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Qatarí que te vi…

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Bajonazo brutal.- La cruda realidad nos dice que desde que Casillas levantase la Copa de Campeones del Mundo en Sudáfrica el 11 de julio de 2010, España ha jugado 11 partidos en las tres siguientes citas de Brasil (2014), Rusia (2018) y Qatar (2022). Pues solo hemos sido capaces de ganar a Australia, Irán y Costa Rica. Conclusión: de aquel equipo campeón no quedan ni las migajas. Cierto que ante Marruecos dominamos con autoridad y que hemos mantenido la pelota con esa posesión que me empieza a parecer infernal. En Moscú nos fuimos a casa con un récord de más de 1.200 estériles pases. Y ante los vecinos marroquíes, no anduvimos muy lejos (1.019). A Marruecos le bastaron 304 para dejarnos en la cuneta... Hay que acabar con la tontería de la posesión horizontal, que nos asemeja a los equipos de balonmano que caen en pasivo. El balón se debe circular para buscar con verticalidad, calidad y osadía una rendija en la zaga rival, con diagonales o cogiendo la espalda a los centrales enemigos. Eso de morir con tu idea es de mediocres. Sobre todo si tu idea es pobre. Luis Enrique se quejaba en la víspera ante los medios de que estaba cansado de los topicazos. Pues que se aplique otro tópico. Si sales a especular y no a tumbar al enemigo con un KO directo, eres tú el que acaba en la lona. Cuando el asturiano quitó a Nico Williams, que estaba siendo lo mejor de España con sus desbordes y su energía por la banda, me di cuenta de que todo estaba perdido. El chaval se fue desolado con toda la razón. Y a Pablo Sarabia le metió una presión brutal e innecesaria. Cuando sacas en frío a un jugador para tirar un penalti suele salir mal. Que se lo digan a Inglaterra en la última Eurocopa. Quizás Luis Enrique debería haber renunciado a alguna de sus ‘vacilonas’ sesiones de streamer a cambio de trabajar mejor las tandas de penaltis...

Máxima pena.- Ya nos pasó con los belgas en México-86 y en Corea-2002. Y en Doha no iba a ser menos. Esto de las tandas de penaltis se nos suele dar mal. La presión te nubla las ideas en momentos así, con todo un país detrás. Si encima tienes enfrente a Bono, un portero muy curtido en los penaltis, pues poco ya se puede hacer. Solo me cabe felicitar a Marruecos, que supo siempre jugar a lo que les interesaba, renunciando a mucho a cambio de todo. Atacaron poco, pero tuvieron un par de ellas claras hasta que llegó ese poste de Pablo Sarabia en el último aliento de la prórroga. Los astros no estaban de nuestra parte, para qué engañarnos. Un desastre, un Waterloo.

El míster.- Luis Enrique compareció después con una sonrisa que me dejó descolocado. ¿Qué estábamos celebrando? Y fue peor cuando dijo que tenía ganas de volver a casa y poder ver a sus perros... Las concentraciones son largas y tediosas, pero el asturiano debería entender que tras una Selección hay un país entero con miles de ilusiones y de sueños que, una vez más, se nos han ido a hacer gárgaras. El maquiavélico debate de si los madridistas iban o no con esta Selección ha hecho mucho daño en la tropa. ¿Acaso Iago Aspas, Canales, Merino, Albiol o Sergio Ramos juegan en el Madrid? Aquí la única camiseta es la de España y ese debate ha pervertido las ilusiones de un grupo que no ha enganchado al país como en otras ocasiones. Luis Enrique debería asumir su parte de responsabilidad en un asunto muy serio: la felicidad de todos los españoles. Si nos dejamos llevar por orgullos umbilicales acabamos como acabamos: cayendo en octavos de final ante Marruecos. Dan ganas de llorar de rabia y de impotencia. Al final, la parte buena del cuadro estaba dinamitada y llena de trampas. El 7-0 a Costa Rica fue contraproducente. Estamos out. Qatarí que te vi...