El Madrid de la Europa League
En una campaña nefasta, la que más en 20 años, el club de Nervión vuelve a sonreír en el torneo que le cambió la vida y que ha ganado 6 veces, algunas contra todo pronóstico.
PSV Eindhoven y Fenerbahçe, dos clubes que sin ser de la primera línea europea sí que tienen el máximo caché en sus ligas y cierta historia continental, han sido las víctimas de un Sevilla de mínimos que incluso en su año más triste de las dos últimas dos décadas fue capaz de entrar entre los 8 mejores de la Europa League. Una competición de la que es rey indiscutible. Seis títulos logrados en el espacio de 17 años y con 12 participaciones desde 2004: la mitad de esas veces, el club de Nervión acabó logrando el título.
No es de extrañar por tanto que propios y sobre todo ajenos definan al Sevilla como ‘el Real Madrid de la Europa League’. Ésa fue precisamente la acepción usada por Jorge Jesús, el técnico del Fenerbahçe. Ni siquiera Monchi, tan cauto en estos asuntos, se siente capaz de huir de la etiqueta: “Cuando el Sevilla juega Europa League es como el Madrid en Champions”. Y aquí siguen algunos porqués.
Del Palopazo al Mbiazo
El devenir del Sevilla en la Europa League estas dos últimas dos décadas anda repleto de goles postreros y salvadores en una increíble serie que toma como referencia casi lo más extraño: Palop, un portero, consiguió el único tanto de su carrera para salvar una eliminatoria de octavos en el último segundo, ante el Shakhtar Donestk ucraniano. Aquel 2-2 de cabeza del guardameta valenciano en 2006 daba paso a la prórroga, a un 2-3 final y a la finalmente segunda Copa de la UEFA (aún presentaba aquella denominación). 8 años después, para meterse en la final de la Tercera, Stephane Mbia silenciaba también con la testa un Mestalla que cantaba ya ‘sí, sí, nos vamos a Turín’ tras haber remontado un 2-0 del Sánchez-Pizjuán. El 3-1 del centrocampista camerunés es posiblemente el gol más recordado para el sevillismo de siempre.
Benfica, Liverpool, Inter y la leyenda
En la ciudad cainita más cainita del Universo circula la especie de que el Sevilla ganó tantas Europa Leagues gracias a la suerte en los sorteos. Como en casi todo, para esta afirmación hay blancos, muchos grises y también bastantes lunares negros en forma de final ‘imposible’ que el Sevilla acabó por ganar. En 2005 (Middlesbrough), 2006 (Espanyol) y 2015 (Dnipro), primero por calidad y luego por entidad y experiencia, el club blanquirrojo partía como favorito y acabó explotando esa condición, aunque sólo la primera vez (4-0) sin sufrimiento. En 2014, 2016 y 2020 se enfrentó a mastodontes de ligas históricas con una riquísima historia europea, pues el Benfica tiene dos Champions en sus vitrinas, el Inter posee tres y el Liverpool, seis. Interistas y reds han ganado además tres Europa Leagues cada uno... pero sucumbieron ante la magia sevillista en los dos últimos títulos que levantaron los nervionenses.
Magia en las tandas
Jorge Jesús, entrenador del Fenerbahçe, avisaba en la previa de que no quería llegar a los penaltis contra el Sevilla porque había sufrido en sus carnes la de la final de 2014, con el atlético Oblak de portero del Benfica. Los de Nervión han disputado seis tandas en competiciones europeas y sólo han perdido la única que jugaron en Champions, precisamente ante el equipo turco en octavos de 2008. Las otras cinco, cuatro de ellas durante estos últimos lustros ganadores, tuvieron color blanquirrojo. Dos de ellas las ganó en las finales ante el Espanyol (2006) y el propio Benfica. Las otras ante equipos españoles: contra el eterno rival Betis en octavos de 2014 y al Athletic de Bilbao camino de la Quinta, en cuartos de 2016.
Alemania para siempre
Hace pocas semanas el Sevilla regresaba a Eindhoven para jugar la vuelta de la eliminatoria de octavos ante el PSV. Monchi, el gran hacedor de esta era de los títulos, se acordaba por supuesto de que en aquella ciudad neerlandesa los nervionenses habían levantado su primer título, pero también quería darle su sitio especial a Colonia, la ciudad donde ganó la Sexta y última (de momento). En aquel torneo exprés de Alemania hubo que jugar cuatro rondas a puerta cerrada, a partido único, en agosto y por espacio de poco más de dos semanas. Roma, Wolves y sobre todo, en semifinales y final, Manchester United e Inter sucumbieron al equipo que entonces entrenaba Julen Lopetegui para jolgorio de muchos aficionados nervionenses que lo pasaban mal por culpa de una pandemia que entonces vivía momentos de muchas restricciones. El gol de chilena de Diego Carlos, con alguna contribución del interista Lukaku, certificaba el reinado de un equipo que siempre resucita en la Europa League, el torneo que le cambió y le sigue cambiando la vida al Sevilla.