Tchouameni y diez más
El francés pasa de discutido a imprescindible para Ancelotti en una temporada en la que escuchó sonoras pitadas en el Santiago Bernabéu.


El Real Madrid tiene pocas certezas en estos momentos. En la portería, a Courtois pese a que esta no está siendo su mejor temporada; en la delantera, a un Mbappé que en su primer año en el club blanco ya lleva 36 dianas, aunque con el lunar de no haber aparecido en unos cuantos días grandes; y en el centro del campo, un Aurélien Tchouameni (25 años) que empezó la temporada parcialmente discutido, que vió cómo se hundía su imagen a ojos del madridismo y que, en los últimos meses, se ha rehabilitado hasta hacerse imprescindible para el equipo de Ancelotti. Ahora mismo, el Madrid son Tchouameni y diez más.
No está siendo fácil el camino del ex del Mónaco en el Madrid, al que llegó en 2022 a cambio de nada menos que 80 millones de euros fijos (más otros 20 por objetivos). Su primera temporada tuvo dos partes bien diferenciadas: hasta el Mundial de Qatar rindió a buen nivel, justificando su papel como sustituto de una leyenda como Casemiro; tras la cita mundialista, perdió terreno y acabó la campaña como suplente.

La siguiente, es decir, la pasada, Ancelotti se entregó a él de forma mucho más decidida y su rendimiento fue irregular, con luces y sombras, pero en general aceptable, aunque no pudo estar en la final de la Champions ante el Dortmund por lesión. Pero la sensación general era de que había dado un paso adelante y dicha sensación debía confirmarse esta campaña. Pero ese tren estuvo bien cerca de descarrilar.
Su primer tramo de este curso 2024-25 dejó mucho que desear, sobre todo cuando le tocaba actuar como mediocentro defensivo, la posición que, en teoría, debería dominar más. Y tocó fondo a finales de octubre y principios de noviembre, en dos derrotas en el Bernabéu en las que quedó especialmente señalado: el 0-4 ante el Barcelona en Liga y el 1-3 frente al Milan en Champions. El segundo de esos duelos fue para él un punto de inflexión: falló en el 0-1 de Thiaw, muy blando por arriba a balón parado, algo en lo que debería destacar, y en el 1-2 de Morata perdió el balón tras un pase pésimo y luego replegó trotando. Todo ello cristalizó en una sonora pitada del Bernabéu cuando le llegó el siguiente balón en juego y Ancelotti, viendo que no sumaba nada al equipo y que el ambiente era cada vez más hostil, le retiró en el descanso. Semanas después, tras el 2-5 ante el Barça en la final de la Supercopa de España en Arabia, en la que tampoco salió bien parado el francés, el Bernabéu le dedicó otra pitada en la previa de un duelo de Copa ante el Celta. Y aquellos silbidos parece que fueron un toque de atención que Tchoaumeni supo captar; desde entonces es otro jugador.
“Es un jugador de carácter”
Ancelotti le mantuvo la confianza contra viento y marea: “Es un toque de atención de la afición y es aceptable. Él ha reaccionado bien, es un jugador de carácter”. Y el ex del Mónaco se lo agradeció con actuaciones sobresalientes. Como las dos contra el City en Champions (en la ida como central, en la vuelta como medio). Ante el Arsenal no jugó la ida y el Madrid pareció notarlo y en la vuelta fue de lo poco salvable. En la final de Copa ante el Barcelona dio esperanzas de triunfo anotando el 1-2. Y frente al Celta, en la última jornada de Liga, fue el mejor recuperador blanco con siete posesiones recobradas.
Es el segundo jugador de campo con más recuperaciones en el Madrid, con 204 esta campaña, sólo superado por el omnipresente Valverde (233). Una labor en la que está especializado, pues llegó como el mejor recuperador de la liga francesa en la temporada 2021-22. Ahora, el Madrid se construye en el medio a partir de su figura.
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