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JUEGOS OLÍMPICOS | BALONCESTO

Laia Palau, clínic final en Tokio

Camino de los 42 años, la base disputará su cuarta cita olímpica. Tras los Juegos de Tokio, Palau dirá adiós a la Selección española.

Actualizado a
Laia Palau, clínic final en Tokio
Alba PachecoDIARIO AS

"Hablo mucho”, dice al otro lado del teléfono Laia Palau. Camino de 42 años, esta heroína está a punto de jugar sus cuartos Juegos y cerrar la puerta olímpica para siempre. “Estoy con unas ganas que te cagas”, dice con su ya conocida espontaneidad. “Ya cuando estaba en Río intentaba captar imágenes. Recuerdo andar por la villa y hacerme fotos mentales...”. Pero la plata de Río no fue su último servicio al baloncesto olímpico. Después del oro en el Europeo de Belgrado, Laia decidió que tendría tiempo de llegar a Tokio. “En 2017 me había ido a Australia a entrenar, a surfear.... Pero estaba a un nivel muy alto. Estábamos jugando muy bien y ya después del Eurobasket de 2019 decido estirar un año más...”.

Pero llegó la pandemia. Y las dudas sobre la celebración de los Juegos. “Es que hasta hace dos meses no sabíamos qué narices iba a pasar, porque en estos días los tiempos los marca la pandemia...”. Una conversación con Laia enriquece porque se abre y es capaz de contar cosas que pueden resultar políticamente incorrectas. Como que el confinamiento no resultó dramático para ella. “Y eso que me cogió en mudanza... Pero mi cuerpo pudo resetearse, física y mentalmente. Hice mi trabajo físico, mi gimnasio. Practiqué taichí... Sé que ha sido una crisis importante, muy importante, pero a mí me hizo bien. Y por eso nunca tuve dudas sobre estar en los Juegos porque además me he sentido bien, no me lesioné...”.

“Estoy con ilusión”, insiste Laia. “Estoy con ganas de comerme los Juegos. Y no voy a caer en la melancolía por tener 41 años y saber que son los últimos. Quiero vivir la experiencia al máximo y quiero ver feliz a este equipo que se está reconstruyendo”, explica. Porque esta barcelonesa del barrio de Les Corts ha estado un poco triste. El Eurobasket fue un cuchillazo. Más que por ella, por todas las chicas que llegan por detrás. “Me supo muy mal el partido de Rusia en el Eurobasket. Soy una superfán de esta Selección y de estas chicas. Y me entristeció. Hemos trabajado muchos años para poner al equipo femenino arriba, y me supo muy mal la derrota contra Rusia (que dejaba a España sin Premundial)”. Laia es muy consciente de que, estos días, ya no sólo puede tener tiempo para lamentarse sola, sino que como capitana debe gestionar también la tristeza de sus compañeras. “Yo no me voy a perder nada ya, se lo van a perder ellas: Maite Cazorla, María Conde, Raquel Carrera. Y es muy importante estar, es uno de los secretos. Acudir a las competiciones”.

En Tokio tocará darle la vuelta. “No voy a excusarme, pero en el Eurobasket competimos. Es el momento de hacer revisiones individuales sobre lo que ha ido mal, pero el equipo es más nuevo y tiene que saber que hemos perdido por detalles. Ha sido un momento de mierda, pero no podemos dejar que nos entren las dudas. Yo he venido a la concentración con unas ganas que te cagas. Después de perder contra Croacia en el Eurobasket de 2011 en Polonia llegaron los maravillosos años...”.

Puede decirse que Laia Palau es una hija de los Juegos Olímpicos. Barcelonesa, no tenía ni 13 años cuando la Ciudad Condal organizó los “mejores Juegos de la historia”. Laia lo vivió de cerca. Su padre era jefe de voluntarios. El velódromo de Horta, Badalona, Freddy Mercury, las ceremonias. Todo le suena todavía joven. Imágenes como las que querrá atrapar de Tokio. Pero sus primeros recuerdos olímpicos son incluso anteriores: Ben Johnson, Sergei Bubka y Florence ­Griffith en Seúl, en 1988. Por 1992, Laia ya jugaba al baloncesto en un club de Les Corts... Su historia había empezado.

Y le ha llevado por muchos países. Jugando y por ocio. “Japón y Tokio me apetecían, no había estado... Estaban pendientes para mí. No solo Tokio, también coger sus Shinkasen (trenes bala). Yo flipé en China”, cuenta. La pandemia le va a impedir conocer más rincones de la urbe.

Laia Palau debutó en unos Juegos hace 17 años, en Atenas. Entonces era una cría, sin complejos como ahora. “No he tenido nunca demasiadas manías. No sé, no atarme las zapatillas, la ropa interior... No se me cae la casa encima aunque supongo que todos tenemos nuestras rutinas. Y claro que han cambiado”. En sus cuartos Juegos, y con 41 años, cabe preguntar si albergaba alguna esperanza de ser abanderada. “Alguna gente de mi entorno me ha preguntado. No sé. Yo compito en un deporte de equipo, no es individual. Hay muchas deportistas capacitadas. Mireia, Ona... Pau fue abanderado pero no sé, él es uno de los deportistas más grandes de España. Yo, como quien dice, he estado de prestada hasta Río, que no habíamos hecho nada... Dentro de la trayectoria olímpica hay deportistas que están a alto nivel. Claro que es bonito, pero no sé yo si me sentiría tan merecedora como para ser abanderada”.

Laia deja una de sus mejores frases casi al final de la conversación, cuando explica por qué nunca dio el salto a Estados Unidos para jugar en la WNBA. Una aventurera como ella, capaz de subirse en una furgoneta para hacerse Australia. “No lo he buscado nunca. El calendario coincide siempre con la ­Selección. Estaba aquí, no lo podía combinar. Además, no me gusta el estilo de la WNBA. Yo sola no hago nada, no soy nada sin mi equipo. Yo soy mis cositas, mi discurso común. Hay gente que me decía que por qué no iba con las asistencias tan molonas que daba, que gustarían allí. Pero es que yo para pasar tengo que querer...”.

“Tenemos reconocimiento, tenemos respeto”, reflexiona Laia sobre la Selección y sobre dónde está la mujer a día de hoy en el mundo del deporte en España. “Un día escuchaba a Miki Oca (seleccionador de waterpolo) hablar sobre este asunto y sobre la capacidad para conseguir logros de la mujer con muy poco. Es que nuestra dedicación y nuestro trabajo es del cien por cien. Nos ha faltado apoyo, porque la materia prima está. Y las mujeres conseguimos resultados con lo que nos dan. Por tanto, supongo que ese es el camino. Si nos dan, respondemos”. Laia lo explica como juega. No hay que perderse su último clínic en Tokio.