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Viera se lo tomó como algo personal

En la previa contra el Granada el técnico amarillo invitaba a asistir al estadio a aquellos que dudaban de Viera a ser testigos de su partido. El jugador respondió.

Viera se lo tomó como algo personal

“A la gente que duda le digo que el domingo venga a ver el partido”, comentaba García Pimienta sobre el momento de Jonathan Viera. Al final la cita se trasladó al lunes, Hermine mediante y allí se presentó el capitán amarillo, con sus galones y su genio.

Hubo una fase del partido, durante la primera parte que el Granada empezaba a doblar el pulso a los amarillos. No tenía la pelota, pero tenía el campo. Las Palmas era dueña de un terreno baldío a priori, el espacio que hay entre la defensa y el mediocampo. Muy vigilado Mfulu y Loiodice como la principal salida al mar. Pronto se fue secando ese riachuelo, lo que obligaba a Viera echar una mano en la sala de máquinas.

Si bien el Granada conseguía retranquear a la U.D., no le hacía daño a los amarillos más allá del balón parado, antigua asignatura pendiente ahora superada con nota. Los dos equipos parecía que se sentían incómodos, como si estuvieran en esos tresillos que parecen butacones. Por una parte bien, pero otra…

Sin embargo, Las Palmas de García Pimienta sigue demostrando aguante, si no se impone ya no se autodestruye, espera a que pase su guagua y sobre el 40 pasó. En una de las pocas fugas del Granada se coló y Viera avisó. Puso un balón elevado en el centro del área para Loiodice que tuvo que salvar Cabaco a lo Curbelo. El susto para la zaga nazarí no pasó a mayores, pero el capitán ya había dejado su primera notificación de entrega.

Cuatro minutos después el genio de La Feria, pasó a dejar de nuevo el paquete y encontró el destinatario final. Caracoleo entrando desde la parte izquierda del área con tintineo de sus pies amenazando con salir por la primera rendija que dejara un rival, marca registrada desde 2010. Y la encontró, rompió la dupla que estaba vigilándolo, primero dejó atrás a Bodiger, luego a Víctor Díaz y de nuevo encontró a Loiodice quien anotó el primero.

En la segunda parte salió Las Palmas dominadora. El gol desactivó al Granada parecía o no tener plan B, no poder activarlo. Y ahí Viera se da gusto. A pesar de ello el empate acechaba desde los callejones. La calidad del rival, un gol de diferencia, un campo muy mojado y la cantidad de saques de esquina que los andaluces estaban generando —ocho en total, máximo de la temporada— daban la sensación de aguas calmadas pero traicioneras.

De nuevo apareció el capitán en el 80, Lemos quien recién acababa de hacer check-in con Sandro en el partido ponía una pelota atrás que parecía para el delantero pero estaba destinada para el 21, control, penalti —o penaltito—, gol, y se acabó el partido. Ocho minutos después descanso con honores.

Y así fue como Viera respondió al pequeño desafío que le lanzaba el técnico en la rueda de prensa previa. Tras el partido García Pimienta comentaba “hasta el aficionado que dudaba, lo hizo para picarlo un poquito, todos sabíamos que iba a estar bien”.