El Zaragoza sigue sin gol
El fútbol de equilibrio y control de Carcedo apenas le rinde beneficios al equipo: lleva un tanto menos que en la temporada pasada en las siete primeras jornadas.
Ocho puntos de 21. Y sólo cuatro goles. El fútbol de equilibrio y control de Carcedo apenas le rinde beneficios al Real Zaragoza, aunque el técnico pretenda excluir del debate a su planteamiento táctico, siempre en función del rival, y a su elección de los futbolistas, y explicara la más que decepcionante derrota en Anduva a partir de la pérdida de todos los duelos individuales.
El equipo aragonés viene de dos temporadas terribles, con sólo 34 y 39 goles a favor, pero sigue en las mismas, sin incrementar su eficacia realizadora y fiándolo todo a una seguridad defensiva que sólo da para alimentar una falsa aspiración de alcanzar el ‘playoff’. El Zaragoza sigue sin tener gol. Ha fichado este verano a tres futbolistas de ataque, pero continúa sin aprobar su gran asignatura pendiente, la más importante en el fútbol. Giuliano es la excepción, pero Giuliano no va a marcar un gol todos los días. Y el Zaragoza lleva un gol menos que en las siete primeras jornadas del campeonato pasado y los mismos que el de la 2020-21, aunque los siete primeros encuentros no correspondieran, por la pandemia y por haber disputado el ‘playoff’, a las siete primeras fechas. El problema, gravísimo, sigue ahí.
Carcedo no ha podido contar durante un mes y medio con Iván Azón, debido a un edema óseo en una rodilla, y Gueye, el fichaje estrella de Torrecilla, todavía debe “aprender el sistema y una serie de movimientos”, según confesión textual del director general Raúl Sanllehí. Pero después de oír a Carcedo en varias comparecencias públicas hay más que serias dudas de que el técnico hubiera jugado con dos delanteros centros puros, caso de tener en las mejores condiciones a Azón y a Gueye.
El tiempo terminará de despejar esta incógnita, pero ahora llegan dos partidos en La Romareda, frente al Éibar y el Oviedo, y la obligación de ganar ha vuelto a crecer tras el varapalo de Miranda de Ebro. Carcedo tiene como divisa el juego de control, con posesiones largas y contención de riesgos con muchos pases horizontales –el fútbol de la pareja Manu Molina-Jaume Grau carece de intención y de ritmo-, y el gran salto del Zaragoza pasa por un planteamiento mucho más valiente, porque es absolutamente imprescindible incrementar el porcentaje de goles por partido, si se pretende pelear hasta el final por alcanzar la promoción, lo que ahora exige el doblado límite salarial del club aragonés.