Ahora mismo intento estar tranquilo y pasar más tiempo con la familia”. Así le resume a este periódico Jesús Navas su día a día, desde Los Palacios, su localidad natal. Ahí nada ha cambiado salvo la obligación de ir todas las mañanas a entrenarse a la Ciudad Deportiva que alberga un estadio con su nombre. La maldita cadera y los dolores derivados de un problema crónico precipitaron el adiós de Navas puesto que le privaban de una de sus pasiones pero, sin embargo, le descubrió una nueva.
Porque Jesús Navas es un tipo tremendamente familiar que en los últimos tiempos ni siquiera podía jugar con sus hijos hasta 48 horas después de la disputa de un partido por los dolores que sentía. No poder disfrutar del pequeño Jesús y de Romeo lastraba moralmente a un Navas al que su compromiso con el Sevilla y con el fútbol le hicieron soportar lo inaguantable. Ahora, la vida familiar centra el día a día de un Navas que no se pierde un partido en el Sánchez-Pizjuán y que visita de vez en cuando a sus compañeros en la Ciudad Deportiva.
El otro entretenimiento de Navas en la actualidad es el ciclismo, deporte que sigue como apasionado hincha del esloveno Tadej Pogacar y en el que incluso ha participado ya en alguna que otra competición como la Quebrantahuesos, en la que dijo no haberse podido preparar como quería. Navas encontró en la bicicleta estática un gran alivio para sus dolores de cadera, hasta el punto de usar una en el vestuario en los descansos de los partidos para recuperar energías y poder aguantar más minutos sobre el césped. Eso le llevó a interesarse por el deporte del pedal, del que afirma ver prácticamente todo desde hace cuatro o cinco años. Y sobre todo, si corre un Tadej Pogacar al que admira de forma mayúscula.
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Desde el Sevilla se espera que en un futuro próximo Navas vaya teniendo un peso mayor en el día a día del club y que se le pueda dar un cargo oficial dentro del organigrama del club. El campeón del mundo, por el momento, se desconecta con sus niños, su mujer y su bicicleta.
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