Un empate que sabe a victoria
Simón frena al PSG de un Luis Enrique que lo encumbró como titular indiscutible en La Roja. El Athletic sigue muy vivo.
El Athletic elevó su apuesta, tenía la pretensión de prolongar ese alarde de poderío mostrado ante el Atlético cuatro días atrás nada menos que ante el rey de Europa, esa máquina de matar que apadrina Luis Enrique. El Arsenal, otro club del rango de este colosal PSG, se llevó los puntos de San Mamés en el inicio de la Champions y había que sacarse la espina ante otro miembro de la monarquía continental. De paso, el playoff seguiría con vida para los leones.
Se logró el propósito con un ejercicio de resistencia y solidaridad épico, un empate que sabe a gloria, a algo más que triunfo, aunque en la práctica las tablas valen para poco porque hay que ganar a Atalanta y Sporting de Portugal para pasar. Aritmética pura: ya no se pueden cuadrar los 10 puntos, la frontera donde puede estar el éxito o el fracaso, así que habrá que buscar 11.
Con Simón como galán de la velada, por cuatro intervenciones de fenómeno mundial, el equipo de Valverde sujetó al monstruo en un final heroico. Llevaba 105 compromisos el PSG, el mayor goleador del campeonato, sin estar presente en un 0-0, pero es que pocas veces se había encontrado con un rival tan férreo. Tuvo posesión, presión y buenas ocasiones, las de más calidad, pero se encontró con un muro. Pocas veces se va uno del estadio en un pulso sin goles con la sensación de que ha visto un vendaval.
El PSG deslumbra, aunque en su actual nómina no figure Dembélé, un Balón de Oro ahora en la versión dispersa de su etapa barcelonesa. El club, alumbrado hace solo 54 años, anteayer, vaya, ya no es visto como un advenedizo con más petrodólares que raíces entre la gran nomenclatura del fútbol mundial. La desorbitante inversión catarí ha convertido su tradicional parque temático en un ejército perfectamente acompasado al servicio del comandante Luis Enrique. En la pasarela de París ya no anidan las superestrellas, solo los legionarios de Lucho. Ya tienen 13 puntos en seis partidos, tantos como los que consiguió en toda la fase liga de la temporada pasada.
Yuri, un viejo rockero, no desentonó nada como central zurdo, al contrario, lo hizo bien. Las intenciones de ambos conjuntos quedaron definidas en el suspiro inicial, con la tropa apretando muy alto y unas ráfagas trepidantes. Les gusta a ambos conjuntos meter al adversario en corrales irrespirables y a ello se pusieron con el pitido inicial. Lo que pasa es que al Athletic le faltaba decisión tras el robo, no acababa de creérselo ante camisetas de tan alta alcurnia, una fe de la que iba sobrado el campeón de Europa. No se prodigaban los protagonistas de ambos conjuntos en el área rival, eso sí. Hasta que en el minuto 19 Fabián, que es un maestro del escapismo, de la irrupción en el balcón enemigo, pisó el jardín de Simón y lanzó la pelota alta. Repitió lo mismo en el 37’. Sus incorporaciones eran un trueno. El despliegue francés era como ver a una orquesta perfectamente afinada al abordaje.
La presión de Valverde, orientando cada pase del central a los laterales para morderles y que jugaran en largo, sin referencia, porque Mayulu no baja balones aéreos, y el tres por tres en el medio vigilando a Vitinha eran una genialidad. El Athletic vuelve a ser el que era, trataba de tú a tú a esta eminencia, una metamorfosis radical, plantaba cara a un peso pesado desde su categoría de peso medio y el partido era una exquisitez. Pero todo depende según el cristal con que se mire. Luis Enrique también tenía su plan: atraía al enemigo hacia su guarida y sacaba el juego muy rápido en busca siempre del lado contrario, de diagonales endiabladas para un hombre que aparecía solo. En el añadido del primer tiempo todo se fue tiñendo con acento francés. Primero llegó un susto mayúsculo, con un tiro de Mayulu que atajó de forma prodigiosa Simón.
Luis Enrique cambió de banda a Barcola por Kvaratskhelia, que estaba sufriendo con Areso, y su profundidad dio más espacio a los parisinos en la salida. Ese retoque y las subidas de Nuno Mendes mejoraron ostensiblemente al cuadro visitante y permitieron que los tres del medio tuvieran más metros para pensar en zonas interiores y por fuera. El PSG maneja muchos registros. No le quema el balón cuando saca el juego desde el portero y tampoco tiene reparos en pegar un pelotazo, acelera y frena a capricho, todo milimétricamente sincronizado. Vitinha es un santo mago.
En la segunda parte metió dos marchas más y su colección de ocasiones corrió paralela a la exhibición de paradones de Simón, el meta al que Luis Enrique proyectó como titular indiscutible de La Roja años atrás. A la conclusión del choque le dio un abrazo de viejos camaradas. “No te convoco más”, le bromeó. Cuando los leones perdían el balón, se descolocaban y veían cómo el campeón de Europa les atacaba con muchísimo personal. La tuvo Pacho en una de estas y Barcola la mandó al larguero en el minuto 65. No es fácil amarrarlos porque los jugadores bailan continuamente, ora te atacan con dos, ora con tres, ora con cuatro. Te vuelven loco, no hay referencias a las que arrestar. Igual los hay que no participan en un ataque, pero se involucran todos, hasta los del banquillo.
Los leones se estaban agotando en esta misión de zancadillear al coloso. Se apagaron unos focos del estadio durante un instante minúsculo. La metáfora de lo que pasaba abajo. Los cambios le dieron oxígeno. La Catedral, con su cuarta mejor entrada de la historia, despertó y volvió a rugir como en los mejores tiempos en busca de completar la hazaña. La afición renació fervorosa y una descarga eléctrica bajó por la grada. En la atmósfera flotaba un espíritu sobrehumano, la energía se palpaba por el aire. Entraron Gorosabel, Vesga, Rego, Unai Gómez y Hierro. Nombres que, en la constelación del Parque de los Príncipes serían liliputienses. Pero su orgullo y el del resto es inabarcable. Se dejaron el alma, cinco mastines más en la jauría. Pues sí, hay vida. La directiva de Uriarte había presupuestado cinco puntos en Champions, una previsión de ingresos conservadora. Hay que desbordar sus previsiones y volar hacia el sueño del playoff.
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Acaba con satisfacción el tríptico de alta montaña ante Madrid, Atlético y PSG con un triunfo, un empate y una derrota. Ha habido de todo y la sensación es que el equipo está cerca de su versión pletórica de la 2024-25. En Europa se puntúa en dos citas seguidas y no se ha conseguido marcar en los últimos tres compromisos por primera vez en una misma campaña europea. Pero la botella hoy se acuesta medio llena en este anochecer ilusionante.
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- 1 Unai Simón
- 19 Adama Boiro
- 12 Jesús Areso (72')
- 3 Daniel Vivian
- 17 Yuri
- 7 Berenguer
- 10 Nico Williams
- 18 Mikel Jauregizar (72')
- 8 O. Sancet (72')
- 16 Ruiz de Galarreta (77')
- 11 Guruzeta (61')
- Banquillo
- 22 Nico Serrano
- 15 Lekue
- 27 Álex Padilla
- 6 Vesga (77')
- 20 Unai Gómez (61')
- 9 Williams
- 30 Alejandro Rego (72')
- 34 Jon de Luis
- 2 Gorosabel (72')
- 26 Mikel Santos
- 31 Asier Hierro (72')
- 44 Selton Sánchez
- 39 Safonov
- 25 Nuno Mendes
- 5 Marquinhos (45')
- 33 Warren Zaïre-Emery
- 51 William Joel Pacho Tenorio
- 8 Fabián
- 87 João Neves
- 17 Vitor Ferreira
- 29 Bradley Barcola (77')
- 24 Senny Mayulu (61')
- 7 Khvicha Kvaratskhelia
- Banquillo
- 19 Lee Kang-In
- 60 Martin James
- 6 Illia Zabarnyi (45')
- 14 Désiré Doué (61')
- 47 Quentin Ndjantou
- 89 Renato Marin
- 9 Goncalo Ramos (77')
- 49 Ibrahim Mbaye
Cambios
Illia Zabarnyi (45', Marquinhos), Unai Gómez (61', Gorka Guruzeta), Désiré Doué (61', Senny Mayulu), Andoni Gorosabel (72', Jesús Areso), Asier Hierro (72', Oihan Sancet), Alejandro Rego (72', Mikel Jauregizar), Mikel Vesga (77', Íñigo Ruíz de Galarreta), Gonçalo Ramos (77', Bradley Barcola)
Tarjetas
Arbitro: Daniel Siebert
Arbitro VAR: Benjamin Brand, Andrew Dallas
Mikel Jauregizar (26',Amarilla), Warren Zaïre-Emery (29',Amarilla), Berenguer (47',Amarilla), Unai Gómez (92',Amarilla)
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