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La UEFA, el imperio del monopolio

Más allá de que las conclusiones del abogado griego Athanasios Rantos me parecen un zasca a la Superliga de proporciones bíblicas, reparo en que la nota de prensa emitida por la Curia europea ventila en dos folios un informe jurídico de 50 páginas y 187 cláusulas en el que no todo son buenas noticias para la UEFA. En ese mar jurídico, que me llevó a consultar con los especialistas, encontré (encontraron) algún clavo ardiendo al que A22 puede agarrarse con la esperanza de que, ya en primavera, los quince jueces de la Gran Sala del Tribunal de la Unión Europea revoquen a Rantos, lo que tampoco parece tan fácil.

La principal agarradera de la Superliga es que, efectivamente, la UEFA es un monopolio. De hecho es el imperio del monopolio. Lo sabe todo el mundo. Es algo evidente que la Champions es el Juan Palomo de Ceferin. El propio Rantos así lo reconoce en la cláusula 128, aunque increíblemente también justifica esa posición de dominio en la especificidad del deporte, algo que para él prevalece sobre el derecho a la libre competencia en todo el territorio de la Unión Europea, donde el monopolio está prohibido en cualquiera de sus formas. En todo caso, por mucho que se esmere, no me va a convencer. Si algo tiene plumas y dice cua-cua, seguramente sea un pato. Y si algo regula, organiza y legisla una competición, seguramente sea un monopolio.