Sergio Francisco y su sueño de ser entrenador
El nuevo técnico de la Real Sociedad ha querido siempre ganarse cada salto que ha dado su carrera en los banquillos. Pero nunca ha regateado con los grandes retos que le han propuesto.


Sergio Francisco (Irun, 19-3-1979) es un desconocido para el circo del fútbol más mediático. Pero no para el fútbol gipuzkoano. Mucho menos para el aficionado de la Real Sociedad. Ahora tendrán en gusto de conocerle en Primera división, donde se van a encontrar con una persona sencilla, natural y lejos de los grandes titulares y los fuegos de artificio. Sergio Francisco es lo que ves, ni más, ni menos. Un tipo corriente que cumple cada día su sueño de ser entrenador, sin tener una ambición desmedida por llegar a ocupar un banquillo de élite, queriéndose ganar cada paso que ha dado en su carrera, y con el objetivo primordial de cuidar y disfrutar de su familia, de su mujer Marta y de sus mellizas ya crecidas que son la alegría de su día a día, y las que le dan los principales quebraderos de cabeza, por encima de sus jóvenes promesas de cada categoría en Zubieta, a lo que siempre ha manejado con mucha mano izquierda.
El irundarra, que cuenta con una edad lo suficientemente madura (tiene 46 años) como para enfrentarse a los egos que siempre existen en un vestuario profesional de élite, quiso dirigir su carrera profesional hacia los banquillos desde antes de colgar las botas. Ya tule picaba el gusanillo de lo que se cocía en el cuerpo técnico, y por eso decidió sacarse el título de entrenador. Tuvo claro en todo momento que primero tenía que aprender para después poner en práctica sus conocimientos. Era habitual verle dialogando con sus entrenadores e interesándose por cuestiones de los entrenamientos. Porque a Sergio Francisco, por encima de todo, le apasiona el fútbol. Es un enfermo de los partidos, de cualquier categoría y en cualquier momento. La pelota le enloquece y es un gran conversador de fútbol.
De naturaleza humilde, algo que siempre le inculcaron sus padres, muy trabajadores y abnegados para sacarle adelante a él y a su hermano Maikel Francisco, un fino interior zurdo que jugó en las categorías inferiores del Real Unión y que es tres años menor. Sergio Francisco siempre ha tenido claro que no quería ‘padrinos’, que lo que se ganara tenía que hacerlo gracias a su trabajo. Y así ha sido siempre, cuando fue jugador y ahora en su carrera como entrenador. Pero tampoco ha rehuido nunca los retos. Quiso liderar al equipo de su pueblo, el Real Unión, en épocas complicadas desde el punto de vista económico, y nunca se escondió, siendo un jugador clave en el proyecto que acabó ascendiendo a Segunda 40 años después, haciendo feliz al fútbol de su ciudad, Irún, a la que adora. De hecho, sigue viviendo ahí. Tampoco se escondió cuando le pidieron ser el entrenador del primer equipo Del Real Unión, en un momento muy delicado económicamente y sin ninguna experiencia en los banquillos, más allá de haber sido el ayudante de Imanol Idiakez, el año anterior, con el que quiso empezar a aprender para hacer carrera en los banquillos.
La experiencia frustrada en el Real Unión, del que se llevó una espinita clavada y algunos problemas de pagos que tardaron en solucionarse, le hizo recapacitar. Tenía que empezar desde abajo para ir creciendo poco a poco. Llamó a Luki Iriarte, quien tenía de Sergio una gran valoración, y le ofreció entrar a trabajar en la estructura del fútbol base de la Real Sociedad en Zubieta. Podía haberse acomodado entrenando a chavales de diferentes categorías, porque por su carácter dialogante y muy pedagógico se le daban muy bien, pero quería evolucionar y mejorar. Y de esa manera le fueron ofreciendo cada vez retos de mayor envergadura en el club txuri-urdin. Todos se los fue ganando a pulso.
Porque nunca ha querido dejar de aprender y siempre ha sido una esponja, escuchando cada consejo y exigencia que le ponía Roberto Olabe encima de la mesa, sin decir una palabra más alta que otra, sin dar problemas, con mucho talante y esa sonrisa que le suele acompañar. Dicen que el carácter lo saca cuando entra al césped, ahí se transforma, grita cuando debe hacerlo, tiene mal genio y sobre todo unas grandes dotes de mando. Sabe llevar a las jóvenes promesas, les escucha y les exige, detecta sus puntos de mejora y es capaz de hacerles crecer. Todo junto a su equipo de trabajo, porque también sabe delegar. Y la característica que más le define, dicho por compañeros de equipo en el Real Unión y de banquillo en Zubieta, es la de que es una buena persona. Y con eso se llega al fin del mundo, hasta ser entrenador de la Real Sociedad en Primera división.

Sergio Francisco siempre ha sido conocido. Quizá no para el gran público de Primera división, pero sí en el mundillo del fútbol. Y sobre todo en su casa, en Irún lo conoce todo el mundo. Es una figura relevante dentro de su círculo futbolístico. Tiene varios premios de la radio de su ciudad, Radio Irún, y ha participado en cuantas acciones con tintes de ayuda o solidarios se le ha pedido. Sin pedir nada a cambio. Pero lo más importante es que, a pesar de ser futbolista o entrenador de mucho nivel, nunca ha dejado a su círculo de amistades, en el que por cierto conoció a su mujer. Sigue teniendo a su misma cuadrilla, con la que queda cuando puede y con la que sigue desfilando en sus queridas fiestas de sanmarciales el 30 de junio de cada año. Aunque algún año no ha podido estar al tener que aprovechar esas fechas para coger sus vacaciones familiares. Los rigores del estresante calendario del fútbol.
Sergio Francisco sigue siendo ese chico que se crio en su barrio de toda la vida, en San Miguel, en donde aprendió a jugar a fútbol en el ya desaparecido campo de gravilla donde muchos sufrían su insultante superioridad con la pelota que le llevó en juveniles a la Real, y a donde sigue acudiendo siempre que puede, porque allí están sus amigos. Todo esto para tratar de llegar al principio de estos historia: Sergio Francisco es una persona normal y natural. Seguro que ayuda a que todo sea menos artificial en el circo de la Primera división. Qué suerte tiene en ese sentido la Real Sociedad. Pasar de Imanol Alguacil a Sergio Francisco es seguir manteniendo muy alto el nivel de calidad humana. El de entrenador nos lo tiene que descubrir el irundarra, que preparado para ello, al menos, está mucho. Y nunca rehuyó de los grandes retos como este que se le presenta. Bienvenido a Primera división, Sergio.
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