Dressel, el Bolt de la piscina
El estadounidense, un animal atlético criado en plena naturaleza, aspira a batir los récords mundiales de 50 y 100 libre y a colgarse entre seis y siete medallas.
Caeleb Dressel será el hombre de estos Juegos, como Mark Spitz lo fue en Munich 1972 (siete oros) o Michael Phelps, el más grande, en Atenas 2004 (ocho medallas), Pekín 2008 (ocho oros), Londres 2012 (seis medallas) y Río 2016 (seis medallas). El estadounidense de 24 años nadará tres pruebas individuales (50 y 100 libre y 100 mariposa) y entre tres y cuatro relevos (4x100 estilos, 4x100 libre y/o 4x200 libre y 4x100 mixto), y no incluirá más disciplinas en su programa porque Dressel no quiere ser Phelps, quiere ser él mismo, un deportista que nada por puro placer, perfeccionista, amante del deporte en general, que disfruta de una vida simple con su mujer, su perro, su familia, sus amigos y su finca cerca de Jacksonville (Florida), lejos de grandes retos y de ambiciones.
Esa convicción la experimentó con 17 años en una competición estatal. El estadounidense no logró batir el récord americano de 50 yardas, una expectación que había generado debido a sus marcas anteriores. En la grada se escuchó un “oh” sonoro, que se le clavó al de Florida como un puñal. “Fue un tiempo oscuro. Me di cuenta de que no nadaba para mí, sino para otros”, comentó en su momento. Y ahí decidió refugiarse en Saint Johns County, donde forjó su carácter y su espíritu.
Detrás de Dressel, como cuenta maravillosamente Sports Ilustrated en su último reportaje, hay un niño que se formó en plena naturaleza en una familia religiosa, junto a animales (un hurón llamado Charlie, una paloma llamada Terrence y una rata llamada Ellie, cuyas cenizas están en una urna), cazando en el bosque y “sudando todo el rato”, como recuerda su madre. Esa infancia ha perfeccionado un cuerpo físicamente único, que le podría haber llevado a cualquier deporte. En Dressel puede haber un velocista en una pista de atletismo o un jugador de baloncesto, como explica en IS Matt DeLancey, director asociado de fuerza y acondicionamiento para deportes olímpicos de Florida.
DeLancey sitúa a Dressel con las mismas condiciones físicas que Grant Holloway, un ex Gator y actual poseedor del récord mundial en los 60 metros vallas bajo techo y amigo del nadador. De hecho, explica una anécdota en la que Dressel, una tarde después de un entrenamiento en el gimnasio, realizó seis sprints de 20 metros a una velocidad impactante. También su salto lo situaría entre los mejores de la NBA. Toda esa base se refleja en la piscina: un nadador superlativo, que domina la salida, el subático con una técnica especial y el nado. Su sensibilidad en el agua y su potencia le hacen mantener la velocidad en los 100 metros, como apunta Sergi López, técnico que lo conoce bien: “Es capaz de hacer cambios en su técnica sin que eso le afecte y sin esfuerzo. Tiene una percepción de su cuerpo en el agua que no mucha gente la tiene”.
Es por eso, que Dressel, quien puede ganar seis o siete oros, está abocado a batir los récords del mundo de 50 y 100 libre que están en poder del brasileño César Cielo con bañador mágico. En el Mundial de Gwangju de 2019, el estadounidense logró la mejor marca mundial con bañador textil (21:04), a solamente 15 centésimas de la barrera del récord 20.91. También ataca el récord de los 100. Dressel fue el primer hombre en bajar de 47 segundos con bañador textil, hizo 46.96 en 2019, a cinco centésimas del récord de Cielo (46.91). Pero el nadador no quiere hablar de presiones ni de objetivos, no quiere escuchar un “oh” en la grada (en Río, con 19 años, se colgó dos oros en relevos), solo quiere volver a su rancho con su mujer (empezaron a ser novios en secundaria) y su perro, y salir de aventura por la montaña con su familia o ir a cazar. Así es el Bolt de la piscina.