Valverde, príncipe de las finales
El uruguayo volvió a ser vital, como ante el Atleti en la Supercopa 2019-20 o en la final de la Champions en París. Ha superado un duro momento personal y ya dejó atrás los 10 goles que le pidió Ancelotti.
Fue la de Rabat otra final en la que el Real Madrid volvió a notar la diferencia que supone tener a Federico Valverde entre sus filas: dos goles del uruguayo para apuntalar la goleada blanca al Al Hilal (5-3) y levantar el Mundial de Clubes. Ha sido, en términos generales, un torneo sanador para Valverde: hizo otro tanto en la semifinal ante el Al Ahly, rompiendo una sequía que se prolongaba desde el 2 de noviembre (con un Mundial de por medio), y por el camino ha respaldado la confianza que le trasladó su entrenador desde el mismo inicio de la temporada.
“Si no haces al menos 10 goles en una temporada, yo tengo que romper mi carnet de entrenador”, le dijo Ancelotti, en relación a su escasa incidencia en el ataque blanco pese a sus ingentes cualidades para la fase ofensiva, con su velocidad y su imponente disparo con la derecha al frente. Tenía motivos para ello el italiano: en sus primeras cuatro temporadas en el primer equipo del Real Madrid, apenas anotó seis goles en total. Este curso ya son 11, casi el doble, y queda de aquí a junio para que engorde esa estadística, para alegría de un Carletto que respira tranquilo y con el carnet que le acredita como preparador a buen resguardo. Aunque tampoco es que a Ancelotti le hagan falta carnets para acreditar sus aptitudes, para eso ya tiene unas vitrinas pobladísimas.
El partido de Rabat, además, acreditó la tendencia de Valverde a aparecer en las finales, en los duelos del todo o nada. Tiene un cierto historial Valverde a este respecto, que empezó en la final de la Supercopa de España 2019-20, ante el Atleti, en un duelo que produjo una curiosa paradoja: no marcó ni asistió, ni lanzó ninguno de los penaltis de la tanda que decantó para quién sería el trofeo, y no lo hizo porque había sido expulsado con roja directa; pero, con todo ello, fue elegido MVP del partido, disputado en Yeda (Arabia Saudí). Aquella falta a Morata cuando se iba directo a por Courtois recibió elogios y reproches, pero fue sin duda la jugada clave que posibilitó el título, el segundo de Valverde con el Real Madrid (ya lleva ocho, entre ellos dos Ligas y una Champions).
Aquello fue un aperitivo comparado con lo del curso pasado. Para abrir boca, metió en la final de la Supercopa de España al Madrid marcando el gol decisivo en el Clásico de Riad ante el Barcelona (2-3); y, en el último duelo del curso, cedió el rol de goleador a Vinicius, al que asistió para que anotase el 0-1 ante el Liverpool en París que valió una Champions, la 14ª en la historia blanca. En Rabat, el Al Hilal sabía a quién debía tener vigilado, pero de poco le sirvió: dos goles del uruguayo rumbo a un nuevo trofeo para el museo del Bernabéu.
Valverde sale del agujero
“Le estoy muy agradecido por no tener que romper el carnet... Ha vivido un momento muy difícil, pero nos aporta mucho, también desde el lado derecho”, comentó Ancelotti tras el encuentro a la hora de ponderar el peso del uruguayo en el nuevo título, el noveno del técnico con el Madrid. Pasó de puntillas, pero no obvió lo evidente: Valverde no venía siendo el que había sido antes del Mundial. El propio jugador ya lo reconoció antes de la semifinal: “Antes del Mundial mi rendimiento era bueno y ahora no es el mismo. Hay baches. Pero en poco tiempo volveré a ser el de antes”.
Un bache que, ya se sabía, tenía su origen en un problema personal; su pareja, Mina Bonino, así lo había exteriorizado en sus redes sociales. Durante la final del Mundial de Clubes, fue más explícita aún: durante un mes han tenido que tirar para adelante sabiendo que había grandes posibilidades de que el embarazo de ella no iba a llegar a buen término. Sin embargo, las pruebas recientes revelaron que, por fortuna, las previsiones más pesimistas no se cumplirán. Un motivo de alegría que el propio Valverde festejó al celebrar sus goles. “Esto es empezar de nuevo”, escribió Bonino; también para Valverde, el príncipe de las finales al que el Madrid necesita en sus retos, los de mayor altura, de aquí al final de la temporada.