres y el cubano Arlen López en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Jorge Martinez

En marzo de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció que, a partir de los Juegos de Río de Janeiro 2016, el casco se eliminaría para los boxeadores de la categoría masculina. La decisión fue polémica, ya que muchos médicos y especialistas advirtieron del daño que puede suponer que se suprima la protección, pero el COI se apoyó en unos estudios presentados por la Federación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA), que, desde finales de 2013, ya había eliminado estas protecciones de sus combates. En los pleitos femeninos y juveniles, se mantiene.

Tras la muerte del surcoreano Kim Duk-Koo en un brutal combate por el Campeonato Mundial de peso ligero contra Ray Mancini en Las Vegas, Estados Unidos, el 18 de noviembre de 1982, provocó que el COI incorporase los cascos para proteger a sus deportistas en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Estas importantes protecciones se utilizaron en el campo amateur durante 30 años (los boxeadores profesionales siguieron sin utilizarlo, es una de las grandes diferencias entre ambas modalidades), hasta que decidieron eliminarlo de cara a los Juegos de Río. Las mujeres y los juveniles mantuvieron su uso.

Esta decisión causó una gran polémica. La AIBA aseguraba que no había suficiente evidencia que los protectores protegieran a los boxeadores de conmociones cerebrales y que desde que se suprimió, se había reducido en un 16% los impactos a la cabeza y en un 43% las interrupciones de los combates. También afirmaban que el relleno de espuma del casco no era muy eficaz y que les restaba visibilidad, suponiendo un problema. La quijada, la zona más comprometida, quedaba expuesta. Así lo explicó Abdelhamid Khadri, presidente del Comité médico de la AIBA y doctor especializado en medicina deportiva. El marroquí participó en el estudio en el que comparaban los cambios en las lesiones producidas antes y después de la eliminación del casco.

A pesar del estudio, muchos expertos, científicos y deportistas discreparon con la decisión del COI y la AIBA. Andrew McIntosh, bioingeniero médico de la Universidad de Monash en Melbourne, en Australia, hizo un estudio en el que desarrolló un dispositivo que imitaba el golpe de un púgil sobre un maniquí con un casco. “El resultado fue que, tanto para los golpes lineales como para los que producían una rotación en el cuello, el casco reducía el impacto sufrido por el maniquí”, compartió el bioingeniero, según Heraldo. No solo podía afectar al cerebro, sino que la falta de la protección provocaba también más cortes. A pesar de que el debate sigue en pie, el COI y la AIBA no tienen intención de hacer que le casco vuelva.

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