“He pasado de ‘fascista’ a ‘comunista’; pronto dirán que soy maricón”
Zozulya, al que repudiaba la afición del Rayo, se retiró tras Albacete, Fuenla y Majadahonda. Su hijo juega en la Academia del Atlético y aconsejó a Voloshyn.
Roman Viacheslavovich Zozulya (Kiev, Ucrania, 1989) se retiró del fútbol el pasado verano, tras medio año en el Rayo Majadahonda de Primera RFEF. El delantero sigue viviendo en España y un hijo suyo juega en la cantera del Atlético de Madrid, aunque viaja bastante, pues plantea hacerse agente de futbolistas. De hecho, ha ejercido de consejero para su compatriota Illia Voloshyn, prometedor portero de 17 años que acaba de fichar nada menos que por el Real Madrid. Zozulya aspira a tener una vida tranquila, lejos de la que le ha deparado el fútbol durante su polémica estancia en este país los últimos años ocho años.
Varias fotos de contenido supuestamente ‘fascista’ y conspiranoico condenaron a Roman al desprecio de las hinchas más izquierdistas del fútbol español e incluso portugués. Los ultras vetaron su fichaje por el Rayo Vallecano, por el Estoril (Portugal) y por el Alcorcón; le han insultado en campos de media España, con especial eco en Riazor, durante varios encuentros contra el Deportivo; y también en Vallecas, cuando hubo que aplazar (y jugar luego sin espectadores) un Rayo-Albacete.
Contratado por el Betis en el verano de 2016, la falta de minutos primero con Gustavo Poyet y luego con Víctor Sánchez del Amo provocaron que los verdiblancos le buscaran una cesión para el invierno siguiente, el de 2017. Con el préstamo ya firmado por el club vallecano, una manifestación y las amenazas de los Bukaneros abortaron el fichaje el primer día que el futbolista acudió a entrenarse. Los franjirrojos le acusaron de ‘nazi’, debido a su colaboracionismo con los paramilitares del Dombás, el conflicto armado entre los separatistas rusos y el gobierno en esta región de Ucrania.
Zozulya había negado públicamente esa condición de fascista, pero la hinchada rayista no cedió y el futbolista tuvo que regresar a Sevilla. El Alba le rescataba meses después para convertirle en un auténtico ídolo del Luis Belmonte durante cuatro campañas. Tras marcharse en 2021, Roman sí pudo desembarcar en Madrid: los aficionados del Alcorcón conseguían evitar su fichaje, pero primero el Fuenlabrada y luego otro Rayo, el Majadahonda, sí le acogieron.
“Sólo soy un patriota”, repite de manera insistente Zozulya cuando le acusan de ultraderechista. En diciembre de 2019, un partido entre Rayo y Albacete en Vallecas hubo de ser suspendido por los constantes insultos que le andaba dedicando la afición franjirroja al delantero. Algunos hinchas le llamaban “nazi” y otros, “comunista”. Y él respondió después así, para ganarse la animadversión de otro colectivo, el LGTBI: “Primero me llamaban ‘fascista’. Luego me dijeron que gritaban “comunista”. No se aclaran ellos mismos. Pronto dirán que soy ‘maricón’. Ya lo estoy esperando”, afirmó entonces a un diario de su país.
La diplomacia no ha sido el fuerte de un hombre que a pesar de todas las polémicas no ha dejado durante estos años de apoyar públicamente e incluso de subvencionar a los militares ucranianos en su lucha contra Rusia, más aún después de la invasión que el país sufre desde febrero de 2022. Y de lamentarse en sus redes con opiniones tan contundentes como ésta: “Rusia no es un estado. Los rusos no son una nación, son estiércol en el mapa mundial. El mundo debe darse cuenta de otra verdad: que Putin es la reencarnación de Hitler. Y sus planes son más ambiciosos que la toma de Ucrania”.