Las Palmas concluye su ayuno
Los amarillos vuelven a sumar un punto tras ocho partidos consecutivos perdiendo.
La victoria del Cádiz ante el Sevilla desató como era normal el nerviosismo en el entorno insular. Si rentabilidades pasadas no garantizan rendimientos futuros, lo mismo se puede decir de lo opuesto. La trayectoria insular desde marzo no invitaba a otra cosa que no fuera a pensar en un descalabro final en el que su primer acto tuvo lugar en el estadio de Gran Canaria ante el Betis.
La sensación de fragilidad emocional mostrada durante los tres últimos meses de competición describía, y sigue amenazando con ello, una caída a Segunda con reminiscencias pasadas, véase año 83 y 2002, ante equipos vascos. Casos en lo que un arreón final hubiera servido —o algún favor externo hubiera servido, pero que ni el Real Madrid, en ambos caso, ayudó—. Así pues, el cruce del próximo domingo frente al Cádiz y del siguiente ante el Alavés, parecen, por tanto, el segundo y tercer acto de la tragedia anunciada tras un taponazo ante el Betis. Algo que se da por descontado de un equipo y un entorno que abrazaba sin remedio una muerte por inacción.
Así llegaba el Betis a Gran Canaria. Cierto que la Unión Deportiva arrancó con la energía que se vio ante el Girona, ante el Mallorca, ante el Almería, ante el Celta. Y como ante todos esos equipos, encajaría el primer gol antes que su rival y sin haber alcanzado el descanso. El patrón parecía cumplirse otra vez. Como una fórmula gastada de comedia romántica, chico conoce a chica.
Sin embargo, la energía tras el tanto anotado en propia puerta por Mika Mármol fue diferente. Fue reconocible. Fue seña de identidad de lo que era Las Palmas desde abril de 2022 hasta febrero de 2024. Y fue meritoria. Porque un equipo que lleva encajando derrotas hasta donde alcanza la memoria a corto, no bajó los brazos. Salió la supervivencia por primera vez, como si hubiera estado hibernando.
Existe una serie documental de Chris Hemsworth —Thor y marido de Elsa Pataky— en el que estuvo 96 horas sin probar alimento. Quería experimentar lo que ocurre con ciertas tribus de África, en las que afirman que el ayuno les ayuda a mejorar la agudeza mental y física, lo cual es fundamental para una vida de cazadores recolectores. Pues pareciera que el ayuno en el que había estado Las Palmas durante el último trimestre, y la cercanía de un Cádiz que amenazaba, y amenaza, con dar un vuelco histórico, hicieron que el equipo que se enfrentó al Betis tuviera poco de los últimos partidos y mucho de los de la primera vuelta.
Porque Las Palmas fue mordida, pero también mordió. No se acobardó, ni se arrinconó. Y lejos de entregar las armas y proponer un armisticio, aceptó y buscó un partido a tumba abierta en el que el Betis estuvo muy cerca de ganar, pero en el que los amarillos se quedaron a centímetros de sellar su permanencia. Toda esta energía ha cambiado en el ambiente previo a la penúltima bola de partido que le queda la Unión Deportiva, visita al Nuevo Mirandilla y partido a carne viva. Y lo hace apenas 24 horas después de lo que parecía una rendición sin condiciones. Cosas del fútbol, ahora con un zurrón lleno de motivos para la esperanza.
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