Un año ya del día en que Griezmann cambió para siempre
El 20 de febrero de 2024 el francés sufrió un esguince de tobillo en la ida de octavos ante el Inter que le convirtió en otro futbolista.


Al término de aquel partido del 20 de febrero del año pasado, Griezmann pasaba tranquilo ante los periodistas, en la zona mixta de San Siro, Italia. Leve cojera, gesto sereno y un “moderado” en la boca. Moderado el esguince que había sufrido en el partido del que se marchaba, rumbo al autobús y vuelo de regreso a Madrid. El Inter-Atlético, ida de octavos de la Champions 24-25, 1-0 para los italianos. En ese momento no solo era el mejor futbolista de todos los que hayan pasado por las manos del Cholo y la historia rojiblanca, era el mejor de la temporada. La guía. La luz. Acababa de superar, además, los 173 goles de Luis en lo alto del ránking del club. Hubo quien se agarró a ese “moderado” pensando que podría jugar la vuelta de las semifinales de Copa del Rey ante el Athletic a las que el equipo de Simeone se enfrentaba justo después. Pero no lo hizo, claro. Regresaría tres semanas más tarde, de nuevo ante el Inter. Forzando para estar en el ‘to be continued’ de esta eliminatoria de Champions a vida o muerte. Cuando, quizá, ya había cambiado para siempre.
Porque el Griezmann que jugó aquella vuelta de octavos ante el Inter que el Atleti ganó ya acabó el duelo con una bolsa de hielo sobre esa articulación. Su fin en cada encuentro, partido a partido, desde entonces, hasta mayo. Y el Griezmann que hasta ese momento llevaba 19 goles (y ocho asistencias) solo hizo cinco más, y en dos partidos, en los once duelos que a continuación disputó en la temporada que quedaba. La fatiga podía leerse sobre su cuerpo. Ese Antoine Superman, con capa, capaz de enfundarse el frac en el ataque y el mono de trabajo en la defensa, en cada partido, ya no llegaba en las carreras. No le alcanzaba. Aquí, en el Metropolitano, ya no estaba. Quizá el tobillo. Quizá la cuenta de los años en su DNI (va para los 34 en marzo). Pero era menos Griezmann aunque nunca deje de serlo: uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol para siempre aunque siempre infravalorado. En la Eurocopa de Alemania 2024 no mejoró. Acabó siendo suplente en la semifinal ante España en ese equipo y para ese entrenador, Deschamps, al que llevó a tantas finales (Eurocopa 2016, Qatar 2022) e hizo campeón del mundo (Rusia 2018). Qué corta e injusta es a veces la memoria en el fútbol.
Pero el tiempo pasa para todos y todas las velas del mundo parecían alojarse en el tobillo de un francés que, él mismo lo ha reconocido, en su biografía Detrás de una sonrisa, no sabe estar lesionado. Nunca lo ha estado. O casi nunca. Muy pocas veces y, claro, eso es yugo cuando el cuerpo no deja. La 24-25 la comenzó con la decisión de colgar la camiseta de Francia, diez años, 134 partidos, 44 goles y esa copa del mundo después. Ese final de los viajes y partidos de ida y vuelta desde y a Clairefontaine en los parones alargaría su vida en su club, con el Cholo. Aunque sea a trompicones, a gotas, a algunos partidos, un poco de Griezmann siempre es mucho. Quien lo probó lo sabe. Simeone, el primero.
Los debe de la Champions
Ese Griezmann que, cuando a veces agarra la pelota es capaz de parar el tiempo, el ruido, para volver a ser el hilo que da forma al collar del juego del Cholo cuando brilla. Aunque cada vez sea menos. Aunque se palpe su ocaso. En la hierba ya casi siempre solo ese Griezmann de después del esguince moderado en el tobillo. En muchos de los últimos partidos del Atleti parece que no está aunque sea titular: su única suma en las estadísticas es la de los balones perdidos (19 ante el Celta, Atlético Stats). Pero lleva 21 goles generados ya esta temporada y nadie duda de que alcanzará los 200 con la rojiblanca. Ayer, desde la sala de prensa, Simeone le lanzó halagos desde la sala de prensa, esas palabras recalcando lo que siempre será: el mejor futbolista de todos los que por sus manos hayan pasado. “Es un jugador extraordinario, diferencial, nos hace tener un salto de calidad. Claro que hay partidos que no lo hace bien, como tantos otros compañeros. Estará en mi lectura interpretar la gestión de su juego. Yo confío absolutamente en él”. Pues. Que aunque el de hoy no sea aquel Griezmann de antes del esguince sigue siendo Griezmann. El mejor de los futbolistas que han llevado el escudo del Atleti al pecho. Y la historia de la Champions le debe una. Aquel penalti al travesaño en la final de 2016. En San Siro, por cierto, donde ya son dos.
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