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PARIS 2024 | BALONCESTO

Canadá se quedó a las puertas

Llegaba como una de las grandes favoritas para sacar medalla, para muchos el mejor equipo sin contar al Team USA. Pero Canadá ha decepcionado en los Juegos de París.

Canadá se quedó a las puertas
CAROLINE BREHMANEFE

Eran los primeros Juegos Olímpicos para Canadá desde 2000, menos de un año después de un histórico bronce mundial (ganando a Estados Unidos en el último partido, además) y con consideración de mejor selección de las terrenales. Es decir, las once que quedan a un lado del nuevo Dream Team estadounidense que lideran (nada que ver con la versión de 2023) LeBron James, Kevin Durant y Stephen Curry. Hace 24 años, en 2000, la Canadá de Steve Nash se quedó fuera de la lucha por las medallas porque no pudo superar a Francia. El futuro pintaba prometedor con un líder como el magnético base, de primera categoría y 26 años.

Casi un cuarto de siglo después, en el regreso al puente hacia las medallas, Canadá volvió a perder en cuartos contra Francia y volvió a quedarse planchado un líder primera categoría y 26 años: Shai Gilgeous-Alexander. El futuro tiene una pinta excelente para el baloncesto canadiense, pero la moraleja está en el pasado: Nash no volvió a pisar un torneo olímpico, ningún jugador de Canadá lo hizo en ese tramo 2000-2024. Ahora, después del chasco de París, la última medalla olímpica seguirá siendo la plata de 1936 y la última semifinal en unos Juegos, la de 1984. Una cuarta plaza sin metal tras dos derrotas contra el Team USA de Michael Jordan y la vieja Yugoslavia.

Si uno se fija en cómo perdió Canadá con Francia, no es difícil encontrar paralelismos en cómo han perdido en los últimos años (los dos últimos Mundiales, 2019 y 2023) esas versiones más de andar por casa de Estados Unidos que están, a estas alturas de la globalización del baloncesto, a tiro de los mejores. Son susceptibles de perder, y pierden. En parte porque, con una plantilla de perfil totalmente NBA (en el pecado llevan la penitencia) tienen problemas para adaptarse a las constricciones FIBA del juego en cinco contra cinco (los tres segundos y todo lo demás), no consiguen estabilidad en el tiro de tres para abrir vías que permitan jugar cómodos a sus guards dominantes y sufren por dentro por falta de centímetros y talento en las zonas con plantillas desniveladas entre el exterior y el interior. Ese molde, el manual de cómo pierde Estados Unidos cuando pierde, se puede aplicar casi punto por punto a la eliminación de Canadá en París.

Los forwards, el ancla... y Jamal Murray

Puede que haya más, claro. Xavier Rathan-Mayes, el escolta (canadiense) que acaba de fichar el Real Madrid, dejó un mensaje bastante significativo como respuesta a otro que apuntaba a la ausencia de un clásico como Cory Joseph, que había formado parte del núcleo duro en los últimos años pero que desapareció ahora, apartado por una generación de más talento (pero no se sabe si el mismo compromiso). “Hay mucho que eso solo eso”, dijo.

Su opinión es relevante porque creció siendo íntimo amigo de Andrew Wiggins, cuya salida del equipo con la concentración en marcha ha sido un asunto que nadie ha explicado bien. Canadá culpo a los Warriors, los Warriors culparon a Canadá y lo último que se sabe, entre afirmaciones con la boca pequeña, es que fue el propio Wiggins (un tipo muy difícil de interpretar) el que se bajó del barco.

Francia rompió el scouting de Canadá con un giro radical que sacó del quinteto a Rudy Gobert. El pívot dijo que había tenido que arreglar en el quirófano un problema en un dedo; el seleccionador Collet dijo que no. Fuera lo que fuera, Francia cambió el ritmo y metió más chicha con músculo y centímetros en los puestos de alero y ala-pívot. Ahí Canadá tenía un agujero obvio. Wiggins, un número 1 del draft aspirante a megaestrella en los Wolves que acabó siendo campeón como secundario en los Warriors 2022 y que ha sido una incógnita extraña desde entonces, habría ayudado. También Oshae Brissett, que dejó la aventura olímpica porque tiene que arreglar (es agente libre) su futuro NBA.

Esa debilidad en la zona forward se sumó a una rotación interior muy discreta. Kelly Olynyk tiene ya 33 años y ha jugado menos de 10 minutos por partido; Dwight Powell, otros 33 y no tiene ni el tamaño ni el talento para ser un titular de primer nivel en una selección aspirante a todo. Trey Lyles (28) ha tenido un impacto muy reducido y Khem Birch (31), un jugador de rango menor y con muchas lesiones en su historial, ha sido en algunos tramos el más fiable en una posición en la que no estuvo Zach Edey, el 2,24 de 22 años que quizá no esté todavía para ser un referente al estilo Tavares… pero al menos tiene ese potencial para el juego FIBA. Recién elegido número 9 del último draft (Memphis Grizzlies), priorizó para este verano la puesta a punto para su estreno en la NBA. Canadá tiene trabajo en eso, porque los principales talentos jóvenes que vienen (Bennedict Mathurin, Shaedon Sharpe) tampoco encajan en los roles en los que hay más necesidad de sangre nueva.

Pero el caso es que, con todo, Canadá partía como segunda en el escalafón de favoritos, tenía una ocasión inmejorable de ganar medalla y una plantilla con diez jugadores de la NBA (y otro con pasado en la liga estadounidense). Ocho de los doce estuvieron en el Mundial del año pasado y al frente seguía Shai, segundo en la última votación para el MVP y uno de los mejores jugadores del mundo. Su rendimiento ha sido bueno (21 puntos y 4 asistencias por partido)… pero peor que el del año pasado. Dos bulldozers defensivos como Lu Dort y Dillon Brooks y un swingman abrelatas como RJ Barrett han estado en el nivel previsto, más o menos, pero han patinado en la línea de tres: pese a su 3-0, Canadá cerró la primera fase como el noveno equipo (de doce) en porcentaje de triples (34%). Contra Francia, 5/21 por el 9/28 galo. 3/12 entre Dort, Barrett y Brooks. Canadá tampoco pudo correr y perdió 12-10 el tanteo de puntos en transición rápida. Sin velocidad, sin tiro exterior y frágiles en la protección del aro, un equipo de apariencia imponente acabó resultando… mediocre.

El más señalado, en todo caso, es Jamal Murray. Que se lesionó en los playoffs NBA y no jugó en la preparación. Nueve años después de su última aparición con la selección, quiso estar a pesar de todo. Hay que reconocer eso tanto como asumir que su estado físico era pésimo, pesado y sin rastro de la explosividad que lo convierte en uno de los jugadores más determinantes de la NBA en el uno contra uno: de media 6 puntos, 29% en tiros y 14% en triples; Solo nueve canastas en cuatro partidos. Suplente, no dinamizó la segunda unidad ni descargó de responsabilidad a Shai. Nada. Ni la sombra del killer de los playoffs 2023, cuando fue campeón de la NBA junto a Nikola Jokic. El proyecto de un jugador superlativo, un talento all star que nunca ha sido all star, Murray tiene que arreglar su físico y hacerse, además, algunas preguntas para la segunda parte de su carrera (tiene 27 años); La que empieza ahora, después de un curso cuestionable de los Nuggets y este patinazo, muy personal, con Canadá.

Sobre el papel, Canadá (con Shai como macho alfa) tenía dos de los mejores finalizadores del mundo. En la práctica, Murray acabó siendo un problema; acumuló minutos en busca de un momento que nunca llegó, quitó protagonismo a Andrew Nembhard, un guard en ascenso, y sacó de la dinámica óptima a Nickeil Alexander-Walker, que se quedó en 9,4 minutos de media. Todo al servicio del talento... pero el talento no tenía piernas, esta vez.

En la prensa de Canadá se habla de oportunidad perdida, de futuro brillante pero amargura por lo que se ha escapado; De una actitud extraña, a veces contemplativa y de falta de madurez competitiva. Las críticas, sin demasiada sangre, han llegado también a Jordi Fernández, al que hasta ahora todo le había ido de maravilla y que llegará con este chasco, porque lo es dadas las expectativas, a su primera experiencia como head coach NBA, con Brooklyn Nets. El caso es que un equipo hecho al estilo NBA acabó perdiendo al estilo NBA. Y dejó aroma a decepción en un torneo que debería haber sido el de la consolidación, como mínimo. Hay futuro, pero En el presente hay que anotar un borrón.

Medallero de los Juegos Olímpicos

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