La vida en Europa de la última chilena clasificada a los JJOO
Paulina Vega no es la misma que quedó fuera de Londres 2012 y Río 2016. Una terapia cambió su forma de enfrentar las tristezas, justo antes de vivir su mayor alegría deportiva.
“Es una locura. Anoche no dormí nada”. El teléfono de Paulina Vega (37) no deja de sonar. Las notificaciones en Instagram y Facebook, los mensajes vía WhatsApp y los llamados de su familia se multiplicaron tras la soñada clasificación a Tokio. La tenimesista está alegre y se nota. Ríe mientras habla y explica: “Dije ‘voy a contestar unos poquitos mensajes’. No me di cuenta cuando eran las seis de la mañana y seguía respondiendo”. Son sus cercanos, los que conocen su historia. Esa que pasó de la desilusión al éxito en una década, y que hoy la tiene instalada como una de las exponentes del Team Chile en los próximos Juegos Olímpicos.
Solo pasaron algunas horas desde que consiguió su meta en el Preolímpico de Rosario y Paulina Vega lo comienza a asimilar: “Fue algo maravilloso”, dice en diálogo con AS. La deportista se preparó durante mucho tiempo. “Llevábamos un año esperando”, afirma. O quizás, fue mucho más. La chilena estuvo en el dobles de Atenas 2004, donde se propuso volver a una cita de esta envergadura, pero a nivel individual. Pasaron 17 años. El dolor de quedar fuera de Londres 2012 y Rio 2016 ya es parte del olvido. Una terapia en Alemania ayudó a superar esa etapa.
Con cuatro años de experiencia en Europa, Paulina Vega continúa el recorrido de una exitosa carrera. Extraña a su familia y añora los días en San Pedro de La Paz, comuna que dejó cuando tenía 13 años. Pero hoy se siente plena: “Estoy viviendo año a año. Me quedan metas por cumplir después de Tokio y por ello necesito seguir compitiendo en Europa. Llegué acá por tres meses. Dije ‘voy a probar’. Fue tan espectacular, que decidí quedarme por más tiempo”, relata.