Suframos juntos, pero un poco menos si puede ser...
Ya van siete jornadas y el Real Valladolid ha entrado, por fin, en puesto de descenso directo. Todo comenzó bien con la victoria inicial ante el Espanyol, pero a partir de ahí, dos puntos de 18 y caída progresiva en la clasificación. En total 15 goles encajados y la sensación de que defensivamente el equipo de Pezzolano es una especie de ONG que va repartiendo felicidad allá por donde va. Y en ataque las cosas no están mucho mejor. Tres goles en siete partidos, escasas ocasiones y nulos mecanismos de ataque ya que siempre es lo mismo, balón a banda, centro inofensivo y pelota para el rival. Ni balones interiores, ni paredes cerca de la frontal del área y ya, ni siquiera, los disparos lejanos que temporadas atrás realizaban hombres como Monchu o Roque Mesa. Es un Valladolid muy débil al que se le hace un mundo tratar de ganar en estos momentos a cualquier rival. Y decir o pensar lo contrario es engañarse. No es fácil recordar a un conjunto blanquivioleta que defienda tan mal y que sea tan inofensivo a la hora de atacar la portería de su rival.
Atrás, sin Tárrega, Boyomo y Javi Sánchez, el panorama es desolador. El único que ha cumplido bien es Juma. El africano demostró intensidad defensiva y no se complicó la vida. Fue capaz de soltar dos patadones para despejar y de realizar excelentes cambios de orientación. El resto, de pena. Ni despejan, ni defienden, ni sacan el balón jugado con seguridad. Mal asunto. Los laterales cumplen, sin más, y los centrocampistas le ponen corazón pero poco fútbol. De los delanteros, salvo Moro, mejor ni opinar. Da lo mismo quien salga. Excepción para la portería donde Hein se esta convirtiendo en un guardameta fiable y que puede ayudar de verdad a no encajar más goles en cada partido.
Sé que todo esto suena duro y puede desanimar, pero no es solo mi opinión. Es lo que piensa la gran parte de la afición que observa y analiza partido tras partido. La sensación generalizada es que la situación del Valladolid no es casual, se veía venir y está motivada, fundamentalmente, por la escasa calidad de la plantilla. El mercado invernal hipotecó el de verano y estas son las consecuencias. Y si todo esto que digo no es verdad, lo mejor que pueden hacer el entrenador y los jugadores es demostrar lo contrario, por ejemplo, sumando la victoria este próximo viernes ante el Mallorca. Ahora vienen dos partidos seguidos en casa y si no mejoran las cosas el panorama empezará a ser desolador. Tienen en su mano la oportunidad de hacer girar la situación.
El Real Valladolid desperdició ante el Sevilla una oportunidad de oro de ganar un partido fuera de casa. El rival estuvo medroso y atascado pero los errores propios condenaron a los de Pezzolano. No necesito mucho más el conjunto de Pimienta, que no debería lanzar las campanas al vuelo por la victoria conseguida. El uruguayo nos ha pedido sufrir juntos y todos estamos dispuestos a hacerlo, pero que no nos hagan sufrir tanto, por favor. Alguna alegría de vez en cuando no vendría mal...
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