Un estreno sin mate y con aires de revancha frente a Argentina
La Selección masculina empieza la fase de grupos ante uno de los conjuntos más veteranos, oro olímpico en Río y último verdugo de los de Soyez.
En el Estadio de Hockey de Oi el calor se pega como una lapa y la humedad asfixia. La Selección masculina de hockey inicia su andadura en unos Juegos Olímpicos a los que llega más preparado que en Río 2016, cuando fue apeada en los cuartos de final en una eliminatoria con polémica ante Argentina, la vigente campeona olímpica y la primera piedra en el camino a las medallas (este sábado a las 5:30 hora española), ese objetivo que ya se logró en Roma-60, Moscú-80, Atlanta-96 y Pekín-08. El hockey quiere guardar otra fotografía en su histórico y milagroso álbum.
Precisamente en Pekín estuvieron los líderes del equipo de Fred Soyez, que protagonizarán en la capital japonesa su última actuación. Quico Cortés, Roc Oliva y David Alegre quieren despedirse a lo grande, como Pau Quemada, lanzador de ese penalti-córner que ha ido adquiriendo tanta relevancia en el hockey. Argentina es un claro ejemplo, con un porcentaje de acierto en Río del 80%, lo que les llevó al oro. “Tienen jugadores con 300 partidos en la selección. Es un equipo luchador, incómodo, y con una efectividad tremenda en los penalti-córner”, valoró el seleccionador francés, que también se despide en Tokio.
El equipo argentino, país cuyo icono es la ex jugadora Luciana Aimar (Lucha), quien posee cuatro medallas olímpicas, sigue manteniendo el bloque de jugadores que consiguieron el Mundial júnior en 2005 en Rotterdam, entre los que sobresale el defensor ex del Club de Campo Leandro Tolini o el volante Agustin Mazzili. Más singular si cabe es el portero Juan Manuel Vivaldi, de 41 años, quien estuvo a punto de dejar el hockey en Pekín 2008 y 13 años después sigue defendiendo la meta argentina.
Quizás por el apellido, Vivaldi se familiarizó con la música de bien pequeño y llegó a ser cantante de una banda de rock and roll cuando era adolescente. Fue tanto el éxito que alcanzó su grupo que llegaron a tocar en la discoteca Cemento, considerada la que fue la cuna del rock en Argentina. El rock de Vivaldi se cruza ante la España de las despedidas en Tokio, que arranca con un trascendental encuentro para posicionarse a acabar entre los dos primeros del grupo. Teóricamente, así el camino sería (ligeramente) menos espinoso.