Menos que Gallego, más que Pochettino
El Espanyol de Diego Martínez suma un punto menos que el del último descenso, o el que acabó octavo con Sánchez Flores, pero no tiene los dígitos más pobres de la era Cornellà.
Decimoséptimo con cuatro puntos, los mismos que un Valladolid que marca los puestos de descenso. Así atraviesa el Espanyol el primer parón liguero de la temporada 2022-23. El del estreno de Diego Martínez en el banquillo perico, que está siendo un camino de espinas. Hasta el punto de que, superadas las seis primeras jornadas, sufre el Espanyol su peor puntuación de la última década. Quedan otras 32 jornadas para subsanarlo, remontar y dejar este errático inicio en el olvido.
Con la campaña 2019-20, la del último descenso de la historia, como inevitable referente, sale en esta comparativa vencedor David Gallego, que por aquel entonces acumulaba cinco puntos, tras haber superado al Eibar (1-2) y después de haber cosechado empates contra Alavés (0-0) y Celta (1-1). Curiosamente, como el equipo de Diego Martínez, todos sus puntos los había sumado lejos del RCDE Stadium. Y así siguió siendo hasta su destitución, tras encadenar sendas derrotas en las dos jornadas siguientes, y con la Europa League de por medio.
Cinco puntos logró también Quique Sánchez Flores en su debut como técnico perico, la temporada 2016-17, en la que terminó en una meritoria octava plaza. Y nueve por el contrario se acumulaban a estas alturas el curso anterior, que sin embargo acabó siendo de lo más convulso, con un precipitado relevo en el banquillo, de Sergio González a Constantin Galca. 11 puntos tenía Javier Aguirre en la 2013-14, que acabó sin pena ni gloria.
Para encontrar a un Espanyol igual o peor a nivel de puntuación que el actual cabe remontarse a justo una década atrás. En el ejercicio 2012-13, Mauricio Pochettino arrancó con solo un punto sobre los 18 primeros posibles, fruto del 3-3 en Cornellà frente al Athletic de Bilbao y de hasta cinco derrotas, por las cuatro del presente curso. Nueve puntos tenía el hispanoargentino, artífice de una milagrosa permanencia tres años antes, cuando era destituido tras la decimotercera jornada, en un Espanyol que se acabó salvando con holgura.
Si algo demuestran todos estos precedentes, en los que los números no siempre secundan el juego ni las sensaciones, es que el arranque liguero no acaba de ser vinculante con respecto a lo que acabará ocurriendo en el cómputo global de la temporada, pero sí un serio aviso a navegantes. Por ahora, tanto Diego Martínez como su grupo de jugadores disfrutan de un margen de confianza y maniobra suficiente como para enderezar el rumbo.