“La esencia de Koke está en estas calles”
AS recorre con Borja Resurrección, hermano del capitán del Atleti, los lugares en los que creció en Vallecas. “Sus 700 partidos nos emocionan”, dice.


“El más especial de todos siempre será el primero. El 19 de septiembre de 2009”. El del debut de Koke Resurrección (Madrid, 1992) con el Atlético en el Camp Nou, ese estadio recién reabierto donde, precisamente, mañana disputará su partido 703 con la rojiblanca. Quien habla es Borja (Madrid, 1988), su hermano, mientras recorre con AS las calles donde todo empezó. El barrio, Vallecas.
“Se me está poniendo la piel de gallina”, susurra cuando alza los ojos y recorre la fachada de ese edificio de ladrillo rojo en la calle Sierra Madrona, portal 34. En el 3º D, un piso de 50 metros cuadrados con las ventanas al patio interior, vivían Eugenio, que trabajaba en un almacén de Heineken, y Ana, su mujer, ama de casa, con sus dos hijos, Borja y Koke. Enfrente, en uno de los extremos de ese patio interior, había otra casa con la que se comunicaban a gritos. Una palabra bastaba. Abueeelooo. “Sí, vivíamos todos aquí”, recuerda Borja. Muchos de sus amigos lo siguen haciendo. Porque los Resurrección hace años que vendieron esa casa de la que Koke se fue con 19 y Borja con 24 pero vuelven con asiduidad. A ese barrio en el que el tiempo parece detenido, a los ojos igual, con su ropa tendida a la calle bajo un océano de toldos verdes descoloridos.

“Era impensable pensar que Koke llegaría a jugar 700 partidos con el Atleti cuando nosotros éramos unos niños que bajaban a jugar a fútbol al parque”, confiesa Borja mientras señala a cuál se refiere. Ese al final de la calle, a 200 metros apenas. “El fútbol de mi hermano se forjó allí”. Era pillo y pequeño, “un poco cabroncete”, y siempre jugaba contra niños mayores. “Que casi le doblaban la edad. Porque yo, que tengo tres y medio más que él, ya jugaba contra chicos mayores que yo, y Koke siempre venía conmigo”. Las porterías eran sudaderas y una farola. Las medidas lo que hoy sería un medio campo.

“Eso cuando éramos más de 20 niños”. Cuando eran menos, jugaban en una parte asfaltada con bancos. “Estoy seguro de que, empezar aquí, le dio a mi hermano la visión de juego que tiene, esa capacidad de ver el fútbol rápido y buscar soluciones”. No quedaba otra en esos partidos que se jugaban en un espacio tan pequeño. “Y donde la pelota no bota igual que en la hierba del Metropolitano...”, ríe. Koke pocas veces llevaba la suya. “Era su tesoro”. Ese balón oficial del Mundial de Corea y Japón 2002 que le había pedido a unos padres a los que comprárselo les había supuesto “un esfuerzo”. “Jugábamos con él, pero cuidado”. También en los pasillos de casa, donde ensayaban los regates y las vaselinas. “Mi hermano era el que rompía las cosas aunque decía siempre que había sido yo”, ríe de nuevo ese hermano mayor que fue el primero en llegar al Atleti.
“Fue mi abuelo quien nos llevó al Calderón”. En uno de esos domingos de fútbol en el que, Eugenio de nombre también, veía a las 12:00 el Rayo y a las 17:00 al Atleti, abonado de ambos. “Fue por él por quien entramos al Atleti”, confiesa Borja. Por un anuncio para las pruebas de su cantera en el AS. “Yo te llevo”, dijo el abuelo. Y cogieron a Borja en el colegio Amorós. “Koke venía conmigo y esperaba jugando en una explanada aleñada”. Hasta que un día también le apuntaron aunque aún no tuviera la edad. “Le faltaba un poco”.
“¿El secreto de que mi hermano esté tan fino esta temporada? El efecto Llorente, que hace mucho en el vestuario, aunque la gente piense que no...”
Borja Resurrección
Lo que a Borja le pasó también fue un aprendizaje para Koke. Porque el primer Resurrección del que todo el mundo hablaba en la cantera del Atleti no fue el pequeño sino el mayor. Una carrera truncada a los 16 años, cuando era Cadete, al romperse el quinto metatarsiano del pie derecho. “Hoy el tiempo de recuperación es menor, pero entonces...”. Entonces a Borja le hizo colgar las botas, aunque para Koke siempre será su gran referente. “Vio la parte mala de lo que te puede pasar siendo joven y le sirvió de aprendizaje para no repetir mis errores”.
Koke siguió creciendo. Amorrortu confió en él. Y siguió y siguió. El Madrid le quiso y eso provocó la firma de un pacto “de no agresión” (es decir, no quitarse canteranos uno a otro) entre ambos clubes que perduró hasta hace tres años. Koke brillaba. Y debutó con Abel aquel septiembre de 2009. Y llegó Simeone y nada más hacerlo pidió que se frenara la cesión al Málaga de “aquel chico” que había visto en vídeos y le había gustado. Era Koke. Partido a partido superó los 553 de Abelardo, alcanzó los 700, “un hito en el fútbol moderno”, dice Borja al pasar delante de ese bar El Cochinillo que fue sede de la peña Atlética Koke y en el que, de niños, tantos botellines de agua pidieron, de camino a casa del parque.

Un Koke que, 53.467 minutos con el Atleti después, sigue siendo imprescindible. Koke siempre como guía, como posta, como baldosa amarilla. A sus 33 años. En esta temporada en la que parecía que su papel iba ya ser otro, más cada vez menos. Pero no. Es el 7º jugador de campo con más minutos (1.128). “El tiempo pasa para todos, es obvio, pero él siempre está ahí. La inteligencia táctica que tiene le permite jugar a otro ritmo”. Ese Koke que, cuando era un niño en Sierra Madrona siempre se iba al colegio sin desayunar (“¡no veas la de años que llevamos haciendo desayuno intermitente!”, bromea Borja) y que esta temporada está muy, muy fino en lo físico. “El efecto Llorente, que hace mucho en el vestuario, aunque la gente piense que no...”, señala. De las críticas, esas siempre con el capitán en el foco cuando las cosas no van, injustas, lo que ha emergido es un Koke más fuerte. “Es obvio que duelen, no te lo voy a negar. Pero las constructivas, no. Esas te hacen crecer”. Ahora solo hay aplausos. Porque sí, ha vuelto a suceder una vez más: ahora que Koke juega, el Atleti vuela. Y así han pasado más de 700 partidos. “Aunque, ¿sabes qué?, lo que más me enorgullece es saber que lo que quedará de él no serán sus partidos, sino el Koke persona”. Made in Vallecas.
“¡Ojalá llegue a los 800!”
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“¿Que cuántos partidos le quedan a Koke en el Atleti? Es decisión suya. Pero en el momento que vea que no dará un paso al lado. ¡Ojalá llegue a los 800!”. Por el empuje del representante de su hermano, Borja saltó a los banquillos. Siete años lleva en la cantera del Atleti. Suma tres ligas y solo un torneo se le ha resistido: el de Alalpardo.
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