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ATLÉTICO

Los pitos por megafonía sustituyen a la cuesta en Los Ángeles de San Rafael

El Atlético completa su primer entrenamiento en Los Ángeles de San Rafael en una sesión que conjuga balón y físico y desvela las primeras armas de Piñedo.

Simeone observa a sus futbolistas, sobre su nevera y con sus muletas, mientras ejecutan el test de Course-Navette en el primer entrenamiento en Los Ángeles de San Rafael. Los pitos en la megafonía suplen a la cuesta.
CHEMA DIAZDIARIO AS

El autobús del Atlético llega cuando el sol comienza a picar esta mañana de lunes y levantando una polvareda en el camino que le asemeja a un caballo al galope en el lejano oeste. Son las nueve y como un reloj suizo, que eso no cambia esté quien esté al frente de lo físico, los jugadores comienzan a descender por las escaleras, Koke el primero, oh, capitán, mi capitán. Simeone, como el día anterior, ya espera dentro, con su protección en la rodilla, por la operación de menisco tras lastimarse en la celebración del día del Inter, sus muletas y nevera como asiento, debe moverse en coche.

Simeone, sobre su nevera, en Los Ángeles de San Rafael.
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Simeone, sobre su nevera, en Los Ángeles de San Rafael. CHEMA DIAZDIARIO AS

Los utilleros lo han dispuesto, siempre los primeros madrugadores, con picas, conos y cintas. La primera parte de la sesión se desarrolla en la mitad derecha del campo. Nadie se fija en ese extraño aparato rojo de un metro de altura que aguarda bajo la portería de la izquierda. Tiene un play y un altavoz y protagonizará la segunda parte de la sesión, como uno de los nuevos instrumentos de la preparación física que ha aterrizado con Luis Piñedo, pero en ese momento, mientras los jugadores comienzan a calentar con el balón, divididos en dos grupos y en espacio reducido, nadie repara en que existe, en que está. Y al final de la sesión todos la mirarán.

Ejercicios con balón en la primera parte de la sesión.
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Ejercicios con balón en la primera parte de la sesión. CHEMA DIAZDIARIO AS

Pero eso será luego, ahora, los pocos aficionados que han madrugado, se arremolinan al otro lado de la valla mientras Nelson Vivas y Hernán Bonvicini, primer y segundo del Cholo, son la voz de Simeone en las órdenes y en una clase magistral de fútbol y órdenes. Dos grupos. En uno los jugadores titulares del primer equipo que han iniciado la pretemporada (Llorente, Azpilicueta, Reinildo, Lino, Riquelme, Koke, Lemar y Correa) más Carlos Martín y Gero Spina, el central de Juvenil al que el técnico argentino, le ha dado galones desde el primer día; en el otro, los canteranos con Galán, Mouriño y Serrano. Luis Piñedo observa con un cronómetro en una mano y un silbato en la otra. Uno de los principios de su método es alcanzar el punto físico desde el balón.

Los cien ‘pensá' del Cholo

Pensá, pensá, pensá”, es al Cholo a quien se le escucha. Ha acercado su nevera para observar de cerca y repite esa palabra como un mantra, más de cien veces. “Tratad de resolver rápido la jugada y progresar”, ha ordenado antes Bonvicini. “Moverla y apoyo, participan siempre todos”, manda Nelson Vivas. Los futbolistas, concentrados, están atentos a recibir por el medio mientras se resbalan, el campo levantando en el primer ejercicio, entorpece. Koke, Reinildo caen. Simeone sigue: “Pensá, pensá, pensá. Pero con esa hierba resbaladiza que se va levantando al primer roce, se hace difícil. Es el turno del extraño aparato rojo. Los futbolistas se dirigen a esa parte del campo. Uno de los ayudantes de Piñedo (son dos, uno con un apellido casi idéntico, Piñero, de nombre, Juan Ángel, y Roberto Avilés) le da al play y hasta la cuesta, que de momento solo ha servido como asiento para los que siguen el entrenamiento, se estremece.

Luis Piñedo.
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Luis Piñedo. CHEMA DIAZDIARIO AS

Una voz metalizada y de acento extraño llena el aire. Una mezcla entre la de R2D2 y WallE si hablara, Los futbolistas se reparten en una larga hilera mientras un ayudante de Piñedo explica: van a someterse a una versión test Course-Navette, también como conocido como test de los pitidos, para comprobar la potencia aeróbica láctica de los jugadores. Un test donde importa la resistencia, no la velocidad, en el que los futbolistas se van autogestionando los esfuerzo. Riquelme es de los pocos que lo afronta con zapatillas y llegará hasta casi el final. Los futbolistas se autogestionan. La megafonía pita y pita, va subiendo la intensidad, cuando va por 17,5, los futbolistas han de alcanzar las líneas, se van descolgando jugadores, brazos a la cintura, aliento entrecortado, mientras la voz de Piñedo suena suave pero categórica: “La cabecita arriba, no miréis al suelo”. Es otra diferencia con el Profe Ortega cuya voz atravesaba el aire en las sesiones a menudo como una lanza.

Pablo Pérez, el 'ganador' en el test.
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Pablo Pérez, el 'ganador' en el test. CHEMA DIAZDIARIO AS

Roro Riquelme cae, se rinde, era el penúltimo, al final solo queda un canterano apoyado en la carrera por uno de los ayudantes de Piñedo: Pablo Pérez. Alcanza el nivel 22,5. Cuando sucumbe es vitoreado con aplausos mientras la máquina cierra con un sonido como de viejo Windows 95. Los jugadores se dirigen al gimnasio. Han sido dos horas de trabajo que coronarán con un rato de máquinas. Los métodos han cambiado por completo en esta pretemporada, con el preparador, menos, pero más efectivos. Otra de sus normas se verá con los días: Los Ángeles de San Rafael ya no es lugar de triples sesiones. Al menos ya no con él. Ni de cuestas. De momento.

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