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Otra pirueta de ‘Kylian de Arabia’

Me empieza a fascinar el terremoto permanente en el que vive Mbappé desde hace años. A falta de Champions y Balones de Oro (cero patatero en esas materias), Kylian ha conseguido convertir los veranos en un reality donde se suceden las emociones, las cartas cruzadas, las amenazas veladas y públicas, los telefonazos de los Jefes de Estado, los cheques con muchos ceros a la derecha, las reuniones con mamá para hablar siempre de dinero, las alusiones a sueños infantiles que jamás se cumplen, los eternos guiños al club en el que presuntamente jugará un día (me recuerda a la 33 de Fernando Alonso, nunca llega) y retorcidas cláusulas contractuales...

Mbappé tenía al madridismo pendiente de la margarita de siempre (“viene ahora, viene el año que viene...”) y, más o menos, todos barruntábamos que al final del estío podría llegar el desenlace feliz si el PSG entra en razón y pone al juguetito un precio razonable (siempre por debajo de los 150 millones). Pero ahora resulta que llegan los millonetis de Arabia Saudí ofrecen un nuevo río de oro: al PSG y al jugador. Y el chico escucha encantado, en esa materia financiera que domina tan bien como el balón. Lo mismo el parisino se tira un año allí forrándose por enésima vez en su vida y llega en 2024 al Bernabéu sin coste de traspaso. Pues vale. Por mí, guay.

La cuestión es que el culebrón se hace bola y casi ni ilusiona a la afición (“¡Que nos deje en paz!”). A mí me pone ver las maravillas de Bellingham, Modric, Kroos, Camavinga, Valverde, Rodrygo, Güler o Vini. Los nuestros. La Familia. Vete a Arabia, chaval.