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Ansu Fati, un acto de fe

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Que sí, que éste que escribe se hubiera llevado a Sergio Ramos y Albiol, dos centrales que sólo con el nombre asustan ya a los delanteros rivales, sobre todo a los que juegan en selecciones menores. También me cabría, además de Morata, otro 9 más específico, tipo Gerard Moreno, Aspas o Borja Iglesias. En el asunto de los porteros lo tengo menos claro: ¿De Gea? Ha vuelto a ser indiscutible en el Manchester United, pero con la Selección...

El que vive en Donosti querría que estuviera Zubimendi; el de Bilbao no sabe por qué no va Íñigo Martínez; los del Betis reivindican (hasta con una foto en el Twitter oficial), además de a Borja, a Álex Moreno y Sergio Canales. Así hasta 15, 20 o 30 millones de seleccionadores diferentes, capaces muchos de ellos de convertir la lista de Luis Enrique en una obsesión. Ay, el fútbol: la más importante de las cosas menos importantes.

Donde he palpado una inusual unanimidad es con Ansu Fati. Casi todos ven (vemos) bien que esté entre los 26 convocados. La llamada de Ansu parece más una tirada de dados en en Las Vegas que algo que entre en los parámetros de lo mínimamente razonable. El 10 del Barcelona no arranca, no ha respondido en casi nada a las expectativas que creó con su regreso después de mucho tiempo enredado con las lesiones. Hasta Luis Enrique, tan impermeable en sus explicaciones, se atrevió a calificar al delantero hispano-bisauguineano como “duda” a la hora de confeccionar su lista para el Mundial. Fati es nuestro profeta, su inclusión en la lista la aceptamos (casi) todos como un acto de fe. Así que, si creemos en él, ¿por qué no intentamos también confiar en esta España de Luis Enrique?