Vuelve el Atleti con los problemas de siempre

Lo llamativo, al descanso, era que el Team K-League no caminara hacia los vestuarios con el lomo doblado por el peso de una goleada en contra. El Atleti se iba con solo un gol a favor, ese marcado por Lemar en el 13′, tras una potente volea, cuando en realidad podían haber sido un saco. Pero la madera tres veces, el banderín al aire del asistente otras tres y los guantes de Chang Lee lo habían evitado. Porque el Atleti había saltado a su primer partido del verano con autoridad, al ataque y su mejor perfil pero los viejos problemas de siempre. Esa falta de puntería que, al final, acabaría penando. El All Star terminó el partido bailando y con el marcador 3-2 a su favor.

Un final difícil de intuir en esa primera parte en la que solo faltó definición. Lo demás, touché. El primer once del verano del Cholo tenía mucho de oficial si mañana empezara la Liga. Las ausencias (Oblak, Giménez, Nahuel, Carrasco, Llorente, Reinildo, Memphis y João que, si no juega, poco se va a revalorizar) no se notaron. Grbic candaba la portería, Witsel ejercía con tino de tercer central y Simeone estrenaba carrileros con sobresaliente. A la derecha, Azpilicueta, un hombre que rezuma cerebro y capitanía, un tipo que acaba de llegar pero como si hubiese nacido en el Atleti también en el juego. A la izquierda, Samuel Lino, un futbolista que a cada zancada gritaba que debe quedarse. Porque hay amores que llegan en julio para quedarse todo el año. Y Lino es todo velocidad y electricidad, sin regates de sobra. ‘Ooohhh’ no dejaban de brotar de la grada cada vez que rozaba un balón y corría la banda.

Samuel Lino

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Enfrente, en ese combinado de estrellas de la liga coreana, elegido por los propios aficionados, se notaban más rodaje y piernas. Pero eso no amilanaba a un Atleti lozano que crecía desde su buena salida de balón y un De Paul que sigue en su prime de diciembre. La hierba a los pies de Grbic era virgen. Mientras, todo sucedía alrededor de Chang Lee. Pero nada, salvo el disparo de Lemar, se quedaba, para desesperación de Morata, perseguido hasta Corea por los fuera de juego.

Tres goles hizo, pero ninguno valió. El primero tras remachar un pase filtrado de De Paul delicioso, el primero también en testar al portero coreano con un disparo desde la frontal nada más comenzar el partido. El segundo fue tras recorte en el área y un zurdazo al palo largo. Media rodilla una vez, un pie otra, ese banderín siempre hacia arriba como broma macabra. El día que cambie, eso sí, la norma del fuera de juego, hace números de Haaland. Antes del descanso llegaría el tercero. Esta vez, él estaba bien, en posición correcta, no así Lino, su asistente. El Team K-League silbaba liviano camino de vestuarios. De la que se había librado. Todo cambió en la segunda parte. Para aprendizaje del Cholo.

Segunda parte, otro Atleti peor

Porque el descanso vino como como septiembre, lleno de cambios. Otro Atleti brotó de los vestuarios del Seoul World Cup, donde antes había titulares ahora se presentaban aspirantes y chavales con tres fichajes: Soyüncü, Mouriño y Javi Galán. El primero bien, el segundo, regular, el último sin mucho que contar. Una salida en falso de Gomis provocó el empate del Team K-League para dejar una verdad inmutable sobre el tejado del Cholo: que se recupere pronto Oblak porque el Atleti, sin además falta Grbic, juega sin red. El combinado coreano, también casi por completo otro, se movía con más tino y mejor. El Atleti de los meritorios se desinfló, sin control y rala circulación de balón. Riquelme en la punta, fuera de sitio, Saúl preocupantemente perdido. El Team K solo necesitó dos golpes más para tumbarlo.

Porque si Carlos Martín adelantó de nuevo al Atleti a cinco del final, el All Star volvió a darle la vuelta en minutos. Primero con ayuda de Mouriño, que se estrenó con un penalti torpe y absurdo. Después, con un trallazo de Soon-Min. La goleada al lomo del Cholo, con muchos deberes aún por hacer en este verano.