Las Palmas monetiza Tenerife

A los cincuenta minutos del partido ante el Villarreal, Kirian molía a golpes en la cabeza a Herzog como premio por haber anotado su primer gol en Primera División. El central acababa anotar el segundo tanto de la tarde con un testarazo. Era el día de su debut liguero. Y aunque no era la certificación de nada ese 2-0, traía la tranquilidad de verse con una distancia de dos cuerpos a falta de cuarenta minutos de acabar el partido. Y poco no era.

No en vano, en la previa, la sonada resaca copera amenazaba agarrar por la pechera a la Unión Deportiva, porque más allá del folclore balompédico, se venía un empate y dos derrotas ligueras —ante Cádiz, Athletic y Barcelona—. Ya avisaba Kirian en diciembre “en enero viene una cuesta bastante grande”. y todo el suflé se desinflamó en el arranque ante los de Marcelino, porque los grancanarios echaron un balde de agua con hielo con un gol de Kirian a pase de Moleiro antes del minuto diez.

A la hora de partido, de nuevo, el capitán in pectore de los grancanarios marcaba y cerraba el partido —salvo un resbalón a la altura del hubo en Anduva, hace no mucho tiempo—. Y paradójicamente, la herida que en Tenerife se pudo abrir, el trío tinerfeño, Kirian, Moleiro y Herzog, se habían encargado de cerrarla, anotando tres goles y dando una asistencia.

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Y es que desde hace un tiempo la U.D. recuperó su proyección archipielágica, esa que viene determinada en sus símbolos, escudo e himno. Así, en esta temporada, ha cristalizado en su máxima expresión. Además del conejero Coco, los tinerfeños Kirian Rodríguez, Alberto Moleiro y Juanma Herzog representan tres estados canteranos en sí mismos. El líder consolidado, la estrella emergente y la nueva promesa. Además, apoyados los dos primeros en números que realzan lo evidente. Si el 20 es el máximo goleador amarillo, el 10 es el máximo asistente. Sin olvidarse de los más de la millonada que dejó otro chico de Tegueste, Pedri, que sin eso nada de esto hubiera ocurrido. Como cuando Windows salvó a Apple en 1997.

Así es como Las Palmas ha conseguido agrandar su aportación canterana. En un equipo en el que casi la mitad de los minutos los han disputado jugadores que han pasado por sus filiales. Los canarios suponen el 32% y los peninsulares el 17%. Y aún siendo los grancanarios el subgrupo mayoritario dentro de los isleños, no dejan de sumar el 15% del total y los tinerfeños se acercan a un 11%. Sumando estos últimos 2267 minutos de tiempo reglamentario en la competición de la regularidad. Más de lo que tinerfeños ha jugado en el vecino blanquiazul en Segunda División, con 1882 minutos ligueros en 22 encuentros.

Pero lejos de reducirlo a números. La U.D. ha visto cómo las figuras de Kirian y Moleiro han ido ocupando espacios por los que andaba Jonathan Viera. El 10 es el que le pone la fantasía del hasta hace semanas 21 amarillo, el 20 con su brazalete de capitán tira de conocimiento en el verde y de galones fuera de él. Y si hace diez días se quejaba sin levantar la voz de algunas decisiones arbitrales, ayer sábado se dirigía a la grada para señalar líneas rojas en la crítica.

Y así fue como Las Palmas monetizó el talento tinerfeño para primero salvar una situación crítica de tesorería con la venta de Pedri al F.C. Barcelona. Segundo, crecer gracias a los incentivos incluidos en el traspaso y que ayudaron a mantener un bloque con mucho potencial en el que la legión chicharrera fue clave. Tercero, subir a la élite con el impulso del regreso de Kirian. Y cuarto, posibilitar el lucimiento de dichos tinerfeños y que se han colocado como algunas de las joyas de la corona del chico nuevo de Primera. Y es que como decía García Pimienta ante el Villarreal: “El club también sigue teniendo este potencial de de ir generando situaciones de cantera con perfil de del primer equipo”. El siguiente en meter la cabeza, un extremeño.

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