Lemar: un año en el infierno
El próximo lunes se cumplen 366 días de la grave lesión del francés ante el Valencia, el próximo rival del Atlético. Aún no ha levantado cabeza.
Hace una vuelta al sol que Thomas Lemar arde en el infierno. Se cumple este lunes de año bisiesto. 16 de septiembre, cuando, en la jornada siguiente a la del primer parón de selecciones de la temporada, el rojiblanco cayó sobre la hierba de Mestalla con la mano levantada con alarma. Algo había pasado. Y algo grave. Una rotura del tendón de Aquiles, ese infierno del que no ha terminado de escapar un año después. La casualidad del destino ha querido que el primer rival con el que el Atlético se encuentre tras esta primera parada de la competición en la 24-25 sea, precisamente, el Valencia. Aquí (el Metropolitano) y no allí (Mestalla). Solo una cosa es segura: Lemar no ha vuelto a tener ni un minuto con el Atleti oficial desde aquella tarde.
Su estado, de hecho, es una incógnita. Hace días que el francés no asoma con el grupo. Que tiene trabajo individualizado. Y eso que la temporada pasada la terminó de regreso al trabajo con todos y este verano lo comenzó como uno más. Con tiento, eso sí, con mimo por su larga su lesión y todo el historial de las pasadas: 16 desde que llegara al Atlético en junio de 2018. 97 días había sido su tiempo más largo de ausencia en el club rojiblanco (más allá de este largo año tras Mestalla el año pasado y ese tendón de Aquiles roto), 48 el que menos, en esa temporada, la 20-21, en la que el equipo del Cholo se convirtió en campeón de Liga entre otras cosas agarrado a su bota porque, aquel año, el Lemar de los estadios era el de los entrenamientos que enamoraba al Cholo. Con clase, distinto, sin que la camiseta le pesara quilates solo de ponérsela.
Pero ese Lemar está lejos, a varias lesiones más, el regreso de los estadios llenos y ese año de infierno en el que solo ha catado el fútbol pero no oficial. Porque si era uno más en la vuelta al trabajo del Atlético en verano, también tuvo minutos en los entrenamientos, probándose. Lo hizo en Hong Kong (y con gol). Lo hizo en el Cerro, cuando un grupo, casi todos los titulares, viajó con el equipo a Suecia para enfrentarse a la Juve y otro, con los suplentes más bien, se quedó en el Cerro por eso de repartir minutos y que todos tuvieran. Pero en realidad es que Lemar se quedó aquí y últimas noticias. Después comenzó a estar y no en los entrenamientos hasta estos últimos días en los que siempre está aparte.
Su sorpresa ante su ausencia en la lista para Vila-real
Si esperaba estar en la convocatoria del primer partido, el del lunes 19 de agosto en Vila-real, a última hora y en su casa, como descubrió Relevo, se enteró el francés de que no lo estaba (y, además, era el único futbolista de la primera plantilla del Cholo que no lo hacía). Su nombre, de pronto, en el escaparate. Su nombre, otra vez, en la casilla de ‘vender’. Pero de nuevo, como cuando llegó al Atleti como el fichaje más caro (70 millones en 2018 dejados en cincuenta más lejos cuando un año después João costó 127), fue su alto precio, entonces de traspaso, lo que impidió que se moviera. Hoy, cuando su valor de mercado es de 10 millones según la página especializada Transfermarkt, lo es su sueldo para que este verano encontrase acomodo en Francia. El club rojiblanco se lo buscó hasta el mediodía del último día, cuando dio por cerradas las salidas y entradas. Se quedó en el Atlético. Pero el infierno no ha terminado. Sigue sin hacer lo que a un futbolista más le gusta, por lo que empezó a dar pelotazos en el patio del colegio mientras sus amigos le aposaban camarón, por su cuerpo escurridizo y pequeño: jugar un partido, volver a ser uno más. No lo ha conseguido no. Una vuelta al sol después.
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