JUEGOS PARALÍMPICOS PARÍS 2024
El mayor equipo de refugiados de la historia se cita en París
De los dos deportistas de Río 2016 se ha pasado a nueve en París. El sirio Ibrahim Al Hussein ha hecho pleno de participaciones y la afgana Zakia Khudadadi es la única mujer.
El deporte es capaz de convertir la incertidumbre y el miedo en la esperanza e ilusión. Hay más de 120 millones de personas en todo el mundo que se ven obligadas a hacer las maletas y abandonar sus países de origen, buscando refugio en otros lugares. Esas personas estuvieron representadas por 36 deportistas en los Juegos Olímpicos y ahora también lo estarán en los Paralímpicos. De hecho, el Equipo Paralímpico de Refugiados de París 2024 será el más numeroso de toda su historia al estar formado por ocho deportistas y un guía de atletismo.
Estos serán los terceros Juegos en los que participan y se ha evidenciado una clara tendencia al alza. En Río 2016 sólo compitieron dos deportistas bajo la denominación de Equipo Independiente de Atletas Paralímpicos. Una cifra que ascendió en Tokio 2020, con seis deportistas. Ahora, en París, serán nueve en total y estarán presentes en seis disciplinas: atletismo, esgrima en silla, halterofilia, taekwondo, tenis de mesa y triatlón. Dentro de esta historia coral de superación, hay dos nombres que destacan, los de Ibrahim Al Hussein y Zakia Khudadadi, el más veterano —lleva pleno— y la única mujer —para más inri, afgana—.
Todos ellos abrirán el desfile de la ceremonia inaugural de este miércoles bajo la bandera del IPC (el Comité Paralímpico Internacional), que escoge a los miembros del equipo consultando a las federaciones internacionales y basándose en diferentes criterios, como el rendimiento deportivo. Además, el estatus de refugiado también debe ser verificado por ACNUR. “No importa lo difíciles que sean sus circunstancias, estos deportistas han encontrado una manera de competir al más alto nivel”, explica Nyasha Mharakurwa, su jefe de misión y antiguo jugador de tenis en silla que representó a Zimbabue en Londres 2012.
Ibrahim Al Hussein
Son los terceros Juegos consecutivos de este sirio, de 35 años, que perdió el pie derecho y parte del izquierdo por ayudar a un amigo herido por un francotirador. Mientras le socorría, una bomba explotó cerca de él en 2012. A consecuencia de la guerra apenas había personal sanitario y tuvo que ser atendido por un dentista. Se marchó a la isla griega de Samos —a la que llegó en un bote de goma—, donde el sueño de la natación cogió forma. El abanderado del equipo de refugiados de Río 2016 ahora cambiará la piscina por el triatlón.
Zakia Khudadadi
La afgana, de 25 años, tuvo que huir en agosto de 2021 cuando los talibanes recuperaron el control de Kabul. “Te matarán si te encuentran”, le avisó su entrenador, tal y como relata en el documental A Corps Perdu (un cuerpo perdido) para France 2. Su discapacidad —una deformidad en el antebrazo izquierdo por la polio, que cubría de niña con un pañuelo—, su condición de mujer y su pertenencia a la comunidad chií hazara le complicaron su supervivencia. En ese plan de fuga fue clave el vídeo que envió al Comité Paralímpico Afgano y Fahimeh Robiolle, quien la ayudó a llegar hasta París. Estos serán sus segundos Juegos en el equipo de refugiados a la espera de su nacionalidad francesa. De momento, se ha alzado con el Campeonato Europeo de Taekwondo 2023 en la categoría de 47 kg.
Guillaume Junior Atangana
El atleta, de 25 años, competirá junto a su guía Donard Ndim Nyamjua. Su sueño de niño era ser futbolista, pero cuando perdió la vista empezó a correr. “Ahí pensé que mi vida se había acabado”, se lamentó el velocista hasta que la pista le devolvió la autoestima y las ganas de salir adelante. El camerunés, que actualmente vive en Bingley (Inglaterra), acarició el bronce en los 400 metros (T11) en Tokio 2020 y terminó cuarto, por lo que sueña con una medalla esta vez. Él será el abanderado en París.
Salman Abbariki
Estos serán sus segundos Juegos, aunque los primeros de este lanzador datan de Londres 2012. El iraní llegaba de ganar un oro y batir un récord en los Juegos Paralímpicos Asiáticos de Guangzhou 2010. Un programa de televisión en 2003 le despertó el gusanillo que, años después, le devuelve a la competición. Reside en Bremen (Alemania) desde 2018. “La discapacidad no debe ser una limitación, sino una inspiración”, reflexiona.
Hadi Darvish
La tele también puso el deporte paralímpico en el radar del haltera iraní. Más concretamente, los Juegos de Londres 2012. Hadi terminó la universidad y consiguió un trabajo en el gobierno, pero le obligaron a abandonar su país. Vivió dos años en un campo de refugiados de Alemania con su mujer y sus hijos y le resultaba tremendamente difícil encontrar un club que le permitiera entrenar. “Ya con el estatus de refugiado mi vida comenzó de nuevo”, aseguró. Pudo alquilar una casa, operarse de una lesión en el brazo en 2020 y volver a su nivel. Fue bronce en la Copa del Mundo de Tbilisi en junio de 2024.
Sayed Amir Hossein Pour
El palista iraní ha vivido en diferentes campos de refugiados lejos de su familia desde que llegó a Alemania. Ya de pequeño le llamó la atención el tenis de mesa, pero cuando estaba en el colegio nunca pensó en llegar a ser profesional. Con el tiempo despuntó. De hecho, ganó dos oros en los Juegos Asiáticos de la Juventud de Bahrein 2021. “Los deportistas con discapacidad nos enfrentamos a dos oponentes. El otro deportista y la discapacidad con la que convivimos todos los días”, esgrime.
Amelio Castro Grueso
El esgrimista colombiano, afincado en Italia, ha tenido que sobreponerse a los continuos golpes de la vida. Perdió a su madre con sólo 16 años y un accidente de tráfico le dejó en silla de ruedas a los 20 años. Durante su estancia en el hospital pensó en escribir un libro y se dio cuenta de que su historia llegaría a mucha más gente si conseguía desafiar a los obstáculos y ganar medallas. Aunque debía ser lejos de su país, por amenazas. Ya consiguió el bronce —en la categoría B de espada masculina— en el Campeonato Americano de Esgrima en Silla celebrado el pasado mes de mayo en Brasil.
Hadi Hassanzada
El taekwondista nació en Afganistán y creció en Irán. Cuando parecía que las aguas se había calmado decidió volver a Afganistán, pero terminó marchándose a Europa en busca de una vida en paz. De raíces humildes, su mayor prueba de vida fue la amputación de su mano derecha y convivir con esta discapacidad en los bosques de Turquía. “Estuve cerca de morir”, desveló el afgano. Su llegada a Austria le descubrió el taekwondo y todo cambió. Ahora sueña con un podio.
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