Álvaro: “Sueño con un título con el Rayo... ¿y por qué no la Conference?”
El extremo (Utrera, Sevilla, 1992) hizo tres goles al Neman en la previa y es el pichichi rayista en Europa. No le pilla de nuevas. En Primera, ya ha cazado a Alberto Bueno.


Álvaro es la brújula de este EuroRayo. Quien resuelve los partidos que parecen un rompecabezas. Quien encuentra la salida del laberinto. Lo demostró ante el Neman en la previa de Conference. También en la remontada de Montilivi que valió un ascenso. Aquello fue el principio de todo. Porque Álvaro es ese pilar en que el se asentaron el Rayo de Iraola y ahora, el de Iñigo Pérez. Talento y trabajo. Bromas y profesionalidad. Cuando llegó a Primera contrató a una nutricionista, por recomendación de Pozo, y a un entrenador personal para dar lo mejor de sí. Eso le ha llevado a hacer historia con sus goles. De sus padres aprendió el sacrificio. A sus hijos les ha transmitido su amor por el Rayo. Este jueves ninguno de ellos se perderá la cita con la Conference. Allí estará Álvaro, para que el equipo nunca pierda el norte...
—¿Cómo van esos nervios?
—De momento, estamos tranquilos. Hasta que no estemos en el campo y suene el himno no nos lo vamos a creer del todo. Ves el ambiente del barrio, a la gente ilusionada… Eso es clave y nos hace muy felices.
—¿Les puede venir bien ese cambio de tercio de la Liga?
—Sí, tener tantos partidos seguidos te obliga a cambiar el chip rápido. Las victorias alegran a todo el mundo y nosotros, ahora, la necesitamos como el comer para romper con esa dinámica un poco mala de la Liga.
—¿Qué falta?
—¡Meterla! (risas). Tenemos intensidad, posesión, ocasiones… El míster nos ha dado datos. Somos los que más corremos, los que más esprints hacemos de LaLiga… pero somos los que menos hemos marcado para los goles esperados. Eso nos falta, el gol. Nos hemos merecido más puntos. Si no hay resultados entiendo que a la gente se le ponga la mosca detrás de la oreja, pero me preocuparía más si no pasáramos del centro del campo.
—Usted es el pichichi en Conference con sus tres dianas al Neman. ¿Cómo las recuerda?
—El gol de la ida lo recuerdo un poco frío por todo. No había nadie, estábamos lejos de casa… Era muy raro. El de Vallecas fue espectacular. Estaba el partido igualado y fue justo entrar y marcar… El ambiente que se creó fue mágico.
—Ha igualado a Alberto Bueno como máximo goleador rayista en Primera (28). ¿Se lo imaginaba cuando llegó?
—No, para nada. Nunca lo pensé. No me obsesionaba. No soy un jugador que destaque por sus goles y he tenido la suerte de meter algunos bonitos e importantes.
“No destaco por mis goles, pero he metido algunos bonitos e importantes”
Álvaro
—Su importancia va más allá de la estadística... Iñigo decía que se alegraba por cómo es usted dentro y fuera del campo.
—Me gusta reírme. Es muy difícil que me enfade en el día a día. Eso quizá ayuda a los compañeros. Llevo muchos años aquí y, a pesar de todo lo que rodea al club, me lo tomo con filosofía. Soy feliz aquí.
—¿Con qué sueña?
—Uff, pues con ganar un título con el Rayo... ¡Sería súper bonito! Antes estábamos con que había que ganar la Copa. Este año es la Conference. Estamos disfrutando muchísimo. Que mi hijo me vea en los cromos me hace muy feliz.
—¿Y se ve en La Roja?
—Ojalá. Es muy difícil por todos los jugadores buenos que hay, pero sería un sueño.
—Hábleme de su compañero de banda, Chavarría.
—Está que se sale. Se le ve con confianza en todo lo que hace. Le costó porque llegó con Fran García, luego estaba el Pacha… Él nunca ha parado de trabajar. Ha estado aprendiendo, escuchando consejos y eso ha dado sus frutos. Ahora está siendo de los mejores del equipo.
—Este equipo es un ejemplo de obreros del fútbol.
—Eso quizá no sea lo normal. La base del equipo, la mayoría, venía de abajo. De Segunda B, Tercera… En mi caso, de Primera Andaluza. Hemos hecho un equipo de currantes. Estamos preparados para las tres competiciones.
“Que mi hijo me vea en los cromos me hace muy feliz”
Álvaro
—¿Cuánta culpa ha tenido su familia de que haya echado raíces en Vallecas?
—Mucha. Llegué a un sitio donde al principio me costó, pero me adapté y seguí trabajando. A mi hijo Álvaro siempre le he visto feliz aquí. Mi hija Vega tiene un añito y pico y canta El Rayo fui yo. Flipamos de cómo se la puede saber si casi no sabe ni hablar (risas). Ve el escudo y empieza: ‘Rayo, Rayo’. Me va a costar mucho trabajo, cuando ya me retire, llevármelos de aquí.
—¿Y qué ha aprendido de sus padres?
—Mi padre trabaja como carpintero y mi madre, en catering para bodas. Somos gente humilde. Ellos no han parado de luchar y eso se transmite. Soy lo que soy por ellos.
—¿Ahora qué le dicen?
—Mi padre Paco jugaba de pequeño al fútbol. Era mediapunta y diestro. Me decían: ‘Tu padre era muy bueno, más que tú’. Ahora le vacilo un poco. El fútbol me ha venido por él y por mi tío que jugó en la cantera del Betis.
—¿Es muy crítico?
—Cuando era niño, se iba a una esquina. Veía mis partidos solo. No se ponía con los otros padres. No me gritaba. Mi madre, que no entendía tanto, me decía al terminar que había jugado muy bien y él replicaba: ‘Bueno, podía estar mejor’.
—¿Viajarán en Conference?
—Mi familia quiere viajar. En la previa no pudieron ir porque era a puerta cerrada...
—Ahí solo estuvo David Bergin animando...
—¡Pobrecito! Estábamos en el banquillo y vimos pasar a los médicos. Pensábamos que se estaban moviendo porque se estaban mojando, no que alguien se había caído.
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