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JUEGOS OLÍMPICOS | CUARTOS DE FINAL

Dani Olmo acepta el reto

España se mide a Costa de Marfil por un puesto en las semifinales. De la Fuente hará pocos cambios y le da galones al mediapunta del Leipzig.

Japón
DANI OLMO
MIGUEL MORENATTIDIARIO AS
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España está ante el día clave, el que marca un antes y un después en este torneo. Ganar este partido significa tener dos balas para volver con una medalla al cuello. Perderlo, regresar a casa de vacío después de un largo mes de estricta concentración, muy tediosa por los estrictos protocolos por el COVID (a excepción de los tres días que pasaron en la Villa Olímpica).

En cada sesión preparatoria, al final de cada día… Siempre estaba este partido como objetivo. Los cuartos de final ante un rival del grupo de la muerte. Toda la preparación ha estado enfocada en llegar en un estado óptimo a este cruce. Se esperaba a Brasil o Alemania, aunque nunca se descartó a una Costa de Marfil que trae hasta Japón a un equipazo. Es el día en el que no existe ninguna excusa: casi tres semanas de adaptación al país, con el ritmo cogido para los que han jugado sus primeros partidos de la temporada y el chip cambiado por parte de los que aterrizaron directos desde la Eurocopa. España es mejor y debe demostrarlo sobre el césped. De la Fuente, experto como pocos en tocar el aspecto emocional de los jugadores, les ha recordado una y otra vez los días de concentración en Benidorm, el retraso del vuelo a Japón, las diversas complicaciones que han surgido en el país nipón...

Es el momento de los referentes de este grupo, especialmente el de Dani Olmo. Sin Ceballos, al que De la Fuente ha obligado a esperar unos días más, él se siente líder dentro y fuera del terreno de juego. Vino hasta aquí para eso: renunció a sus vacaciones, presionó al Leipzig y olvidó el cansancio acumulado. Hasta ahora, en sus partidos hubo demasiados ¡uuuyyy!. Ha estado bien, especialmente en los dos últimos, pero ha tenido varias jugadas en las que ha rozado el gol o en las que le ha faltado el último regate para dejar una obra de arte. Contra Argentina fue clave al dar la asistencia de gol a Merino y en líneas generales estuvo de notable. Él, exigente como pocos, quiere siempre el sobresaliente y si hoy lo logra España tendrá mucho camino recorrido.

Como es habitual en el seleccionador cuando llegan los cruces, es hora de pequeños retoques sin revoluciones. El momento de sacar la agitadora llegó en la fase de grupos y funcionó: los pesos pesados llegan enchufados. Habrá una novedad obligada en defensa (Mingueza por Óscar Gil), puede cambiar el otro lateral para dar frescura (Miranda por Cucurella) e igual toca a algún peso pesado de ataque si les ve faltos de frescura (Bryan o Puado serían los revulsivos). Si hace algún cambio o no en ataque sólo lo sabe el seleccionador y sus ayudantes más cercanos. Ningún jugador tiene la certeza de que va a jugar y son varios los que andan con la mosca detrás de la oreja por si esta vez les toca a ellos. Justo eso busca el entrenador, que los que más juegan aprieten los dientes para conservar lo que tienen y el resto empuje para desplazar al titular. La palabra jugador innegociable está tachada en el diccionario del técnico riojano, un fiel creyente del trabajo diario.

Rival

La mejor carta de presentación de Costa de Marfil es su primera fase: no perdió ni un solo partido en el grupo de la muerte (empates contra Brasil y Alemania). Tienen claro a qué jugar: promedian un 41,6% de posesión en el torneo, así que el balón va a ser para España.

Los costamarfileños tienen una virtud: cuando el rival es superior, dejan que imponga el ritmo y tienen la capacidad de adaptarse a él. Esperan su oportunidad con ataques rápidos y directos. Es, sin duda, el mejor rival al que se ha enfrentado España en este torneo. Toca subir una marcha más para ganar...