Laporta, esprint a la reelección
Se cumplen cuatro años desde que fuera elegido presidente por segunda vez. Después de superar graves turbulencias, parece lanzado a alargar su mandato. Este es el balance de su gestión.
Elegido presidente del Barça por segunda vez el 7 de marzo de 2021 con 30.184 votos, el 54,28% de los sufragios, Joan Laporta cumple este viernes cuatro años en el cargo. Lo hace en pie, después de haber superado un momento crítico este mes de enero, cuando la sombra del voto de censura planeó sobre la directiva. La pésima gestión del caso Olmo, el desencuentro con la Grada d’Animació y la indefinición con la fecha de regreso al Spotify, incluido el lío del alquiler del Lluís Companys, se unieron a la crisis deportiva de noviembre y diciembre. La oposición salió con todo y Laporta viajó en posición de debilidad a Arabia. Pero de Yeda regresó con la Supercopa bajo el brazo, un 2-5 al Madrid, la inscripción cautelar de Olmo y Pau Víctor y el regreso a la norma 1:1.
Dos meses después, las cosas siguen bien en la hierba. Y eso ayuda, más en vísperas del último año de mandato. Al Barça le esperan elecciones en 2026 si es que el actual presidente no decide adelantarlas si hay un éxito sonado del primer equipo de Flick. En todo caso, y aunque no lo ha anunciado, la intención de Laporta es presentarse a la reelección. Y el abogado catalán sueña con un escenario idílico en el que levante un título de los grandes esta temporada, se haga la foto con Lamine Yamal después de renovar su contrato; y se siente en el palco del Spotify Camp Nou en el regreso a casa, aunque sea con el estadio sin terminar.
En sus peores pesadillas, sin embargo, también podría aparecer otra temporada en blanco, como la pasada, la marcha atrás en la regla 1:1 por el incumplimiento de pagos con LaLiga por el caso Barça Vision, o los nuevos retrasos en el Camp Nou. Su gestión, personalista y algo oscura, alejado del brillo y el multicolor de los primeros años del primer mandato, está siendo cuestionada por la crítica y por la oposición. Acostumbrado a la fuga de ejecutivos en este mandato, se le ha acusado de rodearse de un séquito de fieles que no cuestionan sus decisiones. Se trata Laporta, sin embargo, de un presidente con intuición, que pareció haberse tirado un triple desde el centro del campo con la elección de Flick; y que, sin embargo, con Deco a su lado, ha reconstruido un equipo que parece haber pasado ya sus nuevos años de plomo. Y si Bartomeu ganó una reelección con un triplete, pocos dudan de que el coctel entre el éxito deportivo y el carisma de Laporta garantizaría su reelección. ¿El regreso al círculo virtuoso?

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ÁREA DEPORTIVA. Flick, el gran hallazgo de Jan
Cuatro años después de su regreso, Joan Laporta vislumbra el fin de la travesía del desierto. Le ha costado. Muy tocado por el adiós de Messi en agosto de 2021, apenas cinco meses después de su llegada, tampoco pudo recuperarlo dos años después, cuando acabó marchándose al Inter Miami. Pese al verano de las palancas, que le permitieron fichajes (Lewandowski, Koundé, Raphinha) que atenuaron el vacío de la marcha del argentino y le dieron la única Liga que suma en su segundo mandato, el equipo no arrancó. La apuesta por Xavi se quedó a medias y, después de una dimisión en diferido, la ratificación en la surrealista noche del sushi y la posterior marcha atrás del presidente, decidió jugársela con Hansi Flick, una apuesta personal que, de momento, le está funcionando.
Camino de los cuatro años del adiós de Messi, la travesía del desierto parece estar llegando a su fin. Laporta inicia su quinto año con opciones a los tres títulos. Líder en Liga, con un pie en los cuartos de final de Champions y la semifinal de Copa en todo lo alto, una conjunción astral guiada por Deco en su primer año completo como director deportivo ha cuadrado un equipo que conjuga el descaro de los jóvenes (Cubarsí, Lamine, Gavi, Pedri, Fermín, Balde, Casadó), con la brillante madurez de Raphinha, la veteranía de Iñigo o Lewandowski y una dirección magistral desde el banquillo. Con apenas tres fichajes (Olmo, Pau Víctor y Szczesny, por la lesión de Ter Stegen), y superada la tormenta de la ‘desinscripción’ de los dos primeros a final de año, el equipo ha encontrado el camino y ha dado la razón a Deco, que consideraba que el equipo podía competir mucho mejor que en la etapa final de Xavi con mimbres parecidos.

El director deportivo pinchó con el fichaje de los Joãos y de Vitor Roque, pero ha acertado en el cambio del staff técnico y físico y ha cerrado las puertas de la Ciutat Esportiva, evitando la masiva fuga de información que hacía insoportable el día a día. Además, y por si en verano vienen mal dadas con la regla 1:1, Deco ha renovado a la columna vertebral del equipo. A falta de Lamine Yamal, cuya ampliación está en camino, Pedri y Gavi siguen hasta 2030 y Cubarsí hasta 2029. Es evidente que el viejo Barça de Messi viaja al nuevo Barça de Lamine, pero el director deportivo quiere evitar que se vuelva a caer en la dependencia absoluta de una figura. De ahí que considere clave la creación de equilibrios.
ÁREA ECONÓMICA. Nike y el agujero negro de Barça Vision
El club azulgrana ha regresado a la regla del 1:1 provisionalmente gracias a la firma de un nuevo contrato con la multinacional estadounidense y de la venta de un porcentaje de los palcos VIPS. Pero sin resolver la inflación de Barça Vision, al que valoró en 400 millones.
El Barça celebra desde hace un par de meses su regreso a la famosa regla 1:1 de LaLiga que, en pocas palabras, le permite gastar lo mismo que ingresa. Es una foto aparentemente feliz, que ha conseguido después de dos inyecciones económicas potentes. La primera, la renovación hasta 2038 con Nike, supondrá unos 120 millones de euros por temporada. Unos 1.700 millones de euros en total si se incluye la prima de renovación de cien millones de euros. La segunda, de un mínimo de 300 millones de euros (que podría ser de hasta 400), procede de la venta de los derechos de explotación de un 5% de los palcos VIP del nuevo Spotify Camp Nou. El Barça pudo acreditar ante LaLiga un primer pago de 58 millones de euros, que sumado al prorrateo de la prima de renovación de Nike, le permitió volver a la regla del 1:1.

Pero no es oro todo lo que reluce. Sobre la institución sigue pesando la venta del 49% de Barça Vision, que el club fijó en unos 200 millones de euros que LaLiga sigue esperando después del incumplimiento continuado de Libero. Además de descuadrar los números de la entidad, el club azulgrana corre el riesgo de volver a ser excluido de la regla 1:1 del fairplay financiero. El Barça intenta encontrar soluciones. El último ha sido anunciar un procedimiento administrativo en el Registro Mercantil de Barcelona para la fusión de Barça Vision dentro de la matriz que gestiona los activos digitales y audiovisuales del club, que es Barça Produccions (Barça Media). Veremos qué consecuencias tiene, pero el Barça sigue en un aprieto.
El Barça, que aprobó el pasado mes de octubre un presupuesto ‘de contención’ de 893 millones de euros de ingresos, también ha conseguido contener en parte su masa salarial, que ronda los 500 millones de euros. De suponer un 96% de los ingresos hace unos años, los salarios representan ahora menos del 60%, lo que está en armonía con las recomendaciones de la UEFA para no exceder el fairplay financiero. El club está en plena negociación con Lamine Yamal para ampliar un contrato para el que, lógicamente, necesitará espacio salarial.

ÁREA SOCIAL. Regreso sin fecha al Espai Barça
Joan Laporta se proclamó vencedor de las elecciones a la presidencia del FC Barcelona el 7 de marzo de 2021 gracias a obtener el 54,28 por ciento de los votos y de lograr, con sangre, sudor y lágrimas, un aval millonario de 124 millones de euros que le permitieron ser investido. Desde el primer momento, la intención del presidente azulgrana fue la de recuperar la solvencia económica de la entidad sin menoscabar la competitividad del proyecto deportivo. Y eso se logró con las famosas palancas, salvadoras en el corto plazo.
Poniendo la mirada larga, el gran proyecto de este mandato era iniciar y culminar el Espai Barça y, especialmente, la reforma del nuevo Spotify Camp Nou. Un proyecto que cuando esté finalizado debe garantizar la viabilidad económica de la entidad además de dotar de recursos suficientes al club para competir con los clubes estado y contra los que tiene a un multimillonario detrás. Y para enterrar el debate sobre la posible conversión del club a SAD en un futuro.
Laporta y su directiva lograron aprobar el proyecto y su financiación. Goldman Sachs logró reunir a suficientes inversores para que pusieran 1.500 millones de euros para empezar a derribar y construir. La constructora turca Limak fue elegida entre polémica pero es la que garantizaba un mejor precio y un menor tiempo de ejecución porque el traslado a Montjuïc ha conllevado la pérdida de 100 millones de euros en ingresos.
El objetivo principal de Laporta y su junta directiva era regresar a casa por el 125 aniversario en noviembre de 2024. Se comprometieron a ello pero los imponderables que siempre existen en una obra lo hicieron imposible. Descartado, la junta se hizo un lío de fechas con el posible regreso y alimentó un retorno cercano al Spotify Camp Nou que todavía está en el aire. El club quiere jugar un partido en el estadio (con 62.000 espectadores) antes de finalizar esta temporada pero los tiempos de las obras es muy posible que no lo permita. En todo este asunto, el error del club fue alimentar las esperanzas de una temprana vuelta a casa cuando los palos en las ruedas para que así fuera cada día crecían más.

Mientras tanto, el Barcelona ya lleva casi dos cursos jugando en Montjuïc. El traslado al Lluís Companys ha sido un palo económico para la entidad pero también social porque ha visto como sus abonados no se han querido movilizar para apoyar a su equipo en el destierro. Ahora ni tan siquiera hay el Espacio de Animación, peleados con Laporta por su negativa a pagar unas multas impuestas al club por la UEFA y LaLiga por incidentes en algunos partidos. El club se la ha cargado y ha abierto un proceso participativo para idear una nueva grada de animación para el futuro Spotify Camp Nou.
El entorno social de la entidad ha estado muy movido en estos primeros cuatro años de mandato de Laporta. Se vivió el bochorno de ver el Spotify Camp Nou lleno de aficionados del Eintracht de Frankfurt, unos 30.000, celebrando el acceso a las semifinales de la Europa League. Fue una noche en la que Joan Laporta acusó a los propios socios de ser, en gran parte, responsables de lo que ocurrió por revender entradas a los alemanes. A partir de ahora, las entradas en las competiciones europeas son nominales.
Polémica también ha sido la decisión de celebrar todas las Asambleas de Compromisarios de forma telemática y han salido algunos casos que han puesto en alerta a la oposición, cada día más activa. Hubo tambores de moción de censura durante algunos días; ahora ya silenciados. Fueron especialmente insistentes con todo el caso sobre la inscripción de Dani Olmo. Las plataformas y grupos de opinión Compromissaris FCB, Dignitat Blaugrana, El Senyor Ramon, Seguiment FCB, La Resistència del Palau, Sí al Futur, Suma Barça, Som un Clam, Transparència Blaugrana y Un Crit Valent emitieron un comunicado conjunto para pedir su dimisión inmediata “para dejar paso a una nueva etapa con nuevas formas de hacer y gestionar”. A ello le añadieron el asunto de la comisión que se llevó Darren Dein por la renovación del contrato de Nike. Acusaron a Laporta de manchar gravemente la reputación e imagen del club.
Quizá muchos de estos temas los pueda resolver la reforma de los Estatutos, impulsada en mayo de 2022 y que pretende simplificar y modernizar la Carta Magna del FC Barcelona.
En solo un caso el Barcelona y su entorno han cerrado filas. Se trata del famoso ‘Caso Negreira’ y que afecta a todos los últimos presidentes, desde Gaspart, pasando por Laporta, Rosell y Bartomeu. El club espera una resolución favorable en este asunto porque siempre ha negado la corrupción deportiva pese a los pagos acreditados de 8,4 millones de euros al ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), José María Enríquez Negreira.
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