Kirian Rodríguez: “Lo que me quitaba el sueño no era morirme sino la posibilidad de no poder volver a jugar al fútbol”
El tinerfeño se sincera en Diario AS cuando se cumplen dos años del anuncio de su linfoma. Rozó la Selección. “Qué pasada debe ser entrenar con ellos”.
En la Ciudad Deportiva de Las Palmas reina la calma. Por su empinada rampa van descendiendo a cuentagotas los coches de los jóvenes del filial, que allí se ejercitó este miércoles. Mientras, el grueso de la plantilla profesional se encuentra en el interior del edificio principal, donde todo es paz y tranquilidad. El entrenamiento acaba de terminar y toca gimnasio, ducha y, como cada día, almuerzo comunitario en el comedor de la instalación.
En un rinconcito se encuentra la coqueta sala de prensa, donde comparece, siempre sonriente, el capitán no oficial de Las Palmas. “Oficial no lo soy. Todavía hay tres compañeros por delante”, dice Kirian Rodríguez. Uno de ellos, Mfulu, abandonó el club poco después de esta sanadora charla con el centrocampista tinerfeño, cuya conversación ilumina tanto o más que su manera de jugar el fútbol. Así en el fútbol como en el cara a cara, ni rehúye el contacto ni se repliega cuando el periodista le plantea un duelo como los que tanto le curtieron sobre el césped con Gündogan, Kroos, Zubimendi, Merino, Isco o su idolatrado Parejo. Siempre disfrutón, siempre sonriendo. Un canto al fútbol, un golazo continuo en la vida.
Kirian comparte con Diario AS un buen rato en el que, sin pretenderlo, ofrece una continua lección vital. Mañana, dos de agosto, se cumplen dos años desde que, en ese mismo escenario, anunció que padecía un linfoma de Hodgkin que, por supuesto, requería de atención más que inmediata y que ya está sanado. “Se me pasa por la cabeza el seguir viviendo, que mañana es otro día, pasado otro y pasado, otro. Se me pasa por la cabeza tener la oportunidad de seguir estando aquí, jugando, disfrutando de mi vida, de mi día a día, de todo”, asegura siempre con esa pícara sonrisa. “Como digo siempre, no había nada que me quitara el sueño, solo el hecho de no poder retomar mi día a día, de no poder volver a jugar al fútbol”, recuerda de aquel dramático agosto de 2022 y todo lo que vino después. Hasta que la “suerte” lo cambió todo.
Cocinándose como está su relación con Luis Carrión, Kirian se deshace en elogios hacia Pepe Mel y García Pimienta, sus otros dos entrenadores en el primer equipo de Las Palmas. “Con Pepe aprendí lo que es el barro, a seguir trabajando sí o sí pese a no jugar. Xavi extrajo el jugo de ese fruto y me dio confianza para rendir al máximo. Tenemos una relación muy especial”, sostiene. Aunque no tanto, claro, como la que tiene con ese “ser de luz” que le acompaña en su día a día. Uno de los jugadores más virales de la pasada temporada nos dejó, para Diario AS, tantas cosas buenas:
Hace justo dos años, en esta misma sala de prensa, usted le puso a todo el fútbol español el corazón en un puño al anunciar que padecía un linfoma de Hodgkin. Fue usted una persona muy valiente por cómo se abrió al mundo. ¿Qué se le pasa por la cabeza 730 días después?
(suspira y sonríe). No sé… Esta semana lo comentaba en casa y lo hablé con varios amigos. Viendo fotos de momentos pasados y demás decíamos que era la fecha justo ahora, que tocaba a la vuelta de Marbella. Se me pasa por la cabeza el seguir viviendo, que mañana es otro día, pasado otro y pasado, otro. Se me pasa por la cabeza tener la oportunidad de seguir estando aquí, jugando, disfrutando de mi vida, de mi día a día, de todo. Le doy a la vida el valor que merece.
¿Cuando le dieron esa noticia de dónde sacó la fuerza para comentarla con tanto aplomo?
No me estaba riendo, pero sí que lo hacía. Me reía porque al final creo que siempre me lo tomé “serio”, entre comillas, pero también con ese toque de humor, con esa chispa de alegría para que, pase lo que pase, tengas esa sonrisa en la boca. No solo como protección muchas veces para que quien te quiera hacer daño vea que estás feliz, sino también como esa forma de tomarme la vida: lo que me toca es para mí, y ya está. No queda otra. SI te eligieron a ti lo tienes que pelear tú. En ese momento me lo tomé con total naturalidad, con el hecho de decir que esto no es por cuidarte más o menos, no es porque hayas comprado papeletas para que te toque, sino es un poco al azar. Me ha tocado vivirlo a mí e intentaré pasarlo lo mejor posible, una experiencia más para mi vida. Fueron momentos difíciles y complicados sobre todo para mi familia más que para mí. Como digo siempre, no había nada que me quitara el sueño, solo el hecho de no poder retomar mi día a día, de no poder volver a jugar al fútbol. Siempre digo que morirme nunca me quitó el sueño ni me dio miedo porque si me moría no lo iba a vivir (sonríe), no iba a sentir nada. Los únicos que lo iban a sufrir eran mis familiares. Me lo tomé como una experiencia más para la vida, como un escalón más que tienes que superar para seguir formándote como persona, para seguir formándote, en mi caso, como futbolista. Y también para seguir acumulando experiencias vitales, que al final es lo que nos llevamos cuando nos vayamos todos al mismo sitio.
Siempre destacó el sufrimiento que podían padecer su pareja o el resto de su familia. Para su recuperación usted tenía, además, la estructura de un club de fútbol profesional a su alcance, más allá de las visitas obligadas al hospital para las sesiones de quimioterapia. ¿Cómo se le da ánimo a la familia en momentos así? ¿Cómo lo llevó usted?
Lo tomaba con un poco de humor negro para que ellos aceptaran también que me lo estaba tomando a bien. Me lo tomaba tan bien como que realmente no estaba cambiando mi vida. Es que estaba viniendo todos los días aquí por la mañana, hacía todo el día a día de cuando estaba bien, hacía exactamente lo mismo cuando tenía el linfoma que cuando no. Y hoy en día, igual. Me levanto, me acuesto y vengo a entrenar a la misma hora. Es cierto que antes estaba más limitado para hacer algunas cosas pero ahora, no. Llegaba a casa igual. Intentaba que ellos ocuparan su tiempo lo máximo posible y, sobre todo, que disfrutaran de mi presencia diaria porque al final habían dejado sus vidas para estar aquí conmigo, para estar cerca, para sentirme. Intentaba que todos esos ratos que pasábamos juntos fueran para disfrutarlos como familia en sí. Creo que me ayudó mucho, después de muchos años fuera de casa, volver a sentir ese cariño, ese apoyo cerca, tenerlos en el día a día conmigo, estar todos los días con ellos. Me devolvió un poco a ese Kirian niño, a ese Kirian que disfrutaba cuando era más pequeño de estar siempre en casa y rodeado de los suyos. Eso también fue un chute de energía para, en el día a día, luchar con más fuerza.
“Cuando tuve el linfoma mis familiares dejaron sus vidas para estar conmigo, lo que me devolvió al Kirian niño. Eso fue un chute de energía para luchar con más fuerza”.
Usted pasó de cero a cien. Tras una enfermedad tan grave llegó a tiempo para ser decisivo en el ascenso a Primera y unos meses después ya parecía consolidado en la máxima categoría española. ¿Cómo gestionó, a nivel interno, ese proceso de cambio tan rápido?
El fútbol muchas veces se dice que es suerte. Y es suerte: las cosas, como son. Cuando llega mi momento, en Zaragoza y quedando cinco jornadas, es por la “suerte” para mí de que hay varios lesionados, se da la circunstancia de que la gente del centro del campo está bastante tocada. Había que tirar de algo, y lo que había era yo. La parte que no es de suerte es el momento en el que empiezo desde que termina mi última quimio, e incluso durante las últimas ‘quimios’, a entrenar, a trabajar, a ponerme en forma para llegar en un nivel óptimo de forma por si me tocaba competir en algún momento. Hay un poco de las dos: falta de jugadores en algún momento por lesiones y molestias físicas, lo que me permitió entrar en escena, y luego pasó porque tomé la decisión de ponerme en forma sí o sí y llegar sí o sí. Quería volver a ser futbolista sí o sí. Coinciden esos dos puntos y también que cuando entras al campo se nota que estás bien y que el equipo gana. Eso también ayuda a consolidar el que siga jugando y participe. Después, el hecho de ascender y jugar en Primera lo tomé como la experiencia de disfrutar. De decir: el año pasado pensabas que a lo mejor no jugabas nunca más y este año juegas en Primera. Me decía: “Sal a cada campo a disfrutar, a pasártelo bien pasa lo que pase”. En la primera jornada hice un penalti, creo que el primero de mi vida (se ríe).
Poco después metió el gol de la primera victoria, contra el Granada.
También. Empiezas lamentando un error y mee estaba adaptando a una posición, la de pivote, a la que quizás no estaba tan adaptado, y aún así solo quería disfrutar. Da igual: dame el siguiente balón, que quiero jugar y divertirme. Eso hizo que me quitara presión de encima y saliera más el Kirian de jugar, de divertirse, de pasarlo bien. Eso hizo que se me viera mucho más o que luciera mucho más en el campo.
Usted mismo acaba de reconocer esos pequeños problemas de adaptación a una posición nueva. Pero en Primera División, y jugando ahí, las estadísticas hablan de usted como uno de los mejores centrocampistas de la competición. ¿Le llegó a sorprender semejante nivel de juego? Estuvo muy cerca de entrar en la selección campeona de Europa.
Bueno… Quizás no me llega a sorprender en sí el nivel. Siempre he dicho que soy muy exigente conmigo y creo que todavía tengo más nivel que mostrar. Muchas veces no llega a salir porque no estoy cómodo, porque no me divierto, no sé. Me encantaría encontrar ese punto, que estoy en proceso de ello, de regularidad, de mantener a Kirian en un nivel o listón muy alto. Tengo que autoexigirme dar más de lo que realmente doy. Creo que no me llegó a sorprender por el mensaje o apoyo del club en sí, de toda la gente que en Las Palmas me ha ido rodeando durante años. En el filial tenía a Valerón, que siempre me decía que el día que llegara a jugar en Primera se vería al verdadero Kirian porque creía que iba a disfrutar mucho más de la categoría y que me adaptaría mejor, que iba a salirme un poco más de ese Kirian diario y normal. Desde que están aquí, Vicente y Luis Helguera (Dirección Deportiva) me lo han dicho mucho: “Si te vieses, si confiases en ti, si te sacaras mayor rendimiento…”. Luis ha cambiado eso en mí desde que llegó aquí. Es lo me exigió desde el principio: “No quiero que juegues, no quiero que seas el mejor en todos los partidos, pero sí que lo seas en todos los entrenamientos. Eso te llevará a ser mejor futbolista”. Desde que llegó dijo que nunca querría que Kirian saliera de aquí mientras él estuviera. Siempre me ha dicho que, si quisiese y me lo plantease, era jugador de la Selección. Tenía la confianza de que si plasmaba en el campo el nivel que tenía podría llegar a ser ese tipo de jugador. Ese tipo de personas han hecho creer la autoconfianza en mí y creerme que tengo condiciones para ser ese tipo de jugador. Tener al club en sí, que te defiende y protege de esa manera, también te hace confiar más en ti. Entonces, el nivel mostrado en ese momento no me sorprendió porque todos me empujaban a confiar en eso porque tenía la capacidad de hacerlo.
Me habla de la Selección. Se quedó fuera de la Eurocopa por muy poco pero se le vio en la grada apoyando a sus paisanos. España tiene a Rodrigo, el mejor mediocentro del mundo, y a futbolistas deliciosos como Fabián, Olmo o Pedri jugando en posiciones similares a la suya. Estando a pocos metros de ellos, ¿se veía con capacidad de acompañarles en el césped o al menos de arrimar el hombro desde el banquillo?
No (se ríe). Lo veo desde la grada y digo: “Madre mía, qué lujazo”. En ese momento me decía que qué pasada tendría que ser entrenar un día con ellos, jugar con ellos. Es donde verías realmente si tienes el nivel o no. En el día a día, entrenando con ellos verías el nivel que tienen. Y el demostrado en la Eurocopa por todos ellos es fuera de lo normal. El nivel de todos fue increíble, del 120%. Pero es que el nivel de los que se quedan fuera… Gavi estaba con una lesión, Aleix (Vidal) se quedó fuera a última hora, Brais hizo una gran temporada… Hay mil jugadores en el centro del campo y al final hice seis goles y dos asistencias en Primera en una temporada. Tengo 28 años y es mi primero ahí. Muchos de ellos llevan desde los 22 y demostrando ese nivel temporada tras temporada. Está bien que sonara mi nombre. Para el jugador es muy bonito e ilusionante porque te hace seguir confiando y creyendo en tu forma de trabajar, en el día a día para mantener ese nivel. Pero esos jugadores llevan 6-7 años al máximo nivel y dando un rendimiento impresionante no solo los fines de semana sino también los miércoles y compitiendo además contra los mejores jugadores del mundo. Creo que mi cabeza era más que consciente de ello y yo estaba más que preparado. Fui a verlo con mi padre como un aficionado más, nos hacía mucha ilusión porque siempre dijimos que aprovecharíamos la oportunidad de poder ver un partido porque los dos somos muy futboleros y nos encanta verlo juntos. Teníamos la ilusión de estar allí, de animar a España y de estar con el equipo como dos aficionados más.
“¿Estar en la Selección? Con 28 años solo llevo uno en Primera. Es ilusionante que suene tu nombre pero esos jugadores llevan 6-7 años al máximo nivel. Soy consciente de ello”.
Habla del 120% de los jugadores de España en la Eurocopa. Es lo que les pasó a muchos de ustedes con Las Palmas en esta temporada de debut en Primera: Álex Suárez, Valles, Sergi Cardona, Kirian… Dicen que lo difícil no es llegar sino mantenerse. ¿Qué espera a nivel individual y colectivo de lo que se le viene encima dentro de 15 días?
Una temporada bastante dura y complicada. Creo que hemos hecho un cambio muy grande en todo: entrenador y muchos jugadores nuevos. La plantilla en sí ha hecho en pretemporada una adaptación muy rápida de intentar conocernos lo más rápido posible para así, en el día a día y en el juego, entendernos lo más rápido posible para que esa falta de entendimiento no pase factura en el campo. Personalmente espero una temporada que sea regular. Quiero intentar mantener el nivel todo el año igual. Quizás el año pasado, al final me pasó mucha factura el haber jugado tantos partidos o el bajo rendimiento de los últimos meses. Quiero intentar que esto ahora no pase porque eso es lo que marcó mi temporada y probablemente la de la Unión Deportiva en sí como equipo. Hay que intentar que sea una temporada muy buena pero, sobre todo, muy regular durante todo el año.
Este verano hubo cambio de entrenador. Luis Carrión no lleva ni un mes trabajando. De momento, ¿cuáles son las principales diferencias con García Pimienta?
Carrión puede que sea un poco más abierto. A lo mejor Xavi era más de ese 4-3-3 sí o sí, pasara lo que pasara, mucho más marcado. Quizás también el posicionamiento de los laterales… Podríamos hablar de fútbol y estaríamos mucho tiempo aquí (se ríe). El posicionamiento de los laterales dentro, los interiores un poco más altos, la picada de los propios interiores… De todo un poco. Ahora vamos a un 4-2-3-1 teniendo a lo mejor esa punta más de verticalidad, más transiciones de ida y vuelta para abrir más el partido e intentar ahí tomar la iniciativa en el marcador. Pero creo sin embargo que los dos tienen una propuesta de juego bastante similar a la hora de mantener la posesión, de hacer esos ataques largos cuanto toquen para no sufrir con las contras y no se abran mucho los partidos cuando no toque.
A día de hoy no parece concebirse una Unión Deportiva Las Palmas sin Kirian Rodríguez sobre el césped. ¿Dónde se ve jugando en ese 4-2-3-1 de Carrión?
En el once (sonríe). Que esté o no es decisión de él, y será también su decisión dónde cree que podrá sacarle a Kirian su mayor rendimiento. La función de cada entrenador es precisamente esa: sacarle el mayor rendimiento a cada jugador. Si cree que tiene que ser en el doble pivote, ahí; si es en la mediapunta, ahí; lateral derecho, ahí. Soy jugador del club e intentaré adaptarme lo mejor posible a lo que me exijan en cada momento. Pero está claro que el jugador es egoísta y lo que quiere es jugar. Con los matices que le de el entrenador pero con las condiciones de cada jugador.
Luis Carrión es el tercer entrenador que usted va a tener en el primer equipo de Las Palmas. Antes tuvo a Pepe Mel y a Xavi García Pimienta. El primero dijo de usted que era el futbolista con el que más hablaba cuando no era un fijo y el segundo le definió como “el emblema” del club. ¿Qué aprendió de ambos?
(Se toca la barbilla en gesto pensativo. Suspira). ¡Uf! Es una muy buena pregunta. Me gustan las preguntas así, es periodismo, es algo bueno. Con Pepe aprendí a tragar. Debutamos Cedrés y yo a final de temporada en junio de 2019. Pepe cambió un poco al Kirian de ser mediapunta, ese jugador que quizás no metía tanto el pie, no eran tan trabajador y luchador. Tragué mucho banquillo, mucha grada, aprendí lo que era fútbol, lo que era, por así decirlo, todo el barro. Aprendí a tragar el no jugar pero entrenar y trabajar pase lo que pase. Después recogí los frutos de ese cambio, de ese adaptarme al sistema, de trabajar para lo que exigía el míster y acabé jugando y siendo importante en el último tramo en el que él está aquí con nosotros. Pimi recogió todo ese fruto que había trabajado Pepe durante todos esos años y formando a base de “esto no”. Creo que Pimi, cuando llegó, cogió ese fruto y lo exprimió al máximo para sacar el máximo rendimiento de mí. También creo que la formación así hacía que ese Kirian donde más había rendido era como interior teniendo ese ida y vuelta, de tener un pivote que me ayudara pero a la vez tener la capacidad de llegar al área, de aparecer en tres cuartos y a lo mejor tener ese gol o esa punta diferencial. De Pimi saco que exprimió todo el fruto de Pepe, que me pulió. Pimi me dio la confianza de ser yo, de disfrutar, de sacar el mayor rendimiento que tenía dentro. Mi relación con él es muy especial. Sacó al Kirian que realmente llevaba dentro y tenía dentro guardado.
“Con Pepe Mel aprendí lo que era el barro, a no jugar pero trabajar pase lo que pase. Me pulió. Con Pimienta tengo una relación muy especial. Me dio confianza para sacar el máximo rendimiento de mí”.
Usted mismo recordó hace un momento que no debutó en Primera hasta los 28 años. A muchos de sus rivales los veía, poco antes, en la tele o en la videoconsola. ¿Cuál le impactó más?
(lo piensa) Gündogan me gustó mucho. Me pareció que su entendimiento del juego, el posicionamiento, era impresionante. Saliendo para un lado, para el otro… Isco fue también impresionante. El nivel que da… Cuando fuimos allí, y eso que nosotros estuvimos en un nivel muy alto y mantuvimos bastante la posición, se notaba que cuando el balón pasaba por él tenías la sensación de que podían pasar cosas. Aquí se lesionó aunque no participó tanto con el balón, pero allí sí notabas que cuando le llegaba la pelota había que replegarse y posicionarse bien porque te podía romper los esquemas. Kroos, en los dos partidos, en los momentos en los que tenía la posición te preguntabas por qué siempre estaba solo. Ves el posicionamiento que hace… Mikel Merino me gustó mucho, aunque también lo viví muy cerca en el 1x1 todo el rato. Es un tipo muy físico, muy fuerte y a la vez jugaba muy rápido; me encantó. Zubimendi me gustó mucho, también es un jugador por el que siento debilidad por su forma de entender el juego y que el balón siempre pase por él. Cada vez que pasa por él hay una salida, hay siempre una solución para el compañero. Con los centrocampistas con los que chocas, con los que tienes muchos duelos, uno contra uno, y sabes que ten han ganado más duelos a ti que tú a ellos, te vas con la sensación de: “Este hoy me ha dado la tarde”. Les tienes aprecio, es que todos son jugadores de Primera División. Yo, que me ha costado mucho llegar a Primera, los aprecio mucho más. Sabes que no han tenido fácil llegar ahí y que no les han regalado nada. Todos con los que has tenido esos duelos nos hemos sufrido y peleado el uno con el otro. Hay imágenes con Parejo pegándome aquí en casa, teniendo ese duelo. Tengo sus dos camisas en casa, de uno y otro partido. Yo, que soy seguidor del Valencia, siempre me encantaba Parejo cuando estaba allí. Dentro del campo sientes el duelo pero después ese aprecio por el futbolista que es.
“El posicionamiento de Gündogan o Kroos es impresionante. Con Isco sientes que pueden pasar cosas. Merino me gustó mucho y por Zubimendi siento debilidad. Tengo fotos de duelos con Parejo y sus dos camisetas en casa. Soy seguidor del Valencia y me encantaba cuando jugaba allí”.
¿Cómo lleva usted lo de ser un futbolista viral? No queda nadie que no se haya emocionado con sus arengas en el vestuario o sobre el césped. Resulta imposible olvidar aquella legendaria respuesta a la pasada de frenada de Carles Naval, delegado del Barça, en Möntjuic.
Sinceramente, lo hago de manera inconsciente. Es cierto que bromeamos mucho en el vestuario con que si soy el historiador del club. De vacilón, por las cosas que digo. Siempre comento que se me están acabando las arengas, que busquen a otro capitán, que traigan a un argentino, que son los que suelen tener esas arengas de garra, de pelea (se ríe). No sé. Las cosas que hago o digo normalmente es porque las siento en el momento. Entonces, las llevo bien. La “discusión” con el delegado del Barça fue un poco por estar ya caliente de tanto comentario por detrás cuando teníamos uno menos y estábamos sufriendo de esa manera. Incluso ese confrontamiento, que quizás no fue tal sino que queríamos un punto todavía de más unión, con la grada de Ultra Naciente, porque al final los compañeros hemos creado un vínculo muy bueno con ellos cuando, cada vez que termina un partido, nos vamos allí. Los chicos estaban bastante dañados y la opción era meterse para dentro por el daño sufrido tras el derbi o teníamos esa comunicación y lidiar el sufrimiento de ambas partes y seguir teniendo esa unión. Era lo que creía. Creo que fue mejor decisión optar por eso que no empezar a meternos en el vestuario y dejar de tener esa cercanía entre grada y afición. Llevo años aquí y me parece un momento muy bonito, un momento en el que ambos nos necesitábamos. Veníamos de una semana dura y teníamos que lidiar las penas allí y celebrar la victoria juntos. Mirarnos a la cara en ese momento de tristeza y levantarnos entre todos también me parece que hace que esa unión sea más fuerte. Las cosas las digo y hago porque me salen en el momento y porque creo que es lo que haría. Como me toca hacerlo, y entre todos creemos que es lo mejor, son las cosas que vamos haciendo en cada momento.
“Aquel confrontamiento con Ultra Naciente quizás no fue tal. Veníamos de una semana dura y había que lidiar las penas y celebrar la victoria todos juntos”.
Esas arengas le empezaron a tocar una vez que Jonathan Viera se queda fuera de la dinámica del equipo. Por tantas cosas, desde su carácter dentro y fuera del campo hasta el estilo de juego, Kirian Rodríguez parece haber nacido para ser capitán de Las Palmas. ¿Un capitán nace o se hace? ¿Se ve como capitán oficial del equipo?
Capitán oficial no lo soy. Hay tres compañeros antes que yo. Y encima todos los años hacemos votación. Al capitán lo elige el grupo, el que crean que ellos que es quien más defienda al grupo, quien más los apoye, a quien vean como líder. Eso siempre es mejor que sea una decisión grupal. No sé si se nace, si hace… Creo que no he nacido así, creo que me ido haciendo, formando. Jonathan (Viera) me enseñó y aprendí mucho de él y también de otros. Pero con el que más identificado me he sentido por cómo es como persona, por cómo transmitía al grupo, por cómo lo defendía, es con él. Entonces, creo que me ido haciendo a lo que me tocó en cada momento. El año pasado me tocó porque los otros tres capitanes (Fabio, Mfulu y Benito) no estaban participando tanto. Me tocó de rebote pero lo disfruté porque es un orgullo ser el capitán de la Unión Deportiva Las Palmas. Entonces, cuando me tocaba salir al campo con el brazalete lo disfrutaba y lo intentaba defender lo máximo posible.
Usted llegó a Las Palmas en 2014. Diez años después, por sus circunstancias personales y deportivas, es uno de los deportistas más queridos en Gran Canaria. ¿Cómo se gestiona eso más allá de las puertas de la Ciudad Deportiva? No debe ser fácil actuar de manera normal cuando lo tiene todo para perder la cabeza.
Fuera de aquí soy bastante tranquilo, pausado y, sobre todo, cercano. Muchas veces mi novia me pregunta que si conozco a quien ha venido a saludarme, pero siempre devuelvo el saludo. Al tener esa repercusión, si la gente te saluda puedes llegar a dudar si lo conoces de algo, pero saludo a todo el mundo. El canario en sí es cercano. Lo llevo bien, tampoco es que tenga una repercusión tan grande. Me gusta ser tranquilo, tampoco salgo mucho. Lo más que me puedes ver es haciendo la compra todos los lunes por la tarde. El de las verduras sabe que voy los lunes (se ríe). Me gusta ser normal en mi día a día. Intento no cambiar mucho.
Comparte vestuario con una persona muy especial para usted. Me gustaría saber qué significa Benito Ramírez en su vida.
(suspira y piensa) Definir a Benito... ¿Te podría decir que es un ser de luz para que lo entendieras? (sonríe y se le ilumina la cara. Sus ojos brillan como nunca en toda la entrevista). Es una persona 10, lo es todo. Si lo extrapolamos fuera del fútbol es mi hermano, mi familia. Es mi sangre. Es como si fuera mi hermano de toda la vida. Convivimos juntos desde hace nueve años y la relación y el cariño que nos tenemos desde aquel momento… Éramos dos chavales que ganábamos 500-600 euros, compartíamos piso, nos llegaba con lo justo para vivir. Disfrutábamos como niños chicos. Hicimos muy buenas migas y a partir de ahí se creó un vínculo muy fuerte. A día de hoy soy el padrino de su hijo. Cada vez que hay vacaciones intentamos estar juntos. Cuando tenemos días libres si no voy para Tenerife me voy para La Aldea con su familia porque es como si fuera mi familia a día de hoy, igual que la mía la suya. Eso es fuera del vestuario porque es nuestra relación más cercana. Pero es que en el vestuario es igual. Allí, para todo el mundo, a cualquier que le preguntes te dirá que no encontrarás dentro del fútbol o en un vestuario a nadie con su capacidad de cercanía. Está siempre dispuesto a ayudarte en lo que haga falta. Está preparado para darte la mano, para apoyarte. Cuando no juegas es el primero que se te acerca para decirte que aprietes, que sigas adelante. Para mí, dentro del vestuario, siempre ha sido muy importante porque llevamos muchos años conviviendo juntos y cuando peor he estado siempre estuvo él. Pero es que cuando mejor he estado siempre lo he necesitado también. Dentro de Las Palmas es muy importante. Fuera, para mí es mi confidente, la persona a la que le cuento todo. Comparto habitación con él en todos los viajes y siempre estamos juntos. Mi pareja y la suya tienen muy buena relación, su hijo conmigo es una locura. No solo es una persona importante para mí, sino que espero que esté siempre en mi vida. Te lo prometo: sufriré mucho el día que no lo tenga conmigo en el día a día.
“¿Definir a Benito? Es un ser de luz. Es mi sangre, mi hermano. Lo es todo para mí. Te lo prometo: sufriré mucho cuando no lo tenga conmigo en el día a día”.
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