Quién es Anna Tarrés, la española que llevó a la victoria a China en natación artística
La gran impulsora de la natación sincronizada en España, con cuatro medallas olímpicas, ahora propicia el primer oro de las chinas en unos Juegos, 12 años después de su polémica salida y la entrada en política.
Entre eufórica, exaltada e histriónica, celebraba Anna Tarrés (Barcelona, 19-10-1967) este miércoles la culminación de su plan. Del primer oro olímpico en la historia de la natación artística china. Un equipo al que se ha acoplado, o más bien el equipo a ella, en un tiempo récord de 18 meses, desde que aceptó colaborar en enero de 2023 y desplazarse periódicamente a Pekín para entrenarlas, acentuar su inexistente expresión artística, y también para pasearse en bicicleta y enseñar a los asiáticos a comer los calçots de su tierra. Compartiendo podio con Andrea Fuentes y con España, la catalana cerraba de alguna manera un círculo.
Olímpica en Los Ángeles 1984, Tarrés se fijó el objetivo de popularizar en España la natación sincronizada. Y vaya si lo consiguió. Su testarudez la llevaba a donde quería. 13 años después asumió las riendas de un equipo que era el patito feo de los deportes acuáticos, pero al que fue modelando en paralelo al crecimiento de un portento llamado Gemma Mengual, cuyos pasos siguieron Fuentes y Ona Carbonell, como estandartes de tantas otras nadadoras. Y llegaron los éxitos. Con 52 medallas internacionales y, sobre todo, las cuatro preseas olímpicas entre Pekín 2008 y Londres 2012. Las únicas que figuraban en el palmarés histórico de España… hasta ahora. Bajo el liderazgo de Mayuko Fujiki, la que fuera su ayudante.
Fue tras aquella cita olímpica de hace 12 años cuando todo saltó por los aires. Porque hasta 15 nadadoras la denunciaron por un supuesto trato vejatorio, que acabarían reflejando en una carta abierta, que contenía frases como “fuera del agua, gorda, vete al psicólogo” que hoy serían todavía más inconcebibles. Y que supusieron su despido, a la postre declarado improcedente por la Justicia.
Leyendas como Carbonell quedaron disgustadas por el desenlace de toda aquella etapa, como recientemente explicaba en AS: “Yo de Anna he aprendido muchas cosas, algunas bonitas del deporte y muchas otras con las que no estoy de acuerdo, con las que he aprendido cómo no debe gestionarse. El deporte debe saber controlar la salud mental, cómo cuidar a la persona, por encima de resultados, objetivos e hitos”.
Se centró entonces en el Kallípolis, el club donde había comenzado y que ella misma había convertido en el centro neurálgico de la sincronizada en España. Y no tardaron en solicitar sus servicios otros países. Como Francia, en primer lugar. Después, Ucrania. Y también una toma de contacto inicial con China, a través de su dúo. México y Israel, a cuya pareja todavía entrena, han sido otras de sus experiencias.
Medalla de Oro del Mérito Deportivo en 2009, ocho años después dio el salto a la política. Pero no española, sino catalana. Independentista confesa -este mismo miércoles, tras el oro con China, hablaba en todo momento de los “catalanes” para referirse a sí misma y a otros paisanos que la acogen en el gigante asiático-, en pleno ‘procés’ se presentó en la lista de Junts per Catalunya, el partido liderado por Carles Puigdemont, a las elecciones al Parlament de diciembre de 2017, convirtiéndose en diputada.
De vuelta a la piscina, en China parece haber encontrado la horma de su zapato. Unas nadadoras que se adaptan a la perfección a su método estajanovista, rozando los límites. Y un país que le brinda las facilidades porque ve resultados -ayudados también por la ausencia de Rusia, la gran dominadora durante décadas-, y estos se anteponen a menudo a los daños colaterales, y más en una natación artística todavía más exigente físicamente que la de su época dorada con España.