Tamudo, el ‘responsable’ del empate entre Real Madrid y Girona
El gol de Rodrygo en el 88′ que hubiera significado la victoria blanca fue anulado por la regla que se cambió después del célebre tanto del icono del Espanyol en la final de Copa de 2000.
Llegaba el partido a su desenlace cargado de polémica, por la mano de Marco Asensio que derivó en el gol de Cristhian Stuani de penalti. Y, con ese 1-1 en el marcador del Bernabéu, en el minuto 88 anotaba Rodrygo Goes el tanto que iba a suponer la victoria del Real Madrid ante el Girona. Sin embargo, a Mario Melero López en el césped e Ignacio Iglesias Villanueva en el VAR no les tembló el pulso: gol anulado por falta sobre Paulo Gazzaniga y empate definitivo. Un resultado que, en su raíz, se debe a Raúl Tamudo.
No es que el icono del Espanyol estuviera este domingo en el terreno de juego de Chamartín, ni que tuviera que ver con la decisión adoptada por el cuarteto arbitral. Sencillamente es que una acción suya, hace más de 22 años, cambió la regla que impidió al Madrid celebrar el 2-1 frente al Girona. Aquel 27 de mayo de 2000, en un estadio de Mestalla repleto a rebosar, el entonces delantero perico abría el camino hacia la consecución de la Copa del Rey, en el minuto 2 de la final, Tamudo aguardó a que Toni Jiménez, guardameta del Atlético de Madrid, botara el balón en el inicio de una jugada para sorprenderlo desde atrás, robarle el esférico con la cabeza y anotar un célebre golazo.
Tal revuelo causó aquella acción que no solo le granjeó fama de pícaro, de ‘murri’ como lo definió Eudald Serra, el narrador de Catalunya Ràdio, sino que dio pie a cambiar el reglamento. Desde la temporada siguiente, se protege al portero, por mucho que incluso el entrenador del Girona, Míchel Sánchez, reconociera en el caso de Rodrygo ante Gazzaniga, quien tenía el balón entre una de sus manos y el césped, “yo pienso que es gol”.
Así lo constata literalmente la International Football Association Board (IFAB): “El guardameta estará también en posesión del balón en sus manos cuando: retenga el balón en las manos o entre la mano y una superficie (por ejemplo, el suelo, su propio cuerpo) o cuando lo toque con cualquier parte de las manos o los brazos, excepto si el balón rebota en el guardameta o después de que este haya efectuado una salvada; cuando sostenga el balón con la mano abierta y extendida; haga rebotar el balón en el suelo o lo lance al aire”. Ese párrafo, el 12.2, lo originó aquella genialidad de Tamudo.