Atlético

Un Atlético sin plan B

Las bajas condicionaron mucho al equipo rojiblanco en San Mamés. Ni Gallagher ni Almada dieron la talla.

Thiago Almada. Un Atlético sin Plan B.
RODOLFO MOLINA
Patricia Cazón
Patricia Cazón Trapote nació en Zotes del Páramo, León, en 1980. Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca y Master de El País trabajó en El Diario de León y El País Semanal antes de llegar a AS en 2004. Cronista del Atlético desde 2016, es autora de cuatro libros y tertuliana en El Golazo de Gol y Estudio Estadio.
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Lo cierto es que Simeone no tiene Plan B. Si falla el primero, el A, vacío. La plantilla vuelve a demostrar la descompensación de comienzo de temporada, un desastre del que el equipo rojiblanco había logrado escapar en noviembre, con los partidos en el Metropolitano y siete victorias seguidas, entre todas las competiciones, que le habían metido la cabeza en la lucha por la Liga. La distancia con el Madrid y el Barcelona se había terminado. De hecho, durante unos instantes, tras marcar en el Camp Nou alcanzó el coliderato de la Liga. Pero duró poco, apenas un espejismo. La realidad rojiblanca vuelve a ser la del comienzo de la temporada: el líder, el Barça, a nueve puntos. Lejos, lejos, como los secundarios que entraron en San Mamés en el lugar de futbolistas de baja como Cardoso, Baena o Llorente.

Gallagher entrenará muy bien, le llenará mucho el ojo al Cholo en el Cerro, pero lo cierto es que cuando llegan los partidos, la historia se repite: no le da ni el físico ni la contundencia. Para muestra, una comparación, con Pablo Barrios en San Mamés: si el inglés intervino en 29 ocasiones por las 66 del canterano. De hecho, el trabajo del 8 en el tiempo que compartió con Conor (la primera parte) fue doble: hacer lo suyo y arreglar lo que hacía mal el francés. En un partido de físico, tampoco.

Gallagher había sido uno de los tres cambios que, obligado por las lesiones, había introducido Simeone. Él debía hacer de Cardoso, que se marchó tocado del Camp Nou por un fuerte golpe en la rodilla, mientras que Almada estaba llamado a hacer de un Baena que es la clarividencia cuando está de corto sobre la hierba. Pero Almada, que había visto pasar los 270 últimos minutos del Atlético desde el banquillo, no tiene las mismas pilas. Si el argentino comenzó la temporada llenando el ojo, con aquella primera hora rojiblanca en San Mamés formando un triángulo mágico de fútbol con Julián y con Baena.

Solo Pubill se salva

Su polivalencia y calidad han quedado sepultadas bajo la frialdad que provoca cada vez que juega. Ante el Athletic tuvo un remate a portería y creó cero ocasiones de gol, poco bagaje para un futbolista ante la oportunidad de tirar la puerta y demostrarle al entrenador que merece más minutos. Como ha hecho Pubill. Porque Pubill apenas había jugado 158 minutos pero en cuanto ha tenido la ocasión le ha demostrado a Simeone que estaba equivocado, que está para jugar.

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Pero Nico Gonzalez se ha diluido, Raspadori es casi intranscendente, Ruggeri casi lo mismo, Nahuel, un sospechoso habitual... Y las jornadas siguen pasando. Y el Atleti reza porque sus jugadores del Plan A ni se resfríen. Porque al B, de momento, no le alcanza.

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