Manu García: “El fútbol ha sido una escuela de vida para mí”
La leyenda albiazul cuelga las botas después de nueve años en los que protagonizó dos ascensos y una histórica final de Copa ante el Barça de Messi en el Calderón.
Cuelga las botas una gran leyenda de Mendizorroza. El eterno capitán, sólo superado en el Glorioso en partidos por Atudillo, vistió la albiazul nueve años. Tras dejar Vitoria, pasó por el Aris de Limassol chipriota y Mirandés. Manu García (Vitoria, 38 años) llegó al Alavés en 2012 tras brillar con el Logroñés. Por delante, nueve años, dos ascensos y una histórica final de Copa. Jugó como titular el histórico partido que devolvió al Glorioso a Segunda, en 2013, tras vencer por la mínima (1-0) al Jaén en la vuelta de playoff. Fue el primer peldaño de una escalada constante con su Glorioso. Un año más tarde participó en la agónica salvación en la categoría de plata y en 2016 se produjo el ansiado ascenso a Primera.
Toda una vida dedicada o vinculada al fútbol, ¿verdad?
Cierto, siempre he estado ligado a este deporte. Repasando mi trayectoria, me siento satisfecho, agradecido y muy feliz por todo lo que he conseguido, pero, sobre todo, por cómo lo he obtenido. La evolución personal que he vivido, desde ese niño inocente que acudía a Mendizorroza hasta la persona que hoy soy, es el resultado de un aprendizaje, que no se puede explicar sin este deporte tan apasionante que ha guiado mi forma de funcionar. Ahora me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que desde su posición han compartido esta etapa de mi vida.
¿De quién se acuerda en este momento tan especial?
Gracias principalmente a mi familia. Desde los primeros torneos hasta el último partido han estado junto a mí, apoyándome, guiándome y luchando por lo que siempre he querido. También quiero agradecer a todos los equipos en los que he jugado. Empezando por mi colegio, San Viator, los primeros torneos, los primeros goles, los amigos de siempre, una etapa llena de ilusión, inocencia y alegría.
La retirada estaba ya un poco interiorizada, ¿verdad?
Ahora me da un poco de pena, pero la verdad es que todo apuntaba a ello. Llevo un tiempo sabiendo que no iba a jugar más. Con el paso de los días me voy sintiendo mejor. He sido un jugador que no ha tenido lesiones graves que le apartaran de la práctica activa. Con el paso de los meses he ido asimilando la realidad. Ahora estoy muy centrado en mi familia con la que disfruto mucho. Ha sido una etapa muy bonita.
¿Qué le ha dado este deporte?
Ha sido una escuela de vida. He vivido muchos momentos importantes con formadores, entrenadores, clubes, compañeros, afición, medios de comunicación y si me imagino un Manu sin fútbol no sé cómo sería ahora mismo. Soy como soy gracias a este deporte. He conocido a muchas personas y he hecho muy buenos amigos durante todos estos años.
Se formó en la cantera de la Real Sociedad.
Desde ahí, el colegio, sin darnos cuenta llegamos a Zubieta, ocho años de la mano de la Real Sociedad, de niño a adulto, del Cadete Txiki al Sanse, moldeando un futbolista y asentando unos valores que me acompañan hasta el día de hoy. Me siento muy afortunado por haber caído en aquella escuela de fútbol. Entonces se me conocía como Manu Alejandro García.
¿Le fastidió no jugar en el primer conjunto txuri-urdin?
Al principio un poco sí. Veías que no lo habías conseguido como otros pero igual no tenía entonces nivel suficiente para jugar en Primera. En esa época jugaba de extremo izquierdo y luego me fui reconduciendo y disfruté de la élite con el Alavés. Sí tenía envidia de mis compañeros que daban el salto, que consiguieron el ascenso y algunos de ellos incluso llegaron a alcanzar la Champions. Me gustaría haber estado en ese grupo con ellos.
Desde San Sebastián comienza su periplo lejos de casa.
Sí, nos tocó hacer las maletas, hasta Girona, apenas un mes para descubrir el lado menos agradable de este oficio. Aquel verano acabé en Irún, cedido, disfrutando de un año histórico, con las apasionantes eliminatorias de Copa y el ansiado ascenso, tras 44 años, de mi querido Real Unión. Cuando recuerdo al equipo de Gal, me sale una sonrisa. Había un grupo con gente muy curtida y un entrenador, Iñaki Alonso, que nos gestionó muy bien. Fue mi primera experiencia seria en el fútbol profesional y vivimos un ascenso además de eliminar en Copa del Rey al Real Madrid. Tras el éxito, vivimos dos veranos difíciles en el Eibar, que acabaron en un mercado de invierno con la salida a la UD Logroñés. Un nuevo entorno, un nuevo equipo y goles, muchos goles, temporada y media de buen rendimiento que hizo posible la llamada, esa llamada con la que todo jugador sueña.
Se trata de la oferta del club de su corazón, ¿no?
Exacto, era el Deportivo Alavés. Un ascenso, el año en Segunda División, Jaén, con una permanencia por los pelos, otro ascenso, el fantástico debut en Primera División, la histórica final de Copa contra el Barcelona en el Calderón en 2017, las sufridas últimas temporadas. Nueve años, nueve temporadas, las más especiales, las que más he disfrutado y donde mayor nivel deportivo he alcanzado. El Alavés me cambió la vida para siempre, haciéndome vivir momentos únicos y cumpliendo todos y cada uno de mis sueños.
La salida fue dura pero luego encontró nuevos destinos, ¿verdad?
Sí, primero en Chipre, en Limasol, en el Aris. La sorprendente y entretenida liga chipriota, nos trajo una clasificación europea, numerosos amigos y un país al que estaremos unidos para siempre. Y por último el CD Mirandés, como si fuera necesario tener a mi familia en la grada para que disfrutásemos juntos de mis últimos goles. No hay ninguna sensación tan especial como lo que uno siente en los segundos posteriores a marcar un gol. Mi familia y yo hemos logrado más de lo esperado durante todos estos años.
¿Qué ocurrió después?
Me llegaron algunas ofertas, de Chipre de nuevo entre ellas, pero fui padre de nuevo y valoramos el estar en casa o lejos de ella. Ahora tengo dos niños y, con el tiempo, las cosas que me han ido ofreciendo tampoco me han acabado por convencer del todo. He estado año y medio sin jugar y ya en el mercado invernal del pasado mes de enero me di cuenta de que lo más lógico era colgar las botas.
Y ahora, ¿qué planes de futuro maneja?
No lo sé exactamente, pero me gustaría que estuvieran ligados al mundo del fútbol. Me he estado formando para gestionar asuntos deportivos. Todavía no sé en qué faceta, pero todavía me veo cerca de los futbolistas. No sé si cerca de un banquillo o en otro lugar dentro de los clubes. Ahora pongo en la balanza el tema familiar porque quiero estar con los niños. Iré encauzando mi nueva faceta profesional aunque sé que será un proceso complicado. De ser protagonista en el campo a estar en otros cometidos es algo difícil de asimilar pero seguro que daremos los pasos adecuados.
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