El club de los ascensos insólitos
El conseguido de la mano de Paulo Pezzolano ha sido el último de los saltos de categoría logrado por el Real Valladolid de forma extraña o milagrosa.
El Real Valladolid se ha (mal)acostumbrado este siglo a ser un equipo ascensor, después de subir cinco veces a Primera División, a cada cual, más insólita. Si cada descenso ha supuesto una decepción, se produjera como se prudujese, cada vez que el conjunto blanquivioleta ha vuelto a la élite lo ha hecho en unas condiciones diferentes, inauditas, a veces por tiempo, otras por forma y en alguna que otra incluso por ambas. Esta última, con permiso de las demás, riza el rizo de las emociones en conocida por sus aficionados como LaLiga ‘Hypertensiones’.
El récord de Mendilibar
José Luis Mendilibar es hoy doble campeón de Europa, después de cosechar dos títulos continentales consecutivos. Antes de ello, bastante antes, en 2007, fue el artífice del Real Valladolid de los récords, de los 88 puntos y del ascenso en Tenerife a ocho jornadas del final. Esta marca estuvo vigente durante un lustro, hasta que la superó el Deportivo de La Coruña con 91. Gracias a la creación del playoff, nunca un ascenso se ha resuelto tan pronto como aquel, si bien no fueron los inicios sencillos, puesto que el equipo solo ganó dos de sus seis primeros partidos. ‘Mendi’ sobrevivió, encadenó 29 jornadas sin perder e hizo historia en el club y en la categoría.
‘Somos Valladolid’
Precisamente en esa temporada 2011-12 Miroslav Djukic acuñó una expresión hoy ‘memizada’, el célebre ‘Somos Valladolid’ que simbolizaba la obligación de ganar... a pesar de cuantos problemas rodearon la entidad. Corrían tiempos difíciles, con una deuda importante que hizo peligrar incluso la existencia del club, seguramente, garantizada gracias a aquel ascenso. Los 82 puntos conseguidos por los soldados del almirante habrían servido en diez de los doce ascensos posteriores, para subir por la vía rápida, pero no fue aquella la ocasión porque, además del Depor, también el Celta lo puso difícil con sus 85 unidades. A pesar de los impagos y las deudas, en el playoff los blanquivioletas lograron volver a Primera División después de un playoff en el que el Alcorcón dio guerra y apareció por primera vez en su horizonte.
La mini-liga de Sergio
Cuando Sergio González llegó al banquillo en abril de 2018, aunque a tres puntos de la promoción, el Real Valladolid se encontraba undécimo en la tabla. Aunque perdió en su debut, pronto empezaron a llegar los resultados, la comunión con el vestuario y el gran momento de forma en el que los jugadores llegaron a final de temporada permitieron alcanzar un playoff que, por sensaciones, parecía lejano cuando Luis César Sampedro. Se consiguió la clasificación en un Zorrilla a reventar como pocas veces, ante Osasuna, y, en él, el Pucela directamente se paseó. Nunca nadie ha tocado la gloria estando tan lejos de ella a dos meses del final de la competición.
Gol de Zarfino
En 2022, el Alcorcón volvió a aparecer en escena, no como contendiente, sino como cómplice. Con Pacheta, el equipo mostraba pegada, sobre todo en casa, aunque erraba a veces donde no debía, también en Zorrilla. Después de que caer ante la Real Sociedad B hiciera parecer que se esfumaban las opciones de subir directos, los blanquivioletas ganaron cuatro partidos seguidos, pero necesitaban un favor... y este llegó por parte de Gio Zarfino. Aunque los alfareros llevaban descendidos semanas, el charrúa, en el minuto 91, marcó al Eibar, lo descabalgó del ascenso directo y motivó un estallido de júbilo en Valladolid, con un final prácticamente de película y nunca visto... hasta hasta que llegó el ascenso de Pezzolano.
Pezzolano no dimite: remonta
El Real Valladolid abandonó las seis primeras posiciones cuando perdió en Ferrol contra el Racing en la jornada 31. En el peor momento de Paulo Pezzolano en el banquillo, uno por el cual el entorno llegó a ver peligrar su puesto, en el club cerraron filas en torno a él y el vestuario lo hizo igual. Los resultados fueron a mejor a partir del triunfo contra el Eibar; aunque no jugasen bonito, el equipo fue férreo, granítico, y los pinchazos de los demás permitieron llegar al duelo ante el Villarreal B con opciones de subir. Y entonces, en 15 minutos, el sufrimiento de toda la temporada se vio condensado en el gol de la remontada amarilla, en el enésimo “Pezzolano, dimisión” y en los dos posteriores de los blanquivioletas, que derivaron en un ascenso que muchos coinciden en tildar de insólito e inaudito.
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