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REAL VALLADOLID

Un Real Valladolid castigado por los ‘momentos’... y por algo más

El Pucela sucumbió ante el Athletic al ser incapaz de neutralizar a los Williams, principalmente a Iñaki, que castigó la mala defensa de su banda.

Actualizado a
17/03/23 PARTIDO PRIMERA DIVISION
REAL VALLADOLID - ATHLETIC DE BILBAO
MONCHU TRISTEZA
PHOTOGENICDiarioAS

El Real Valladolid volvió a desangrarse, en esta ocasión, en su propia casa, donde cuajó ante el Athletic una actuación endeble, con problemas recurrentes no resueltos, ya fuera por la inspiración de los atacantes rojiblancos, que existió, o por sus propios errores, que, como frente al Celta, los cometió de manera reiterada, mostrándose incapaz de cerrar aquellas vías de agua por las que los Williams, principalmente Iñaki, le castigaron.

Pulsos ofensivos

Por momentos, el Real Valladolid presionó alto y bien. Lo hizo al inicio de las dos mitades, en las que consiguió dar con hombres avanzados en ventaja en algunas ocasiones. En los primeros diez minutos, Escudero activó en vertical a Larin, primero, y a Óscar Plano, después, para que fuera este quien centrara hacia Larin. Gracias a ello, se generaron dos acciones amenazantes; la primera, anulada por un presunto fuera de juego. Fueron, sin embargo, un bagaje un tanto escaso.

En el segundo tiempo, en el minuto 48, Monchu habilitó a Plata, por primera vez, en aparente situación de peligro, con metros por delante. El extremo ecuatoriano hizo su habitual fuera-dentro para buscar posición de disparo, pero Íñigo Martínez fue al suelo y achicó bien. No estuvieron los leones tan precisos en la acción del gol, en la que Dani García se resbaló después de que el Pucela fortaleciera su lado izquierdo con el refresco de Olaza, con mayor presencia física, y con la chispa de Pozo, cuyo debut resultó prometedor, aunque fuera rápidamente aplacado.

Zonas casi inexploradas

Plata, sin brillar, completó cuatro regates. Larin, sin poder hacerlo tampoco, marcó un gol y tuvo las dos intentonas antes descritas. Al equipo le faltó capacidad para activar a sus dos referencias prácticamente durante todo el partido, con solo seis envíos atinados hacia el área, bien a través de centros o mediante pases. El mapa denota otras dificultades, como la que tuvo el equipo para encontrar combinaciones y posiciones de mediapunta y profundidad por la izquierda.

Óscar Plano e Iván Sánchez, los llamados en primer término a intervenir en esas zonas, fueron, después de Larin, los dos titulares con menor participación en el partido. El madrileño se vio obligado a tener una mayor presencia defensiva (en volumen; en acierto no fue tal) y el jienense no encontró su sitio en ningún momento, perdido entre las tres piezas tan dinámicas que alineó Ernesto Valverde enfrente.

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Duelos perdidos por jugadores clave

En lo que va de curso, el Real Valladolid ha ganado más duelos que el Athletic. Los blanquivioletas promedian más en volumen y porcentaje, habiendo ganado hasta la fecha 53 por partido (50,.5%), por los 47 de su rival (48,2%). Parte de este éxito viene de las disputas terrestres, donde los 40,3 (53,3%) de los de Pacheta están por encima de los 33,7 de los de Valverde. Únicamente en los aéreos es superior el cuadro bilbaíno, con una media de 13,2 (50,4%) disputas por encuentro, por las 12,7 /(43,3%) de aquel a quien venció en Zorrilla.

Esto marcó la diferencia, puesto que fueron 27 las pugnas aéreas que ganaron los rojiblancos por las 18 de los vallisoletanos, que se impusieron en las otras por 41-37. Esto pasó, además, con figuras clave como los mediocentros, inferiores en todo momento, así como los laterales. Monchu ganó dos duelos de diez, Kike Pérez cuatro de once, los mismos que Fresneda... Solo Escudero superó el 50% de ganancia, con un seis de nueve. El problema, no obstante, no fueron las pugnas en sí, sino también, especialmente, todo lo que pasaba a partir de ellas.

Padecimiento ante los Williams

Pese al dato anterior, más que un partido, para Escudero lo sufrido fue una penitencia. Una y otra vez, desde el inicio, se vio desbordado, si no en posición, sí en el entorno; esto es, cuando Iñaki Williams no le ganaba en carrera, se veía, como poco, en un uno para uno frente a él, cuando no en inferioridad. Y no era día para no igualar fuerzas por ahí, puesto que De Marcos es el máximo asistente rojiblanco y el futbolista que más centros sirve de todo su equipo. El 0-2 fue su punto álgido, aunque ahí encontró Valverde la mayor debilidad pucelana.

A los once segundos, el lateral percutió por primera vez y puso el primer servicio, que se convirtió en un saque de esquina tras el despeje de El Yamiq. Contando el gol mencionado, salen al menos ocho ocasiones en las que alguien apura línea de fondo por ese costado para servir atrás a lo largo de los más de 90 minutos, un claro debe que no pertenece solo al lateral de Santovenia, sino que tiene también relación con las ayudas y la intensidad en estas.

Por ejemplo, alrededor de la media hora hay dos situaciones de este tipo, en las que el conjunto blanquivioleta no está preciso para frenar los avances del lateral. Óscar Plano replegaba, pero en estático a menudo, y cuando no, era uno de los dos medios el que se encontraba próximo a la acción, pero no encima de ella. Así, en el 34′, De Marcos llega para centrar con Williams ganando área y sin que nadie le frene y, en el 38′, hay un dos para dos aparente, con Escudero emparejado con Iñaki, pero la ayuda, lejos, en ese momento, de Óscar Plano por dentro, y no en situación de neutralizar la llegada de su teórico par, algo que vuelve a suceder en el 45′, en una jugada que acaba en un córner.

En el segundo periodo esta situación se repite en hasta tres ocasiones antes del 0-2: en esas tres, o no existe cobertura al lateral, en clara inferioridad física, o esta está demasiado alejada o templada como para amenazar al centro. El tanto de Guruzeta, no en vano, llega en la quinta posibilidad semejante, solo que Javi Sánchez y Joaquín desbarataron las dos primeras del delantero y Sancet y Vesga no atinaron en el remate de las otras dos.

Concluyendo con la repetida problemática anterior, hay un repliegue ilustrativo de Cyle Larin, en el que persigue a De Marcos para evitar el dos para uno, algo que llega a conseguir, pero, cuando sucede el cambio, con Plano recogiendo su posición, se genera un tres para dos y un nuevo desajuste: Iñaki Williams se mantiene abierto, con Escudero perfilado para ir a por él, y con De Marcos y Vesga teniendo que ser vigilados por Plano, sin ningún medio cerca.

Por si todo esto fuera poco, en el lado contrario el menor de los Williams también fue un incordio, completando su mejor partido de la temporada en cuanto a desborde: ejecutó con éxito seis de los ocho regates que probó, uno más que contra el Barcelona, cuando estableció su mayor marca. De esta manera, multiplicó por tres su media del curso, de 1,9 conseguidos, y por dos los intentados, cuatro por partido. Lo sufrió especialmente Fresneda, que fue regateado dos veces y tampoco estuvo preciso en los duelos, precisamente, uno de sus fuertes.

Reacción fallida

Que Fresneda tuvo un mejor acompañamiento que Escudero lo evidencia el hecho de que Plata completase diez recuperaciones, más que ningún otro jugador de campo del Real Valladolid. Con Olaza la sensación fue distinta, pero probablemente porque el contexto también lo era. No obstante, los seis balones que Pozo recuperó sirvieron como mayor apoyo para el charrúa que el que había tenido el de Santovenia. Entre los dos, además, parecieron voltear la sensación de que el suyo era el lado débil para convertirlo en el fuerte, por el que llegaron dos situaciones de peligro.

Sucedió entonces que llegó el 1-3, en el fatídico penalti por mano de Joaquín, que convirtió la reacción en fallida, y no solo en tardía, puesto que la repetición de determinadas situaciones parecía invitar a tomar decisiones, eso sí, difíciles, en tanto en cuanto el equipo se marchó al descanso por debajo en el marcador. Con las sanciones de Roque Mesa y Hongla, los jugadores más posicionales, una alternativa de velocidad podría haber sido la entrada de Lucas Rosa, algo que Pacheta debió valorar, puesto que llegó a calentar. A la postre, diría el entrenador, los “momentos” le castigaron: el 0-2 llegó cuando estaban los dos primeros cambios preparados y el 1-3 justo cuando el equipo más apretaba.