“Regino se subió a la tabla de snowboard con 4 años”
Regino Sr. repasó en As la carrera del medallista olímpico, el tercer español de la historia en tocar metal en unos Juegos Olímpicos de Invierno.
A escasos cinco minutos de la playa creció el tercer medallista español en unos Juegos de Invierno. Criado en la Costa del Sol, a sus 26 años, Regino Hernández ha devuelto a España a un podio olímpico sobre la nieve. Una paradoja que evidencia el grado de la proeza que ha conseguido este malagueño. “Acabas de hacer historia, disfrútalo”, fueron las primeras palabras de su padre, Regino Hernández sénior, que compartió con As los secretos de una carrera deportiva que ha encontrado su culmen con esta medalla de bronce.
Todo arrancó cuando Regino padre decidió instalarse en Mijas. Por entonces el hoy medallista olímpico tenía sólo diez meses. La apuesta de la familia fue montar una tienda de deportes extremos (surf, skate, snowboard…). “Y como no conocíamos nada del mundo del snowboard, pues nos íbamos a Sierra Nevada a probar el material que vendíamos. Ahí surgió una gran afición que Regino continuó desde muy pequeño. A los cuatro años se subió por primera vez a una tabla de snowboard. Se la trajo Papá Noel. No paraba de pedírnosla y se la regalamos por Navidad”.
Así comenzó la historia de El gorrión volador, como cariñosamente le llamaban los amigos de su padre cuando era un crío por los tremendos saltos que daba sobre su tabla de snowboard. Hasta la edad adolescente, Regino compaginaba el snowboard con el balonmano, donde brillaba como lateral. Luego la nieve lo acaparó todo. Después de ganar un buen número de campeonatos de Andalucía y de España alcanzó el podio en categoría infantil en una especie de campeonato mundial en Topolino, Italia. El punto de inflexión de su carrera.
Su andadura olímpica la inició con 17 años, en Vancouver 2010. Sólo un año después se proclamó campeón del mundo júnior. Desde entonces no ha dejado de competir al máximo nivel en campeonatos de Europa y del mundo. Y en la madrugada del jueves, El gorrión volador tocó la cima en Pyeongchang y escribió para siempre su nombre en la historia del deporte español.