Un milagro llamado Bordalás
El Getafe se coloca tercero en la tabla a pesar de tener la plantilla menos valorada de los últimos cuatro años. Ni las penurias de las inscripciones frenan el inicio azulón.


El Coliseum vuelve a vibrar con acento bordalista. Tres victorias en cuatro jornadas, un tercer puesto en la clasificación y la sensación de que el Getafe de José Bordalás, una vez más, ha aprendido a competir contra todo y contra todos. El arranque de la temporada 2025-26 sitúa al conjunto azulón con 9 puntos de 12 posibles, con triunfos de prestigio —0-2 en Vigo, 1-2 en el Sánchez-Pizjuán y 2-0 frente al recién ascendido Oviedo— y una única derrota, la sufrida con contundencia en Mestalla (3-0). Un inicio que no entiende de presupuestos ni etiquetas, y que confirma que este Getafe es, otra vez, un equipo incómodo, reconocible y tremendamente eficaz.
De más a menos en millones, de menos a más en competitividad
El contexto hace aún más meritoria la campaña. Desde que Bordalás regresó al banquillo, el valor de mercado de la plantilla ha ido cayendo de manera progresiva, según datos de Transfermarkt: 2022-23: 118,9 millones, 2023-24: 133 millones, 2024-25: 87,7 millones y 2025-26: 63,8 millones.
Lo que en otras latitudes se interpretaría como un signo de debilidad, en el sur de Madrid se ha convertido en el combustible que alimenta la identidad. La plantilla actual es la menos valorada de las últimas cuatro temporadas, pero el rendimiento colectivo desmiente cualquier discurso economicista. Bordalás ha vuelto a erigir un bloque de hierro, disciplinado en defensa, agresivo en la presión y vertical cuando encuentra la oportunidad.
La fábrica invisible de Bordalás
Parte del secreto reside en la capacidad del técnico alicantino para detectar talento oculto y convertirlo en futbolistas de élite. Ya lo hizo con Uche, un desconocido que explotó bajo su mando hasta ser vendido a la Premier League por 22 millones de euros. Hoy, los nombres que agitan al Coliseum son los de Adrián Liso, autor de tres goles en este arranque, y Davinchi, una perla de apenas 17 años que empieza a asomar en el primer equipo con desparpajo y atrevimiento.
El Getafe se ha especializado en esta alquimia: jugadores jóvenes, baratos o sin escaparate que encuentran en el método Bordalás el entorno perfecto para crecer. La intensidad como escuela, el rigor como sistema y la confianza como trampolín.
El sello de siempre, con nuevas pinceladas
Lo llamativo de este inicio no es solo la eficacia de los resultados, sino la madurez con la que el Getafe se impone en escenarios complicados. Ganar en Balaídos o en el Sánchez-Pizjuán, lejos de ser golpes de fortuna, responden a un plan trabajado y repetido hasta el detalle: defender juntos, minimizar espacios, desgastar al rival y aprovechar al máximo las ocasiones. En un campeonato dominado por los gigantes de siempre, el Getafe se reafirma como esa piedra en el zapato que incomoda y sorprende a partes iguales.
El desafío que viene
La pregunta es inevitable: ¿hasta dónde puede llegar este Getafe con una plantilla que, sobre el papel, vale la mitad que hace apenas dos temporadas? Bordalás esquiva la retórica con la misma frialdad con la que sus equipos cierran partidos: partido a partido, bloque sobre bloque. El reto no es sencillo, pero si algo ha demostrado este club es que la competitividad no siempre se mide en millones.
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De momento, el Coliseum sonríe. Y en una liga cada vez más polarizada por los grandes presupuestos, el Getafe de Bordalás vuelve a ser la prueba viviente de que el fútbol, todavía, no se compra: se juega, se lucha y, a veces, se gana contra todo pronóstico.
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