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Tchouameni se enmienda a sí mismo

Con Casemiro, sin Casemiro, el Madrid no pregunta para ganar. A la cantinela de Iago Aspas durante la semana, arraigada en la razón, correspondió el equipo de Ancelotti con uno de esos partidos en los que siendo hasta peor por momentos, se impone con contundencia categórica. Tan a menudo sucede que no responde a la casualidad. El hábito de vencer en el Madrid sobrepasa a cualquiera y hasta te golea. Modric se puso el traje de las grandes noches y orquestó un triunfo que, pese a la contestación del Celta durante un buen tramo del duelo, merece la resonancia justa. Tchouameni se manejó con jerarquía, pese a que el colectivo no respondió de inicio. Camavinga estuvo peor, loco detrás de las apariciones de Aspas y Fran Beltrán y las incorporaciones de Hugo Mallo. Pero al Madrid no le incordia ningún contratiempo. Mata a cualquiera. Las transiciones finiquitadas por Vinicius y Valverde ratifican su rotundidad.

La que tuvo Tchouameni durante toda la noche. Objeto claro de escrutinio, el mediocentro francés respondió como se debe pedir a un jugador que ocupa esa posición. Cerró el área, se hizo vencedor en los duelos y construyó con sentido la salida para sortear la presión. Quizá esta última virtud fue su mejor aportación en el partido, acompañando la contra si podía. Obviamente a veces su escudo fue agujereado a sus lados, pero más por defectos tácticos del Madrid que por culpa individual. Nada que ver con su conducta en Almería. Tchouameni rindió al nivel que se le debe esperar. Sin Casemiro, con Kroos en Madrid, pero con Modric... y Vinicius. Ellos nunca perdonan.

Cobertura en el área

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Tchouameni acude a zona defensiva para ayudar a Militao y Alaba en una situación de centro lateral de Javi Galán. Está en el lugar que debe y su corte permite al Madrid salir en transición para que Modric alumbre el gol de Vinicius.