En el nombre de Iñaki

Dos días antes de la final de Berlín, Nico Williams cumplió 22 años. Lo ha hecho en medio de la aventura más increíble de su carrera, una Eurocopa que le ha puesto en el mapa futbolístico y que compensa muchos años de trabajo que empezaron en Tajonar. Porque la primera camiseta que se puso el menor de los Williams fue la de Osasuna, donde coincidió con Nico Serrano, que también sería posteriormente un cachorro. Durante mucho tiempo, en Lezama se habló de los Nicos (Serrano jugó bien la temporada pasada en el Racing de Ferrol).

Nico fue creciendo tras los pasos de su hermano Iñaki, a quien el Athletic trajo del Pamplona, club convenido de los rojiblancos. Después de una gran temporada 2012-13 en el División de Honor, y viendo que iba a hacer carrera, el club de Ibaigane trajo a Nico. Fue el momento en el que toda la familia Williams se juntó en Bilbao. María, la madre, viajó a Bizkaia a trabajar. Y Félix, el padre, que trabajaba habitualmente en Inglaterra, también regresó. Por entonces, la familia Wllliams ya había pasado lo peor. Iñaki sí vivió más las penurias económicas cuando cuidaban cerdos en una granja de la Ribera Navarra.

La referencia de Iñaki está muy presente en toda la trayectoria de Nico. No sólo en el césped, también en la vida. El mayor fue guiando al pequeño para que creciese en un estatus mejor. Y como pronto intuyó que podía llegar a la élite, le fue llevando de vez en cuando a su hermano al vestuario. Ahí conoció a Muniain, con el que luego forjó una gran relación que se mantiene estos días. Básicamente, cuando Nico entró en el vestuario del primer equipo, ya era uno más de una familia con fuertes vínculos, como tienen entre sí todos los jugadores del Athletic.

Casi a la velocidad a la que juega, Nico fue tirando puertas. Marcelino le hizo debutar contra el Valladolid al final de la temporada 2020-21, después de que hubiese destacado en el Bilbao Athletic de Joseba Etxebarria, con el que marcó nueve goles. Desde los Salinas (Patxi y Julio). No había dos hermanos juntos en el Athletic. Divertido, alegre, bailarín (es una de sus grandes pasiones), conserva su cuadrilla de amigos en Bilbao. Tiene una magnífica relación con Adu Ares. Recientemente, a ese grupo de amigos se ha unido Unai Gómez. Es un tipo con una sensibilidad muy especial, al que afectaron profundamente los insultos que recibió en redes sociales después de las oportunidades que falló en la vuelta de la semifinal de la Copa de 2023 contra Osasuna. Tanto, que cerró sus cuentas en redes sociales. Se repuso rápido, como los grandes. Al domingo siguiente, marcó en el campo del Espanyol. Ahora, le gusta aconsejar a los jóvenes sobre el buen uso de las redes; y, sobre todo, el tacto que deben tener para no herir personalidades más débiles. Como su hermano, detesta el racismo y es un activista. El pasado mes de abril, durante el Atlético-Athletic que se jugó en el Wanda, denunció gritos racistas al colegiado Martínez Munuera.

Envuelto en rumores sobre su futuro, Nico ha demostrado una madurez imponente en la Eurocopa, donde ha hecho amistad para siempre con Lamine, a quien había conocido gracias a Balde, el lateral del Barça, al que han echado de menos en la concentración. Ha sido capaz de convivir con la incertidumbre sobre su futuro. Una vez más, la presencia de su familia durante todo el torneo ha sido uno de sus grandes respaldos.

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