Los galones de Lejeune
El central francés fue un fijo para Iraola y ahora lo es para Francisco, quien ya le quiso en el Elche. El ex del Alavés es especialista en goles de falta. Así llegaron dos de los cuatro de la 22-23.
Experiencia y galones. Florian Lejeune (París, 1991) aterrizó en Vallecas la temporada pasada y ésta ya es uno de los veteranos de la defensa rayista. Sin duda, la línea que más cambios ha experimentado. “Pacha y Aridane son nuevos, pero muy buenos”, matiza el central, que fue un fijo para Iraola (2.570 minutos en 31 partidos, todos ellos de titular) y ahora lo está siendo con Francisco. “La idea no ha cambiado mucho, porque va bien, aunque el míster mete su toque”, analiza un jugador que ya estuvo en la agenda del técnico cuando ocupaba el banquillo del Elche. “¡Me llamó en verano y me lo contó!”, ríe Flo, como le apodan en el vestuario (sigue el partido de hoy en directo en As.com).
El mercado fue intenso. El zaguero terminó la cesión en junio y volvió a las filas del Alavés, aunque ya tenía en mente regresar. “El Rayo ha hecho un gran esfuerzo. Estábamos todos los días hablando con Cobeño. Me decía: ‘Flo, tranquilo, vamos a hacer todo lo posible y a encontrar una solución’. Llegó”, resume, aunque no fue fácil. Una, dos, tres... Se sucedían las ofertas franjirrojas, hasta que llegó el sí. Y entre medias, partidos de pretemporada y hasta un gol suyo, de cabeza, al Racing. Temió no salir. El ascenso de los babazorros no alteró su hoja de ruta porque todos los caminos conducían a Vallecas.
“Hablé con el míster, Luis García Plaza, y con el director deportivo, Sergio Fernández. Fui sincero con ellos y ellos conmigo. Al final, he hecho lo que tenía que hacer”, asegura Lejeune, que sólo tiene buenas palabras para su ex, un Alavés donde pasó dos temporadas (20-22). La más especial, la primera. “Logramos la salvación, pese a la pandemia y a tener tres entrenadores (Machín, Abelardo y Calleja). Cuando lo conseguimos, me sentí liberado”, confiesa. En la maleta se trae grandes amigos como Luis Rioja, uno de los grandes peligros de los vitorianos hoy, y los fisios. También le deja un grato recuerdo Luis García Plaza. “Tiene algunas similitudes con Francisco. Se muestra cercano al jugador, anima mucho en los entrenamientos y es exigente”, enumera.
A Lejeune le sobraban los motivos para regresar. “Sonríe Flo, que vean esos dientes tan bonitos que tienes”, bromea Trejo, mientras el francés posa para AS. Eso le abre la puerta a una reflexión: “El Rayo engancha por la afición, el barrio, el vestuario… Llevaba muchos años sufriendo y el curso pasado pude disfrutar del fútbol, del juego… Y también vuelvo por la familia. Veía a mi mujer y a las niñas muy felices. No quería quitarles eso”. Ellas son unas rayistas más. “Vienen cuando pueden por los horarios. Los viernes y los lunes son jodidos para los niños. Bueno, para todos”, esgrime. Esa opinión la comparten ambas aficiones. Este viernes preparan juntas su protesta, la de ponerse de espaldas al terreno de juego hasta el minuto 5.
La Franja quiere recuperar la senda del triunfo. Ese que logró ante Almería y Granada a domicilio y brindar a su gente la primera victoria, pero cuidado. “El Alavés compite donde sea y es peligroso”, avisa quien mejor le conoce. Una de las armas franjirrojas a balón parado. Así, de falta, se fraguaron dos de sus cuatro dianas de la campaña anterior. “Las lejanas son para Bebé y para mí”, dice el defensa que quiere dejar atrás el palo del 0-7 contra el Atlético: “Me fui jodido. En la segunda parte miraba los minutos y pensaba: ‘Uf, queda mucho’. Fue duro, pero aprendimos de los errores”. Son heridas de guerra. De las que duelen. De las que curten. Lejeune sólo mira al futuro. Tiene contrato hasta 2027 y quiere echar raíces. “¿Acabar mi carrera aquí? Ojalá”, concluye un central con gol y galones.