La pegada del Atalanta castiga a un Betis demasiado frágil

El Betis recibió un serio correctivo por parte de un Atalanta infinitamente más eficaz. El equipo de Pellegrini jugó con intensidad, tomó el balón, fue incisivo en los espacios ofensivos y tuvo el carácter que suele entregarle respuesta a sus méritos. Pero perdió. El fútbol condena la ineficacia de las áreas y ahí el Atalanta le ganó la partida con tres golpes demoledores a menos de una semana para el reinicio de la Liga. Ni el brillo de Rodri, ni la chispa de Joaquín ni el liderazgo de Fekir encontraron reflejo en un marcador que alerta de algunas carencias que quizás siempre existieron.

El Betis tardó cinco minutos en tomar la medida del duelo ante el ímpetu inicial del Atalanta. El conjunto de Gasperini fue insistente en su presión y dañó entre líneas con Maehle y Koopmeiners a los mandos de ese desequilibrio imprevisible. Pero pronto apareció William Carvalho para dictaminar que su Mundial ya es historia y es uno más en el plan de Pellegrini: el portugués reinó durante un tramo de primer tiempo que reflejó las mejores virtudes del equipo verdiblanco. Aunque duró poco. Rodri inventó, Álex Moreno fue un torbellino, Borja ejercía de muro de apoyo y Fekir incidía con libertad entre líneas hasta toparse con Musso. Y en ese contexto de juego notable, también dejó destellos de calidad Luiz Henrique, al que le sigue faltando un cierto amago de pegada para ser más diferencial.

Pellegrini insistió en su presión alta y el Betis se encontró cómodo por momentos hasta que el Atalanta respondió con lo más valioso del fútbol: la eficacia. Y la tuvo en parte gracias a la poca contundencia de la defensa verdiblanca. Primero tras un centro de Ruggeri que no fue bien despejado por Álex y que encontró el disparo letal del exsevillista Muriel desde fuera del área. Casi imposible para Rui Silva. Misma escena cinco minutos después, con Koopmeiners ganándole la espalda a Sabaly y De Roon destrozando la red verdiblanca tras una dejada precisa de Zapata. Los detalles como valor diferencial. Al Betis le servía de poco, en ese momento, el brillo talentoso de Rodri y la insistencia vertical de Luiz Henrique.

Ruibal y Edgar entraron en escena tras el descanso, pero la fórmula verdiblanca tenía un serio defecto: cada chispazo de su rival se convertía en una condena. Otra buena asociación ofensiva del equipo italiano abrió espacios para encontrar a Zapata y que éste fulminara a Rui Silva. El tercer agujero defensivo. El tercer golpe a un Betis que parecía dominar y controlar la escena sin saber que todo era ficticio. Apretó más tras ello. Joaquín y Juanmi dieron más dinamismo en los últimos metros y Borja Iglesias insistió en su lucha particular con Palomino. El Villamarín sentía una extraña satisfacciones relacionada con las sensaciones mientras el 0-3 del marcador anunciaba ciertas alarmas. La sonrisa colectiva no llegó con ningún tanto bético, pero sí con la reaparición de Víctor Camarasa once meses después. Fue un pequeño consuelo para Pellegrini.

El cierre del duelo dejó un panorama de insistencia que no desarboló el buen planteamiento del Atalanta, que incluso amenazó con más a la contra. Joaquín impulsaba cada ataque y Dani Pérez se ofreció siempre para tratar de fabricar lo que ya parecía cada vez más difícil. El Betis se despide de su calendario de amistosos con una dolorosa derrota que invita a reencontrar la eficacia perdida. Tiene menos de una semana para ello. El Athletic mira de reojo esperando regalos y en Heliópolis cruzan los dedos para que tropezar no se convierta en antesala de caída.