Nadie puede con el ‘matagigantes’
El Leganés arranca un punto en San Mamés ante un Athletic que se topó con un muro. 16 saques de esquina locales.

San Mamés y sus leones recibieron al matagigantes, dícese del equipo capaz de avinagrar a Montjuïc y romper en mil pedazos la euforia del Atlético de Madrid. El Pepino Mecánico es un incordio constante, una pesadilla. Su leyenda crece y crece y en La Catedral resonaron sus coros de equipo invicto e imbatido ante los grandes. Su organización y su claridad de ideas prevalecieron sobre un Athletic impetuoso pero enredado en el ovillo de la ansiedad y la desesperación ante este grupo sin fisuras.
Fue un acoso sin derribo. Ración de impotencia, la receta que ya conocen el Barça y los pupilos de Simeone. Así la permanencia puede ser un hecho en primavera. “¡Madre míaaaaaa! Había venido como aficionado, pero ahora me toca vivirlo desde aquí. Muy bonito”, describía Borja Jiménez abarcando el graderío con los ojos como platos en el paseo previo a la refriega. Un instante de tregua mientras en su cabeza convivían la admiración y las mil trincheras que había ideado para ese estadio.
Fue un partido extraño, de nuevo con muy poco ruido ambiental, porque la Grada de Animación del estadio bilbaíno sigue en huelga y los servicios mínimos apenas caldean el ambiente. Es lamentable no ya que sigan sin alentar y disfruten de un carnet bonificado por los añorados ánimos, sino que encima impidan a los demás en la proximidades proferir cánticos. Un dato resume el asedio constante de los leones: 16 saques de esquina contra uno del rival. Pusieron 47 centros al área, su registro más alto en un partido de Liga desde febrero de 2023 ante el Girona (55).
Ni la estrategia funcionó. Vas y vas y te chocas contra un muro de hormigón hasta quedarte sin más ganas de percutir. Porque a veces insistir no es suficiente. No hay la frescura de noviembre y se nota, aunque ya van 12 compromisos sin caer en Liga. Ojo, pero esto no fue un monólogo: los pepineros tuvieron cuatro ocasiones clarísimas, en las que tuvo que lucirse Simón. Primera parte de contención y segunda de estirarse más y dar susto tras susto a la parroquia vizcaína. Así es como volvieron a sacar tajada en un pulso en el que partían como víctimas propiciatorias.
El Athletic empezó con su brío de costumbre, con un córner lanzado en el minuto 9 por Nico. Funcionaron los bloqueos y Vivian, en la primera acción de un recital absoluto durante los 90 minutos, disparó con enorme virulencia con el pie. Hasta tres cuartos de campo los de Valverde estaban cómodos, pero en ese tramo en el que se expresan los partidos el balón vagaba sin rumbo. Jiménez ponía en práctica una fórmula que le ha resultado ante rivales de postín. La solidaridad. Cinco atrás y cuatro por delante más una isla en punta. Con las líneas tan juntas hay que ser preciso como un cirujano y los leones estaban metiéndose en la boca del lobo, abusando del juego por dentro, sin estirar el campo. Se hace necesario mejorar la calidad de las llegadas por banda. Se trataba de tirar de paciencia, ausente en todo instante, y faltaba ritmo. Los madrileños conocen de sobra su oficio. Se defendían bien cerca del área, sin aparentes agobios, un entramado admirable, cómodo, en bloque bajo, un equipo sufridor, muy bien trabajado y en dinámica positiva. Era un día para desatascar vía destello individual o cazar algo en el área. Ni una cosa ni otra. Porque Nico y Guruzeta son los que pueden estar llamados a ese papel y no andan muy chisposos. El que mejor entendió la partitura que había que emplear es Berenguer. Al descanso, un 73 por ciento de posesión para los leones. ¿Y qué?
La borrasca Herminia, que ha soplado por buena parte del norte peninsular estos días, encontró residencia en La Catedral en el segundo tiempo. Un período que no parecía del mismo padre y madre que el primero. El Leganés apretó, se fue a la aventura en busca de Simón y de esa actitud salieron unos minutos trepidantes. Estos arrancaron, eso sí, con un error grosero, una defectuosa cesión de Yuri a Simón, al que pilló a contrapié, una acción que solventó Vivian, el defensa eternamente pesimista que diría Ancelotti, porque no se fía de nada ni de nadie, ni de su sombra. Arreció la catarata de ocasiones. Dos tuvo Berenguer. Luego dispuso de un lujo de centro De la Fuente, pero su remate de cabeza, pleno de poderío, lo desvió como un felino Simón, ayudado finalmente por el poste. Una parada de postal. ¡Ha vuelto el Zamora! Por fin se apreciaban espacios para correr por la llanura y los rojiblancos montaban transiciones, pero seguían muy precipitados, querían acabar las jugadas demasiado rápido.
Jiménez volvió a ordenar el repliegue. Y ahí afloró la poca destreza combinativa de los rojiblancos. No era sencillo sorprender a un rival tan bien organizado, plantado magistralmente. Se hacía necesario buscar una pieza básica en estos casos, un Sancet, el profesional del último pase, alguien que aportase la frescura necesaria en el capítulo previo al gol. Un mes después, ya está aquí, pero aún oxidado, sin ritmo.
El Lega puso en acción a Óscar, jugador que desborda talento y que regresaba tras la larga sanción. Valverde innovó al final con Unai Gómez y Sancet como pivotes, con Nico de mediapunta, para dejar las alas a Serrano e Iñaki Williams. persiguieron el triunfo y casi se alejan de él a la misma velocidad a la que se acercan a la derrota. Los mediocentros eran muy móviles y la defensa quedó demasiado expuesta. Los hermanos seguían ofuscados y esa ceguera tiene que ver con su sentido de la responsabilidad, porque saben que son básicos para el armazón ofensivo del grupo. El Athletic perdió el sitio y el Lega acabó muy arriba. Munir envió un balón al larguero en el minuto 88 y acto seguido Chicco tuvo el 0-1 en una acción a la que llegó algo atropellado. Eso sí, la última ocasión se la quitó Sergio González a Iñaki cuando estaba completamente solo para sentenciar. Una gigantesca oportunidad perdida para ser candidatos mucho más sólidos a la Champions, para situarse a tres puntos del segundo y distanciar al quinto, el Villarreal, hasta la barbaridad de ocho. Este 2025 nace torcido: un triunfo en seis partidos a lo largo de tres competiciones.
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